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Quintana, ¿el ministro que no fue?

En Casa Rosada apuntan a Mario Quintana como el primer perdedor visible de la interna con Sturzenegger por la política monetaria y económica. Macri, el referi del sube y baja. El rol de Peña.

Dentro de las tensiones intestinas del oficialismo, la corrida cambiaria que estremeció al Gobierno durante esta semana corta arrojó un saldo provisorio a favor del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. También desnudó la existencia de una feroz interna, a veces controlada, en el seno del entorno presidencial con el secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana, que depende del jefe de Gabinete, Marcos Peña. Tal como anticipó Letra P, las diferencias entre el ministro coordinador y el ex CEO de Farmacity estaban en estado incipiente dentro de una controversia que registraba picos de tensión entre el equipo de “Sturze” y el de Peña, secundado por sus dos vicejefes de Gabinete: Quintana y el secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Lopetegui.

Ambos controllers sobrevuelan el funcionamiento de los 20 ministerios que conforman el equipo del Presidente. Sin embargo, Quintana tiene atribuciones sobre la conducción de la macroeconomía nacional y en el casi desactivado Gabinete Económico, que reúne a las carteras de Hacienda, Finanzas, Producción, Transporte y Trabajo. La figura de ese equipo fue diseñada por Cambiemos para diluir la autoridad del ministro de Economía, un cargo que existió hasta el final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

La figura del superministro económico volvió a resonar esta semana, en boca de Domingo Cavallo, que ocupó ese cargo para Carlos Menem, con la aplicación del peso convertible, y con Fernando De la Rúa, cuando la debacle final de esa paridad cambiaria terminó en la crisis de diciembre de 2001. En medio de la corrida cambiaria que se aceleró este miércoles, luego del feriado largo del Día del Trabajador, Cavallo cuestionó el rol del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y dijo que hacía falta un ministro de Economía que se transformara en el principal responsable e interlocutor de la materia por debajo del Presidente. Poco tiempo antes, en su blog personal, ya había advertido que el jefe del Estado estaba siendo mal asesorado en materia económica.

Dos días después, cuando la corrida cerró su segundo día de estampida, desde la Casa Rosada comenzaron a filtrarse los detalles más claros de la pulseada entre Quintana y Sturzenegger, que finalmente fue resuelta a favor del presidente del Banco Central, cuando este viernes por la mañana redobló la apuesta e impuso una tasa de interés del 40% (la más alta del mundo) y una serie de medidas para inundar el mercado de dólares y forzar provisoriamente una baja del billete estadounidense. La película de esta nueva aventura financiera de Cambiemos recién comienza, pero, por ahora, inclina la balanza a favor de la ortodoxia del Banco Central, a partir de una decisión manifiesta de Macri, que pegó un volantazo y recortó la injerencia de la Jefatura de Gabinete en materia de política monetaria.

EXÉGETAS Y MALHERIDOS. A primera vista, el giro desató intrigas sobre una virtual desautorización presidencial a Peña, por encima de su equipo. Al calor de la naciente estrategia para afrontar una crisis en desarrollo, el interrogante sigue abierto, pero no pasa inadvertido para los funcionarios de Balcarce 50, que reportan a varios ministerios que han padecido el rigor de Quintana y Lopetegui: desde los controles y castigos por no ejecutar el presupuesto, hasta las instrucciones para revetir decisiones tomadas por ministros que fueron desautorizados sin piedad, y en nombre del Presidente.

“Quintana es como varios hombres que están debajo de Marcos. Si el peñismo existe, esos muchachos, antes que peñistas, son macristas y de ellos mismos”, bromeó en diálogo con Letra P uno de los escuderos que caminó por la cubierta del Gobierno en medio de la tormenta de esta semana. El mensaje tiene una base histórica que lo sustenta. Quintana fue convocado al Gobierno por Macri, a partir de las recomendaciones y pedidos del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, que conocen al empresario desde hace 20 años, cuando formaron parte del Grupo Sophia y llegaron a ser coautores de un libro sobre políticas sociales promovido por ese “think thank” liberal.

