Chubut Para Todos

Por qué Beatriz Sarlo tiene razón sobre el macrismo Por Julio Bárbaro

Las palabras de la escritora e intelectual siempre convocan a un debate de ideas, algo que no es el fuerte del oficialismo

Cacho Castaña y Eugenio Zaffaroni emiten conceptos fuera de lugar. Beatriz Sarlo, una de las pocas personas respetables que nos quedan, expresa que los gobernantes anteriores amaban odiarla y los que hoy lo hacen ni siquiera la tienen en cuenta. Tristemente cierto, ese concepto de Beatriz merece ser tenido en cuenta. Los otros dos, los desubicados, ni vale la pena mencionarlos. Y respecto a Davos, el besamanos y la admiración a los ricos no vuelve ricos a los que lo recorren. Emmanuel Carrère le realiza una entrevista al presidente de Francia, a Emmanuel Macron, que da envidia. Y Vladimir Putin, esa Rusia con permanente vocación imperial ni debe entender nuestra arrodillada vocación de colonia.

Las naciones y sus personalidades, sus historias y sus miradas particularidades que definen una forma de pararse en el mundo. Ellos pueden visitar todos los Davos, ellos saben que sus Estados no son vulnerables por la demencia de los ricos de turno. Nosotros imaginamos que los ricos contagian, ellos saben, como las naciones a las que representan, que solo el poder del Estado puede y debe controlar la codicia de los grandes grupos concentrados. Y nosotros vendimos un reactor nuclear, un testimonio de que alguna vez fuimos nación, una empresa que se olvidaron de destruir privatizando. Una muestra de que la ciencia les mete miedo a los coimeros. Se la olvidaron o ni la vieron.

Al PRO se le agotan los financiamientos; Néstor Kirchner tuvo mil defectos, pero negoció como nadie esa deuda que nos ahogaba. Se excedió en sus desafíos y nos dejó juicios innecesarios, pero supo salir de esa humillación. Ahora parece que volvemos a ella con la alegría de los herederos, de los que nunca se hicieron cargo de generar riqueza y, en consecuencia, no se sienten responsables de las deudas que dejan.

Dicen haber derrotado al populismo, es para ellos ese mal que imagina a los pobres con derechos. Convencidos están de que solo los ricos se pueden hacer cargo de esas cosas. Endeudan, tienen balanza de pagos negativa, juegan a la timba financiera y creen que son lo nuevo. Más modernos que los anteriores, pero tan antiguos como muchos de nuestros peores fracasos.

Necesitábamos una esperanza, eso nos ayudó a salir de Daniel Scioli y a entrar con Macri. País de extremos, sin dirigencia madura que intente trascender por sus logros. Ricos impunes, sin límites y convencidos de que son un bien para la sociedad. Desnudan la corrupción del fútbol, como si fuera original, una rendija que deja ver el corazón de la clase dirigente, hace tiempo que dejó de estar al servicio del conjunto para ocuparse solo de sí misma. Privatizaron los monopolios con el cuento de los beneficios de la competencia. Los operadores ocuparon el lugar de los políticos, hace años que no piensan el futuro colectivo, solamente se apropian de lo que encuentran al servicio de su sueño individual.

Beatriz Sarlo convocaba a un debate de ideas, era consciente de hacerlo en medio de una dura puja de intereses. La entrevista de Emmanuel Carrère a Emmanuel Macron hay que leerla, es larga, pero muestra que las naciones debaten sobre su destino, no sobre los inversores extranjeros.

Somos todavía una sociedad sin proyecto, Bolivia con Evo Morales logró ser el país del continente que más creció con una moneda estable. Lula da Silva es condenado mientras se asume que logró sacar de la pobreza a más de veinticinco millones de ciudadanos. Nosotros tenemos condenables de todas las ideas, ninguno que haya rescatado a nadie, no pasaron del subsidio y de nombrar empleados del Estado.

El Gobierno se endeuda, uno no sabe hasta cuándo. Ellos tampoco. Tienen a los que explican una salida futura que son pocos; la mayoría de los que saben no les asigna buen mañana.

No toda la sociedad participa de esa alegría del Gobierno. La esperanza baja, también la demencia de los que sueñan el estallido. Algo aprendimos, apoyamos la democracia e imaginamos que la solución está solo en su desarrollo. El Gobierno tiene errores, por ahora la oposición no logra siquiera existir. Necesitamos que ambos mejoren y puedan compartir un rumbo colectivo. Somos muchos los que apoyamos la democracia y tenemos diferencias con el Gobierno, sin por ahora lograr forjar una alternativa válida. Falencias del sistema que es necesario superar.