El presidente del CELS, organismo clave de derechos humanos, desconfía de la Iglesia, luego de que se conocieran los archivos eclesiásticos sobre la última dictadura.
“Hay que esperar a ver el contenido de lo que desclasifican y el protocolo que aplicarán. La experiencia previa es desoladora. En la reunión que las dirigentes de Familiares Lita Boitano y Dora Salas tuvieron en el Vaticano sobre el tema con el sacerdote indicado por el Papa Bergoglio, monseñor Laterza les dijo que tenían pocas cosas y que el grueso eran las denuncias de las propias víctimas. Cuando ambas familiares de detenidos-desaparecidos insistieron en que de todos modos era importante porque se trataba de piezas de un puzzle, Laterza dio una voltereta y argumentó que era difìcil porque había una enorme cantidad de material y poco personal para procesarlo. Además les planteó que había que analizar también la responsabilidad de la guerrilla, defendió la conducta del Episcopado de entonces y del Nuncio Laghi y planteó que debía buscarse la reconciliación”.
“Si publican las cartas de los familiares -continuó Verbitsky-, habría que pedirles que publicaran también las respuestas horrendas que firmaba (el cardenal Raúl) Primatesta, acusando a las víctimas y defendiendo a los represores con el argumento de la ‘campaña antiargentina’. Y la prueba ácida es qué van a hacer con las actas de las reuniones de la Conferencia Episcopal y su Comisión Ejecutiva, donde discutían qué hacer con el tema, donde [el vicario castrense Adolfo] Tortolo justificaba la tortura con argumentos teológicos”.
“Sólo es cuestión de esperar y ver. No me parece que el Episcopado se muestre arrepentido ni reconozca su comportamiento vergonzoso en aquellos años, como tampoco lo hicieron las Fuerzas Armadas”, concluyó.