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Rafael Correa: “El progresismo en América Latina ha sido un verdadero cambio de época”

En una entrevista realizada por Fabián Cardozo para Televisión Nacional de Uruguay y emitida por GPS Internacional de Sputnik, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa compartió su visión sobre la coyuntura regional y mundial.

Correa se encuentra en Montevideo, donde participó de la inauguración del Congreso del Movimiento de Participación Popular, el sector político al que pertenece el senador y expresidente uruguayo José Mujica.

El estadista ecuatoriano habló con el periodista Fabián Cardozo, con quien compartió sus visiones sobre la integración regional, el ecosistema de medios y la situación de la izquierda a escala continental. También se refirió al caso de Julian Assange y a la lucha contra la corrupción que libró su país bajo su mandato.

— Estamos viviendo sin duda momentos convulsionantes en esta América Latina. ¿Usted observa que existe un cierto resurgimiento de los sectores conservadores?

Yo creo que estamos en tiempos difíciles, pero como dice uno de los más grandes pensadores que tiene nuestra América y vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, no son momentos terribles. Depende de con qué lo compare.

Yo soy un optimista por naturaleza. En los procesos históricos hay avances, pequeños retrocesos, nunca se vuelve al punto original. Nuestra América con los Gobiernos progresistas no ha tenido una época de cambio, sino un verdadero cambio de época.

Se ven avances nuevamente, por ejemplo la victoria electoral en las elecciones presidenciales de Ecuador y muy pronto en Brasil, porque el experimento golpista de esa derecha brasileña —que no es una derecha brasileña, es derecha continental e internacional— es un fracaso total.

— En estos tiempos parece incluso que algunos sectores de poder —tal vez el empresariado e incluso los medios de comunicación- han instalado la idea de que los gobiernos progresistas han expresado cierta falta de transparencia.

Ese es el ataque que tenemos que recibir día a día de la prensa mercenaria, que ha sido nuestro principal adversario. De los movimientos de derecha que, al menos en Ecuador, se derrumbaron por sus propios errores. Y de ciertos grupos empresariales, que de manera deliberada carecen totalmente de autocrítica. No puede haber corrupción en el sector público sin corrupción en el sector privado. Como en el caso Odebrecht, empresa corrupta y corruptora. Pero la corrupción es solo patrimonio de lo público: primera mentira para deslegitimar lo público, al Estado, y para decir que a nuestros países no los deben gobernar hombres políticos sino gerentes.

Es un libreto que les dio resultado en Brasil. Empezaron con Dilma, vinculándola a casos de corrupción. La desgastaron políticamente. La llevaron a juicio político por otras causas, con el aplauso de la gente porque estaba desgastada políticamente. La destituyeron. Hoy resulta que es inocente de todo, pero está destituida. Ya no es presidenta de la República. El mismo libreto, la misma estrategia en Ecuador y en general contra los gobiernos progresistas.

¿Cuál es la verdad? Nosotros hemos luchado a muerte contra la corrupción. Ya no existe la corrupción generalizada en Ecuador. Es una realidad que antes el que entraba al aeropuerto para pasar migración ya tenía que dar una propina. Para sacar una cédula, también. Ya no existe nada de eso. ¿Cuál es la corrupción que queda? La de un traidor deshonesto, que recibió una coima en una cuenta en un paraíso fiscal.

— La izquierda no ha logrado entrar de fondo en el debate sobre la propiedad de los medios de comunicación…

Nosotros hemos hecho claras propuestas en ese sentido. Yo creo muchísimo en una redemocratización de la propiedad [de los medios]. Ahí hay una contradicción de origen: la información es un derecho, pero que está siendo provisto por un negocio privado con fines de lucro. En el momento en el que el fin de lucro se contraponga al derecho de los ciudadanos a ser bien informados, ¿qué va a prevalecer? Por definición, si es un negocio, va a prevalecer el fin de lucro.

— ¿Qué le espera al sur y a nuestra región con señales como las que vienen del norte en el caso de Donald Trump?

