Chubut Para Todos

Turbulencia en Cambiemos por el blanqueo: Carrió no quiere que rija para funcionarios

Lilita y el radicalismo temen que el proyecto sea un boomerang y termine siendo la Banelco de Macri.

El gobierno entró en zona de turbulencia por el proyecto de blanqueo de capitales, debate al que Mauricio Macri dedicará las próximas horas, incluyendo reuniones personales con aliados de Cambiemos que ven en la iniciativa un riesgo mayor para el futuro del gobierno. Es un clásico: un proyecto en el que están todos de acuerdo porque lo entienden necesario, pero que puede navegar por errores tácticos, hasta convertirse en un boomerang terminal. Le ocurrió a Fernando de la Rúa: la reforma laboral tenía el acuerdo del oficialismo, el peronismo y la CGT, pero se convirtió en la cruz que terminó con aquel gobierno. Lo que Olivos tiene que impedir es que la ley de blanqueo se convierta en la Banelco de Cambiemos. ¿Cómo puede ocurrir eso? Si se instala en el debate que la medida que permitiría el retorno de miles de millones de pesos a la economía formal, pierde el encanto de una panacea, y se termina discutiendo como un ardid para beneficiar a los amigos. Una vez que el gobierno retoma la iniciativa, puede terminar a la defensiva. Eso lo advierten socios de Cambiemos como los radicales y Elisa Carrió, que afirman que, si proyecto contiene un menú de excepciones y de aclaraciones sobre funcionarios y ex funcionarios, la medida va a ser atacada por la oposición y el público como una trampa. Carrió, que en estas horas está regresando de un viaje de más de diez días a los Estados Unidos, es esperada en Olivos para que describa su plan, que ya adelantó a una radio el sábado: rechaza el proyecto “salvo que tenga penalidades, un destino específico, y que no comprenda a funcionarios públicos, ni a determinados empresarios que han compartido negocios con el gobierno, ni a los testaferros”.

La experiencia dice que Carrió es la tasa de corte de un proyecto que sólo saldrá al Congreso si ella lo aprueba. Es decir que ya se puede afirmar que la iniciativa será para todos, menos para funcionarios y ex funcionarios, que no podrán blanquear, salvo si se trata de alguien que tuvo cargos públicos, digamos hace más de diez años, y que permaneció fuera de la administración por un largo tiempo. El blanqueo se ha anunciado decenas de veces, se ha filtrado en sus detalles a la prensa amiga, pero nadie conoce la letra, salvo la minuta que leyó, con más adjetivos e interjecciones que sustantivos, Alfonso de Prat Gay el viernes, antes de subirse a un avión de Air France para estar entre el sábado y mañana en Madrid. La letra chica del proyecto la discuten en estas horas Alberto Abad y los abogados de Economía, dos sectores que aceptan el blanqueo a regañadientes. Creen que es una mala señal, de debilidad ética, pero reconocen que existe una necesidad y una conveniencia. “Soy realista”, le dijo el ministro a un colega de Cambiemos. “- Además – agregó – me dicen que Lilita está de acuerdo”. Su interlocutor dudó: “- ¿Estás seguro? Vos la conocés, hiciste política con ella. ¿O nunca te subiste a auto con ella?”, una manera de decir que la conoce en la intimidad.

La advertencia de Carrió y de los críticos de la alianza Cambiemos a quienes esperan hoy Macri y Marcos Peña – alguno es del interior y adelanta el viaje ritual de todas las semanas – es porque la letra final que les pasaron la semana pasada abundaba en detalles sobre cómo podrían blanquear los funcionarios y ex funcionarios. Preguntaron a qué obedecía tanto detalle, algo que también irritó a Abad y a Prat Gay. Les respondieron que es porque hay funcionarios que debutaron en diciembre pasado en cargos públicos, que tienen pasado empresario y que pueden tener dinero escondido – como tantos argentinos – y que tendrían el derecho a blanquear. El argumento no caminó y la respuesta fue: hacemos política, entonces no nombren gente que no esté en blanco. En un país adonde Macri tiene que explicar que los $ 18 millones que aparecieron en Bahamas ya los había declarado, y donde el oficialismo hace política aprovechando los videos escabrosos de maleantes contando dinero con maquinitas en La Rosadita, es un riesgo avanzar en un proyecto que no exceptúe a los funcionarios, como terminará imponiendo Carrió. Dicho con la brutalidad de la jerga de bar y billares: hay que demostrar que el blanqueo no se hace para Macri. Un disparate, pero que puede prosperar si no se cuida la estrategia con este proyecto.