El ardid discursivo sobre el desgaste exclusivo de Quintana intentó repasar el contorno de una zona caliente para los funcionarios de Cambiemos, pero sin quemarse: “El que intentaba terciar en temas técnicos de política económica y monetaria es Quintana, Peña no tiene ese conocimiento ni esas atribuciones”, redondeó la fuente para graficar que la desautorización presidencial fue para “Mario” y no para “Marquitos”. La interpretación parece cercana al decálogo de reducción de daños en momentos de crisis, que recomienda sacrificar al peón para salvar al rey. Si fue aplicado, la versión busca cargar a, nombre de Quintana una responsabilidad que orgánicamente corresponde a Peña.

Sin embargo, en Balcarce 50 las opiniones consultadas por este medio revelan una creciente omnipresencia de Quintana durante los dos primeros años de Cambiemos en el poder. Tocó su cenit este verano, cuando Macri y Peña estuvieron de vacaciones y el timón quedó en manos del creador de Farmacity, una práctica muy lejana a lo que establece la Constitución. En los papeles la administración del Ejecutivo corrió bajo la rúbrica de la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti. Pero en esas jornadas el país quedó en manos de uno de sus gerentes ejecutivos, como si fuera una corporación cuando el CEO descansa. Desde aquellos días, el rol del vicejefe de Gabinete creció por su poder, pero también por las ambiciones que le adjudican, como la versión de un nuevo destino al frente del Ministerio del Interior, que conduce Rogelio Frigerio.

LA INTERNA MÁS TEMIDA. Habría sido el propio Peña quien desautorizó esa ofensiva en las sombras, con el mismo empeño que le cargan ahora para hacerle saber a los medios y, en especial, a Clarín, que el perdedor de la pelea con Sturzenegger era Quintana, en una decisión que laudó Macri, el mismo que hace seis meses desautorizó al titular del Banco Central, a expensas de las críticas y diagnósticos sembrados por el ministro sin cartera. “O Marcos cambió de idea o decidió despegarse de un tipo que puso Macri o está soltando lastre porque es el jefe de quienes metieron la pata”, disparó un acérrimo crítico de Peña desde las filas de Cambiemos que le cuestionan, entre otras cosas, su acceso privilegiado al Presidente y rol de máximo intrigante.

No fue la única información que salió de las grietas del Gobierno. También retumbó la hipótesis de un nuevo destino de Quintana en la cartera de Hacienda, en manos del cuestionado Dujovne, desgastado públicamente por la investigación periodística del diario Perfil que reveló gastos superfluos de su gestión, como pagos excesivos en cenas privadas y compras de alfajores dietéticos Chocoarroz. La desautorización fue corrosiva para un funcionario que dice comandar a los cruzados del ajuste fiscal, pero también estuvo acompañada por fotografías que se filtraron donde Frigerio aparecía de vacaciones en el exterior.

La virtual presidencia interina de enero que detentó Quintana fue posterior a la tan recordada conferencia de prensa del 28 de diciembre, Día de los Inocentes, donde Sturzenegger fue obligado a participar de una conferencia de prensa, junto a Peña y Dujovne, para anunciar una estimación inflacionaria del 15% para este año. Las esquirlas de aquella vendetta impactaron en distintas partes de un gabinete que, según el consultor ecuatoriano, está integrado por ministros desconocidos y escaso nivel de conocimiento. En ese río revuelto, creció Quintana, el ministro sin cartera, que sueña con ser aquel superministro de Economía que reclamó Cavallo. Aunque el padre y enterrador de la convertibilidad lo dijo para disparar sobre todo el equipo económico y proteger a Sturzenegger, su discípulo y amigo.

Por Claudio Mardones – Letra P