Cohesionarnos, unirnos más que nunca y seguir adelante. Yo no soy pesimista con respecto a Trump. No porque espere algo de ese tipo. Sino que políticas tan cavernarias, tan elementales, generan una reacción en nuestro continente. Fíjese George W. Bush, un intelectual al lado de Trump, Cuando llega esta avalancha de Gobiernos progresistas en la región es durante su mandato [2000-2008], como reacción a tanto primitivismo.

— Usted habla de más unidad en los países de la región. Sin embargo los procesos de integración como el Mercosur y Unasur parecen estar debilitados o paralizados.

Ha cambiado la correlación de fuerzas. Le decía hace un momento, hace unos 10 años, de 10 países latinos sudamericanos —sin contar Guyana y Surinam que son parte de Unasur y de hecho tenían Gobiernos progresistas ellos también—, ocho tenían mandatos progresistas, una mayoría aplastante. Era muy difícil detener esa integración.

Tengo que decir también que incluso cuando llegaban Gobiernos de derecha respetaban principios básicos: la democracia, el deseo de integración. Como se rompieron todos los límites, todos los escrúpulos, ahora ni siquiera se respeta eso. Deliberadamente hay un boicot a la integración regional por parte de ciertos Gobiernos.

— ¿Ecuador va a insistir con el caso de Julian Assange?

Por supuesto. No soy más presidente de la República. Hablo de mi experiencia y como ciudadano. No sé qué tengamos que insistir. Tienen que hacer lo que debieron hacer hace tiempo. Mire cómo se derrumbaron todos los casos de Suecia. Jamás quisimos impedir que se aplique la Justicia sueca. Jamás justificamos lo que hizo Julian Assange: se le dio el asilo porque no estaba garantizado el debido proceso.

Es decir, buscan cualquier pretexto para seguir abusando de los Derechos Humanos de Julian Assange, para seguir con su prepotencia. Imagínese por un momento si hubiéramos hecho una décima parte de eso, tener un tipo sin permitir que salga de una embajada durante cinco años. Ya tendríamos a la Corte Penal Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Pero aquí no pasa nada. Toda la solución en estos momentos está en manos de Gran Bretaña. Ya no puedo hablar como Gobierno, pero creo que es una política de Estado, una tradición de Ecuador. Seguiremos garantizando los Derechos Humanos de Julian Assange y el asilo que le hemos concedido soberanamente.

— Usted tiene un diálogo y un vínculo de mucho afecto con Uruguay y está aquí por invitación del expresidente José Mujica, con quien tiene una relación de mucha cercanía. Recuerdo que no hace mucho, en épocas de campaña electoral en Ecuador, dijo que Uruguay era un modelo a seguir…

Por supuesto. El país más exitoso de América Latina no es Chile. Eso es parte del marketing ideológico. Como Chile es neoliberal, es el país más exitoso y más desarrollado de la región. Falso. El país más desarrollado de América Latina se llama Uruguay: por su nivel de vida, su justicia social y sus servicios públicos. Es un país 12 años gobernado por un Gobierno de izquierda. Pero como eso no es funcional al paradigma dominante y la propaganda ideológica, se lo oculta, se lo calla.

Insisto, para mí siempre es un honor venir a Uruguay, que es un ejemplo para nosotros, un país muy querido. Más aún teniendo la invitación de un queridísimo amigo como Pepe Mujica, que siempre vino a Ecuador cuando lo hemos necesitado. Cuando lo hemos llamado para compartir conversaciones o foros, siempre ha estado ahí. También quisiera saludar al presidente Tabaré Vázquez, que muy amablemente me llamó para decir que no me iba a poder atender. No pudimos hablar: yo también estaba por Bolivia. Me dijo que no iba a estar en la ciudad y que me mandaba un abrazo. Es otro querido amigo.

— Ahora que dejó la presidencia, ¿cuál es su presente y su futuro político?

Créame que nunca me ha interesado mi presente y futuro político. Solo me interesa servir a mi patria. Creo que he dado todo lo que pude estos diez años. Estoy cansado. Tengo una deuda enorme con mi familia, que ha sido la gran sacrificada. Me voy a vivir unos años a Bélgica, de donde es oriunda mi esposa. Además mis hijas están estudiando una en Bélgica y otra en Francia, entonces voy por la reunificación familiar y devolverle a mi familia un poco todo lo que le he quitado estos años.

Fuente: mundo.sputniknews.com