No es una jugada sin riesgo, porque volcar a la economía formal los dineros escamoteados al sistema fue también el proyecto del anterior gobierno. Toda la política cambiaria del ciclo Kirchner se explica por la intención de obligar al público a que sacase la plata del colchón. El peronismo que se fue no lo logró; el macrismo sólo puede intentarlo si tiene algún rédito que compense el costo de justificar esa medida. Todo blanqueo es un trabajo sucio. Nadie sabe, además, cuánta plata está fuera del sistema. Orlando Ferreres dijo esta semana en La Nación que pueden ser unos U$S 200 mil millones, pero es una presunción (otros U$S 200 mil millones estarán afuera, pero declarados, en total, casi un PBI). Sin saber cuál es la verdad, todos apuestan a que algo venga; nadie puede presumirlo en serio porque el blanqueo es como las tasas de interés, reflejan la confianza del público en el gobierno. A Cristina no le funcionó porque su gobierno no vendía confianza. El monto del blanquero medirá la confianza en la administración macrista. Durísimo examen.

 

Prat Gay estará de regreso el miércoles o jueves en Buenos Aires; eso quiere decir que no habrá proyecto hasta ese día porque querrá verlo; eso depende de lo que discutan Macri-Peña con los aliados y Carrió entre hoy y mañana, un tema que animó la fiesta de anoche por el cumpleaños de Gabriela Michetti, esperado desde hace un año. Había cumplido 50 años en 2015, pero eso ocurrió un mes después de la derrota ante Horacio Rodríguez Larreta en las PASO por la candidatura a jefe de gobierno, y eso amustió a la cumpleañera, que demoró la fiesta hasta ahora, cuando puede soltarse las trenzas sin inhibiciones: hace un año lloraba una derrota, hoy es vicepresidente. Quiso estar Ernesto Sanz, invitado estrella, pero no pudo adelantar el viaje y eso mermó la que iba a ser la figura radical más importante en el sarao. Ese cumpleaños, por las presencias, sirvió para algunas reconciliaciones. Quedaron heridas de aquella vieja elección, pero se han abierto otras por las tribulaciones de Michetti en el segundo cargo de la Nación. Tiene muchas responsabilidades y mucho poder, pero la ven algunas veces dudar en decisiones y eso sirve para el clásico esmeril del internismo. Muestra de esa cultura del (re)encuentro fueron los mimos que cruzaron Michetti con Marcos Peña, separados desde aquellas lides porteñas, y la presencia de Horacio Rodríguez Larreta con Bárbara Diez. Salvo Macri, que se reservó para el madrugón de hoy, cuando va a Campo de Mayo a celebrar el día del Ejército con anuncios de aumentos de sueldos para uniformados de todas las fuerzas (militares y de seguridad), estaba casi todo el gobierno: Federico Pinedo, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich con Guillermo Yanco, poeta y estratego, Jorge Triacca, Guillermo Dietrich, Carolina Stanley (sin su marido Federico Salvai, que estaba anoche buscando restorán en Roma después de verse con el papa Francisco), Soledad Acuña, con su ex marido el ex kirchnerista Diego Kravetz (hoy funcionario del macrismo en Lanús), el vicejefe de gabinete Mario Quintana, Hernán Lombardi, Jorge Lemus, Enrique Pinedo, la abogada Mónica Almada (Banco Nación), el banquero Enrique Cristofani (Santander-Río), intendentes como Martiniano Molina y Néstor Grindetti, que intentó transmitir a una barra más bien indiferente el entusiasmo por el campeonato que ganó Lanús, el vicepresidente consorte Juan Tonelli, diputados como Fernando Sánchez, Nicolás Massot o Luciano Laspina, el embajador y ex compañero de fórmula Guillermo Montenegro, y una nube de representantes de la prensa amiga que se ocuparán de volantear más esa fiesta. Casi un cumpleaños de estado. Ocurrió en un salón de Arenales y Ayacucho, en la Recoleta porteña, y la verdad es que el menú dio que hablar por la abundancia del bandejeo y lo sabroso de la cazuela de lomo.

