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“Ya está bien”, el decálogo contra la violencia de género creado por un juez

Enrique Ortolá es titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Valencia. Después de noches desvelado por las mujeres que volvían a su casa desprotegidas, armó un cuadernillo con diez frases e ilustraciones para reflexionar sobre el amor y alentar a las mujeres a buscar ayuda.

“Cuando tras una jornada laboral te quitas la toga, llegas a casa, te quitas el traje y la corbata y haces un balance del día, no puedes, como ciudadano, quedar impasible ante esa mujer maltratada que esa mañana, en el juicio y ante su agresor, se acoge a su derecho a no declarar contra él, porque incomprensiblemente sigue enamorada. Y lo que como Juez imparcial no puedes decir, lo decides escribir como familiar, amigo, vecino o simple testigo de una realidad”, dice a Entremujeres el juez español Enrique Ortolá, titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Valencia, España, y autor del decálogo contra la violencia de género “Ya está bien”.

Este cuadernillo alienta a las mujeres a usar los mecanismos con los que cuenta el sistema legal español para ayudarlas. Llegó a esta idea después de noches sin dormir en las que sentía que esas mujeres a las que veía durante el día, volvían a su casa desprotegidas, con miedo y habiéndose negado a declarar contra sus agresores. Se contactó, entonces con el ilustrador Miguel Chordá y se pusieron a darle forma al proyecto, que aun está en fase de distribución.

El trabajo busca reflejar qué es el amor y, principalmente, qué no lo es. “Las diez frases quieren concientizar de las bondades del amor, poniéndolas en contraposición a las desdichas de la dominación”, anuncian en el cuadernillo, disponible en formato impreso y digital. “‘Ya está bien’ es la frase que muchas mujeres formulan cuando optan por salir de situaciones de sumisión y discriminación que sufren en sus ámbitos más íntimos, iniciando un camino hacia la libertad que no siempre es sencillo y precisa de su fortaleza y convicción para mantenerse inflexibles en la defensa de su dignidad”.

– En los textos se habla del amor. ¿Por qué cree que, en estos casos de violencia, el significado del amor está tan deformado?

– Porque el maltratador lleva a cabo una labor constante de menoscabo en la autoestima y dignidad de la mujer maltratada, tratando de mantenerla sometida, convenciéndola de que todo el mal que le hace es porque la quiere. Se disfraza ese falso amor que la mujer sufre para convencerla que es lo que ella se merece.

-¿Y por qué cree que las mujeres no denuncian al agresor, o no declaran contra él?

– Desde mi punto de vista, existen tres razones fundamentales:

1) las mujeres que no dan la importancia que debe darse al maltrato y lo ‘normalizan’,

2) las que tienen miedo y piensan que están desprotegidas ante su agresor y

3) las que tienen vergüenza de que su entorno y, en definitiva, la sociedad sepa de la espiral de dominación que sufren a manos de sus parejas.

– Las mujeres en situación de violencia están en una situación más que vulnerable, ya sea por la desprotección económica que suelen afrontar, como por el temor hacia el agresor. ¿Cuál cree que es la manera más efectiva para ayudarlas a salir de ese círculo de violencia?

– Decirles que no están solas, que existe un sistema legal que las protege, jueces, fiscales, policías, médicos que, en su trabajo diario, van a dar respuesta a su petición de ayuda; ayuda económica y psicológica que están a su alcance y que la conciencia social cada vez más hace que encuentren apoyo también en sus entornos más cercanos.

Hacer la denuncia es fácil; lo difícil es sostenerla

Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) fundado en Buenos Aires, asegura que “para avanzar en la sanción de los hechos de violencia ya sucedidos, muchas veces es necesario recurrir a otros medios de prueba y no solamente al testimonio de la mujer que ha sido víctima de esa violencia. En esa línea han avanzado desde algunos tribunales en los últimos años, promoviendo un estándar de ‘debida diligencia’ en la investigación que se apoya en una variedad de posibilidades probatorias, y no solo el testimonio de la mujer“.

“En Argentina, se observa que muchas veces las mujeres hacen la denuncia, pero luego la levantan; entonces, ni llegan al juicio”, explica Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). “Estos hombres son sus esposos o parejas, padres de sus hijos y personas a quien ellas quieren y no les es fácil denunciarlos e insistir en que los castiguen, ya sea porque ellos les juran que no se repetirá, porque ellas esperan que se arrepientan y/o necesitan seguir con ellos porque no tienen cómo subsistir o dónde ir a vivir”.

“Por eso, es fácil hacer la denuncia, pero no es fácil sostenerla”, dice Bianco, y deja en claro la necesidad de apoyar a las mujeres para que entienda la relación que mantiene con el violento, así como lo que implica la denuncia, es decir, qué sentimientos va a experimentar (desde culpa hasta la sensación de vacío o pérdida afectiva). “En nuestro país, la mayoría de las mujeres no llegan al juicio (levantan la denuncia) y otras siguen haciendo denuncias y nadie se ocupa de ver qué les pasa y, así, luego aparecen muertas o gravemente heridas”.

Finalmente, Gherardi dice que “para erradicar la violencia contra las mujeres en las relaciones de pareja es fundamental trabajar en prevención primaria, es decir, antes de que se produzca la violencia. Esto significa educar en la igualdad, promover la eliminación de estereotipos de género (que podemos ejemplificar con varias frases como ‘los varones son fuertes, las niñas son delicadas’, ‘los varones no lloran, eso es de nenas’, ‘los hombres trabajan, las mujeres cuidan’) y es una forma de educación que se debe impartir desde las escuelas, en las familias y, más aún, con mensajes comunicacionales permanentes desde el Estado en todos sus niveles”.

Por Sabrina Díaz Virzi – EntreMujeres

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