Los radicales importan siempre en estos retablos del oficialismo porque Macri es consciente de que los necesita para todas las batallas en serio. Adonde vaya, tiene que alinearse detrás del bloque de legisladores del Congreso y está dispuesto a escucharlos con la misma atención que oye lo que le acercan los abogados de la mesa chica en este y en otros temas, área en la que ronca fuerte el abogado Fabián Rodríguez Simón, estratego jurídico y que también está en la trama de la ley de blanqueo. Es uno de los enlaces más firmes entre el macrismo y Carrió, y del acuerdo entre ellos dos depende el texto final del proyecto. La jefa de la Coalición es una de las damas de hierro a las que Macri nunca va a contrariar porque expresa una línea muy fecunda para el gobierno: apoyo ciego pero condicionado, a que no haya perrerías. Se lo admiten, como ocurrió con la designación, a pedido de ella, del ex diputado nacional Gustavo Gutiérrez como síndico de YPF en representación de las acciones clase D. Ese cargo es clave en la petrolera, tanto que en tiempos de Carlos Menem lo tuvo nada menos que Alessandra Minnicelli, esposa de Julio de Vido, en representación del gobierno provincial de Néstor Kirchner, la misma persona a la que el santacruceño llevó a la SIGEN entre 2003 y 2007 para que le controlase los gastos.

Con el “Negro” Gutiérrez en ese cargo, Carrió tendrá un mirador para controlar todo. El nuevo síndico además en mendocino, y si de algo saben todos los mendocinos es de vino, de agua y de petróleo. Carrió tiene una afición especial por este conservador que la acompañó en sus peleas contra el grupo Moneta, del cual fue víctima de difamaciones. En 2003 fue su compañero de fórmula en las presidenciales y sacaron 14,15 % de los votos, bastantes si se compara con los de las otras fórmulas ((Menem 24,34; Kirchner 21,99; Ricardo Lopez Murphy 16,35). En 2015 compitió en las PASO de Cambiemos por la Coalición, pero no llegó al piso y quedó afuera. Gutiérrez formó parte de un grupo que se juntaba en los ’90 en La Biela cerca de medianoche a cafetear, y que integraban Carrió, Víctor Fayad, Mario Negri y a veces Horacio Jaunarena. A esa mesa iba otro pecador, Juan Pablo Baylac, autor de una máxima muy sabia que dijo cuando cayó De la Rúa y que debería aplicar este gobierno. Le preguntaron qué había ocurrido y sancionó: “Nuestro error fue creer que los amigos eran enemigos, y que los enemigos eran los amigos”. Debería labrarse en piedra en el despacho presidencial.

¿A qué viene esto? A que las afinidades entre los socios políticos hay que asegurarlas con pruebas de sangre. Los radicales se lamentan de que mientras a Macri le vaya bien, no les va a soltar más cargos, como ocurre en la Capital Federal, adonde Horacio Rodríguez Larreta los tiene mirando de afuera, con la ñata contra el vidrio. Allí no se ha creado aún Cambiemos. Un capítulo del blanqueo es la advertencia de los radicales del Congreso de que, si el proyecto se desfigura y termina siendo discutido, no como una solución para los jubilados que recibirán aumentos y retroactivos con cargo a lo que se recaude, sino como una receta para lavadores, no pueden asegurar ni el voto de los propios. Eso aterroriza al macrismo cuando les advierten que no les pueden pedir a ellos el apoyo si Olivos no la tiene controlada a Carrió, que es incontrolable, como lo demuestra con su campaña contra Ricardo Lorenzetti. El justice fue a pedirle a Macri que la amarre y el presidente le respondió algo así: Ja, qué fácil, controlar a Carrió… ¿Quién podría? Tampoco tienen controlados desde Olivos a esos socios odiosos que son Sergio Massa y Diego Bossio, que muerden el freno cuando ven que este gobierno toma medidas peronistas como el blanqueo, o el pago de deudas previsionales, dos proyectos que el peronismo de Cristina intentó, pero en los que fracasó. Massa y Bossio, para colmo dos ex Ansés, lo menos que van a hacer en el Congreso es apoyar los proyectos, pero buscar que al gobierno les salga más caro, algo que intentan hacer con la baja de ganancias, dicen que sí pero que sea más grande y más caro.

Estas restricciones son el motivo de la fascinación de Macri con algunos radicales, como Mario Negri, a quien felicitó en persona el jueves en Córdoba por el discurso de cierre del debate por la ley de anti despidos. “Va a pasar mucho tiempo hasta que aparezca alguien con tanto dominio legislativo y que dé discursos de cierre tan buenos como éste”, dijo Macri en Jesús María a un grupo pequeño, el que pudo entrar en un helicóptero que lo llevó desde la capital a Luque, y de allí a Jesús María. Nunca se sabrá – comentaban anoche en el cumpleaños de Michetti – qué más hablaron en esa cabina mínima del helicóptero los elegidos para viajar juntos con Macri: Rogelio Frigerio, Negri, Juan Schiaretti y Nicolás Massot, presidente del bloque Pro de diputados que se pellizca todas las noches, antes de dormirse, porque no puede creer lo que oye y ve en el puesto adonde lo ha puesto la nueva política. A veces cree que le están tomando el pelo. Negri dio ese discurso de cierre a pedido de Emilio Monzó, después de una ríspida discusión en plena sesión. Cuando Negri anunció la abstención de Cambiemos, lo atacó Massa con el “te diste vuelta como una media”. Negri: “- Es porque fuiste a negociar con Gioja para quedarte con el peronismo”. Massa: “- Pero anoche estuve con Monzó y Massot cenando en casa para arreglar, y vos no viniste porque no te invitaron”. Negri se rio: sabía que no era cierto, pero entendió mejor que con el tigrense no se puede arreglar nada. Se lo ha escuchado de boca del propio Schiaretti: no se puede confiar en él, y menos De la Sota, que compite con Massa por el mismo botín.

Un dato sobre la letra chica de esta trama: el gobierno ya descartó la venta de acciones del Ansés de empresas privadas. El dictamen de Economía es que los expondría a un debate odioso y sin mucho provecho, ya que el monto necesario para que cierre el presupuesto para el pago de juicios a jubilados se cumple con cuatro años de los dividendos de esas compañías. Para la letra grande, hay tranquilidad sobre los votos necesarios para la aprobación. Es un riesgo que los proyectos entren por la Cámara de Diputados, donde hay un kirchnerismo activo, que no existe en el Senado. Parece algo forzado, porque tratan materia fiscal, aunque el kirchnerismo se saltó muchas veces esa restricción, pero que debe respetar un gobierno de minoría legislativa. De todas formas, ya les dijeron que el peronismo no tiene muchos argumentos para no apoyar un blanqueo que el anterior gobierno tuvo abierto muchos años, y lo de los jubilados, porque abre el monedero del Fondo de Sustentabilidad del Ansés para el pago del 15% de la coparticipación adeudada a las provincias, y eso alinea a los gobernadores.

Ese asunto es el motivo por el cual José Luis Gioja, presidente del PJ, adelanta para hoy su llegada a Buenos Aires. La mesa chica que integra con Daniel Scioli (que volvió a jugar Futsal el sábado en La Ñata) y Gildo Insfrán, tiene que discutir el reparto de cargos en el nuevo Consejo Nacional que se reunirá mañana. Pero el tema central va a ser dibujar los argumentos para enfrentar blanqueo y jubilados, aunque sin boicotear las iniciativas del gobierno. Cuanto más, se sumará a la línea Massa-Bossio de apoyar pero que les salga más caro, de manera de lograr mejor imagen entre pasivos, gobernadores y, por qué no, lavadores. Entre esas tareas que tiene la mesa chica es terminar con el casting para integrar el “shadow cabinet” que asesorará a la cúpula, al británico modo, y que aquí ensayó Rodolfo Terragno cuando era presidente de la UCR. Ese equipo tiene en vista a varios candidatos para la sombría cartera de Economía. No lo quieren a Axel Kiciloff, que hizo cristinismo desbocado en Corrientes y en Chaco, y los compromete con esas inclinaciones. En el PJ de Matheu tienen in péctore a un economista que fue ministro del área y después embajador, pero no diremos aquí el nombre para no spoilear la movida. Una sola señal más: tiene doble apellido y fue uno de los ministros provinciales de Economía de más larga trayectoria en la historia, sólo superado por De Vido como ministro de la misma área, durante las administraciones Kirchner en Santa Cruz. (Una curiosidad: en la charla que dio en el Chaco, invitado por Jorge Capitanich, Kiciloff no criticó el blanqueo, sólo dijo que se lo quiere presentar como una solución para los jubilados).

Prat Gay tiene desde hoy una misión personal que le encargó Macri: explicarle al rey Felipe VI° que su gobierno necesita de España, que querría haber visitado Madrid hace rato, pero como desde diciembre ellos no tienen gobierno, no pudo formalizarlo. El ministro de Economía recibirá, por el peso de la misión, tratamiento casi de Jefe de Estado. Lo más estridente, aunque no figura en la agenda oficial del viaje, es una visita al palacio de la Zarzuela, en donde lo esperan Felipe y Leticia como si fuera un gobernante. De esa cita puede salir una noticia importante: la visita del rey a la Argentina para participar de los actos del Bicentenario. Es un deseo del monarca, pero hay condiciones logísticas y protocolares que debe asegurarle el anfitrión. Con la misma pompa, en la mañana de hoy lo presentará en el hotel Ritz la vicepresidente del gobierno de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamarina, en un ciclo de charlas-desayuno del “Nueva Economía Forum” del que participará también Irina Bokova, la secretaria de la Unesco que compite con Susana Malcorra por la silla de Ban ki Moon en la ONU. Por la tarde, Prat Gay recibirá en la residencia del embajador Ramón Puerta a Felipe González, leyenda viviente de la transición y hoy lobbista empresario, a Ana Botín, dueña del Banco de Santander y a Enrique Iglesias, ex BID y hoy a cargo de otro lobby iberoamericano. Se hace un hueco para ir a ver sus majestades y por la noche Puerta le propinará una cena con 40 empresarios y figuras de la vida española a quienes les explicará el plan Macri. A todos ellos les dirá lo mismo: que su gobierno necesita a España y sus inversiones. En crudo, ese reclamo expresa la inquietud del ministro antes de partir; cree que en lo que queda del año la inflación algo va a bajar, pero lo que le preocupa es la caída de la actividad económica, y para eso hace falta plata. Mañana el ministro será presentado por el ministro de Economía Luis de Guindos ante un foro de empresarios y funcionarios que le ha juntado el diputado Miguel Ángel Cortés – principal enlace político entre el PP y el PRO – en la Casa de América. Para no bajar el nivel del trato, lo entrevistará en público el director de la agencia EFE. Una rutina sin red, al ser esta agencia una repartición oficial, al igual que Télam, radio Nacional o 6,7,8. Después lo llevan a ver al canciller José María García-Margallo, almuerza con De Guindos en Economía, y termina la jornada en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales adonde habrá un seminario España-Argentina. Habrá nuevo pedido de inversiones y por la noche, vuelo a París y regreso a la Buenos Aires del blanqueo. En todas las intervenciones habrá agradecimiento a España por la reapertura de la compra de biocombustible y escuchará alguna oferta que ya está medio a salir, como la recuperación de los hospitales de la colectividad española (Hospital Español, Centro Gallego) con fondos del estado y empresas privadas. Pero eso lo presentarán la semana que viene en Buenos Aires.

Los radicales de la Capital mantienen el fuego en función piloto y, distantes de la gestión larretista, se animaron con la reaparición de Martín Lousteau (que aún no logra que se lo nombre al papá como agregado cultural en la embajada de Madrid). Fue en un misterioso reportaje a la agencia Télam, que depende de la casa de Gobierno, en el que dice que vuelve al país a pelear la jefatura de gobierno en 2019. Abrochó esa fabricación informativa – no cabe calificar de otra manera que un embajador hable a través de una agencia oficial – con un mensaje que envió el 25 de mayo al acto de apertura de un local de la UCR en Almagro. Es un emprendimiento del legislador porteño Marcelo Guouman a quien acompañaron entre otros Rafael Pascual, Emiliano Yacobitti, Juan Nosiglia, Hernán Rossi, que festejaron ese saludo desde Nueva York, adonde Lousteau recibió en una semana a un malón de visitantes que saturaron la costa Este (Elisa Carrió, María Eugenia Vidal, Germán Garavano, Emilio Monzó, Mariana Zuvic, etc.). Rieron tupido estos radicales pensando en quién promueve desde el oficialismo al contradictor de Rodríguez Larreta, que los quiere bien lejos y más si se varean con Lousteau, que le disputará la reelección en 2019. Casi los mismos radicales habían estado el martes 24 en un acto en el local “Beto Larrosa” de Lugano, en el cual se recordó a ese dirigente por haber inventado el Pre-Metro. ¿El Metro-Bus?, preguntó el despistado, ¿no era invento de Macri? Da igual, poné que el Beto también inventó el metro-bus. Así se escribe la historia.

A propósito del embajador en Washington, tuvo que hacer malabarismos para que hubiera paz con tantos argentinos. Ese 25 hubo un cóctel por la fiesta patria en la embajada, al que fue Vidal, pero al que no se quedó Carrió, como si no hubieran querido mostrarse juntas. Una rareza porque la jefa de la CC elogió a Vidal en la conferencia del Inter-American Dialogue con el mismo énfasis con el cual descalificó a Eugenio Zaffaroni por actuar como abogado informal de Cristina de Kirchner, cuando a la vez es juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En ese cóctel hubo un malón de más de 70 juezas argentinas que viajaron a un congreso de magistradas del sello continental que creó hace 25 años la fallecida Carmen Argibay. Ayer, una de ellas, la entrerriana Susana Medina, asumió como titular de la International Association of Women Judges, que hará su próxima cumbre bianual en 2018 en Buenos Aires. En el grupo estaba Inés Weinberg de Roca, miembro del Tribunal Superior de Justicia de la CABA, que el gobierno ha propuesto para cubrir una vacante en la Corte Penal Internacional. Esa plaza la tiene que pelear la cancillería de Malcorra porque la debe proveer la asamblea de la ONU. Estaban, además, Elena Highton de Nolasco (Suprema Corte), el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, la jueza de la Corte porteña Ana María Conde, varias miembros de tribunales superiores de provincias, como María Angélica Gastaldi (Santa Fe), Soledad Gennari (Neuquén), Cristina Irene Leiva, (Misiones), María Luisa Lucas (Chaco), la Defensora General de la Nación Stella Maris Martinez, y activistas como Graciela Adán (Fundación Global) y Michelle Mannat. Vidal, que tenía como sherpa de este viaje al secretario de Derechos Humanos Santiago Cantón (con años de burocracia en los Estados Unidos), partió para una conferencia en el Atlantic Council.

En este vértigo de viajes hay que anotar la aparición ayer en Roma, del ministro provincial Federico Salvai en Roma, junto al comunicador Federico Suárez, junto al para Francisco, para lanzar el partido de la Paz que se jugará en el Estadio Único el 10 de julio. Fue en el cierre de la cumbre mundial de la organización Scholas Occurrentes a la que asistieron estrellas como Richard Gere (que es budista, como Macri), Salma Hayek, la Bruja Verón y George Clooney, que vieron como Suárez, uno de los ghost writers de Macri, recibía un plantín de olivo para que se lo traiga a Vidal y lo planten en el estadio antes del partido. Salvai recordó, mientras buscaba anoche restorán por las calles de Roma, que Scholas Occurrentes nació en la CABA cuando Jorge Bergoglio era cardenal y que siempre tuvo excelente relación con Carolina Stanley (esposa de Salvai) y con Vidal, que fueron encargadas de Desarrollo Social. Nadie nunca podrá probarlo, pero en Cambiemos creen que el voto clerical de la provincia lo volcó Bergoglio y sus tentáculos en favor de ella y contra Aníbal Fernández en la elección a gobernador de Buenos Aires, trajín que se gestó en reuniones de campaña con curas villeros y obispos del distrito que siempre tuvieron más onda con ella que con el símil Morsa. El pedido de que se haga el partido se lo hizo a Vidal el titular de las Scholas, José María del Corral, que estuvo acompañado por su segundo, Enrique Palmeiro, y el subsecretario de Culto de la Nación Alfredo Adriani. El Vaticano celebró el apoyo del gobierno nacional, al que no quiso agradar mucho recibiendo en la misma semana a Hebe de Bonafini (nota de hoy: apareció en el Boletín Oficial un decreto de Macri que concede más de 16 millones de pesos de subsidio para mantener la sede local de Scholas).

Algunos de los asistentes a ese acto con el Papa, que fue saludado anoche por el gobierno como un gesto de reconciliación en una puja que para algunos no existe, venían algo baleados de Milán, adonde vieron el sábado el partido Real-Atlético, por la copa europea. El actor Gere viajó desde Madrid en el chárter del Real Madrid, viaje que se perdió Ramón Puerta porque se quedó en España para recibir ese día a Prat Gay. Lo habían invitado a viajar con el plantel tanto el Real como el Atlético. En Milán hubo muchas gradas con argentinos, entre ellos el empresario Juan Nápoli y el ex diputado y abogado massista Mauricio Dalessandro (que tuvo la delicadeza de registrarse antes del partido con nuevo tocado capilar; natural, se entiende, obra de un fígaro milanés).

La línea clerical se dio un gusto de cabotaje al asistir el martes a la noche a la cena de beneficencia que hace todos los años el vicario de la pastoral universitaria, el cura de las estrellas Guillermo Marcó. Hubo presencias empresarias como la de Georgie Neuss, Juan Pablo Maglier, Martín Cabrales, Tato Lanusse, Omar Aboud, “Dani” Goldman, Jorge Enríquez, Juan Pablo Viglieri, Jorge Aufiero y otros emblemas de la piedad porteña que dieron testimonio participando de un animado remate de obras de arte. Hubo alguna representación de oficialismo, pero de menor cuantía, y emblemas del periodismo más pío. Fue en la coqueta sede de la vicaría, en la calle Riobamba, de la que, en cualquier momento, se va encargar el profesor Adrián Paenza.

La peña radical Progreso dio un batacazo el jueves al colmar el local de Lalín para escuchar al reaparecido Fernando de la Rúa, que ya es infaltable en actos partidarios, y varios por semana. El ex presidente se refirió con lujo de detalles a los pormenores de su Gobierno, la relación con el Fondo Monetario Internacional, el ingreso de Cavallo pedido por Chacho Alvarez, avalado por Alfonsín y todos los gobernadores. Se explayó sobre el canje de la gran deuda dejada por el gobierno de Menem, el blindaje y, finalmente la retirada del apoyo de los máximos dirigentes radicales y de la oposición peronista. Para la referencia a los trágicos sucesos del día de su renuncia, contó De la Rua con la asistencia de su letrada personal la atractiva doctora Valeria Corbacho que se explayó en consideraciones sobre el juicio al ex presidente y también a la reciente condena al exsecretario de seguridad Enrique Mathov. Sobre la desventura de este último hubo conmovedoras expresiones de solidaridad que probablemente se materialice en una declaración pública dirigida a las autoridades de la UCR exigiéndole mayor ahínco y compromiso en su defensa. La charla eludió prolijamente cualquier atisbo de autocrítica lo que fue considerado con indulgencia por los asistentes. Flanquearon a De la Rua Nicolás Gallo y Héctor Lombardo, además de históricos como Elsa Kelly, Elva Roulet, Daniel Larriqueta, Nestor Pérez Baliño, Félix Loñ, Humberto Bonanata, Raúl Ricardes, Coco Yunes, Jose Bielicki (de quien se extrañan las fotos) y el socialista Mario Mazzitelli, entre otros. Sobre el final y muy sucintamente De la Rua ratificó su opinión favorable a la presencia de la UCR en Cambiemos y, al contrario de muchos de sus correligionarios, opina que no debe bregarse por mayores espacios de poder en el gobierno sino por mayor influencia moral en las políticas públicas que la administración Macri lleve adelante.

Por Ignacio Zuleta – Zuletasintecho.net