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Perón y Ava Gardner: la historia que nadie contó

La transgresora estrella de Hollywood no parecía ser consciente de quién era su vecino ni cómo ser políticamente correcta… con Perón ni con nadie. Una auténtica provocadora serial que no escatimó en coqueteo ni en insultos elevados de tono hacia el líder reconocido mundialmente.

Luego del golpe militar del 16 de septiembre de 1955, Perón tuvo que dejar su patria, e inició el derrotero del exilio que se iba a extender por 18 años.El primer destino fue Paraguay, luego siguió a Panamá, pasó brevemente por Nicaragua, posteriormente fue a Venezuela y República Dominicana.El 26 de enero de 1960 abandonó la Patria Grande Latinoamericana, y se dirigió junto a Isabel -que la había conocido en la Navidad de 1955 en el balneario “María Chiquita” cerca de Colón, Panamá- a la Península Ibérica, que sería el destino final y más prolongado de su exilio, antes de regresar a nuestro país en forma definitiva en 1973.

Llegó el 26 de enero a la España de Franco donde permaneció trece años. Durante el vuelo, el avión que lo trasladaba desde Ciudad Trujillo, recibió la instrucción que debía aterrizar en Sevilla y no en Madrid, pues se temía que lo iba a recibir una gran cantidad de simpatizantes.

Al día siguiente se dirigió a Torremolinos, donde pasó una temporada en el hotel El Pinar; de ahí se mudó a un chalet en un barrio residencial denominado “El Plantío”, en la carretera que conduce a La Coruña, a doce kilómetros de Madrid.

Al poco tiempo, en el verano europeo del año 1960, decidió trasladarse al centro de Madrid, a un departamento ubicado en la calle (hoy avenida) Doctor José Arce N° 11, muy cerca de la Plaza República Argentina, en un barrio exclusivo llamado “El Viso”, de casas y chalets de gran tamaño.

Una apostilla, es que esa calle lleva el nombre del embajador argentino que designó Perón ante la ONU, quien recibió precisas instrucciones del general para defender la soberanía española. El 12 de diciembre de 1946 la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 39, mediante la cual se excluía al gobierno español de organismos internacionales y conferencias de las Naciones Unidas. Asimismo, la resolución recomendó la retirada inmediata de los embajadores y ministros plenipotenciarios acreditados ante el gobierno de España. Arce hizo una vigorosa oposición a esa resolución y Argentina no rompió relaciones con España. La mayoría de los embajadores abandonaron Madrid, menos el argentino Raúl de Labougle. Gracias a la valiente intervención de Arce, que tuvo un papel central en la derogación de las sanciones internacionales de posguerra contra España, el gobierno español bautizó con su nombre una calle en honor al ex embajador. Arce, para entonces, residía en Argentina. Falleció en 1968.

Precisamente a esa calle se van a vivir Perón e Isabel, lo que denota una causalidad. Se instalan en la segunda planta, en un elegante semipiso, que aún conserva el jardín con sus pinos y pared de piedra gris típica de los pueblos de la sierra madrileña. En la tercera planta, vivía la famosa actriz norteamericana Ava Lavinia Gardner (1922-1990), en un dúplex con ático, propiedad del torero Luis Miguel Dominguín, uno de sus amantes.

El 8 de noviembre de 2018, Movistar+ estrenó en España la serie de TV “Arde Madrid” de 8 episodios en blanco y negro, sobre la vida de la actriz norteamericana en la España franquista. Es una puesta en escena de la Dolce Vita madrileña. También muestra con cierto sarcasmo, la tortuosa convivencia que tuvo con algunos vecinos, entre ellos con Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón durante los años ’60. Muchos de los hechos son falsos, se ridiculiza la imagen y la persona de Perón, y no tiene un rigor histórico apropiado.

Sin embargo, en cuanto a la realidad de los hechos, es oportuno aclarar algunos sucesos de esa época que merecen ser revisados.

El casamiento privado de Isabelita y Perón

En 1961, Perón de 66 años y María Estela Martínez Cartas de 30, se casaron en Madrid. Existen distintas versiones sobre la fecha y el lugar donde se realizó la boda.

La primera, es que fue el miércoles 15 de noviembre de 1961 en la Iglesia de la Merced. Así constaría en el Archivo de dicha Parroquia, junto al expediente instruido en el Arzobispado de Madrid-Alcalá.

La segunda, que trascendió después y fue la que más se difundió, es que habría sido el 5 de enero de 1961 en la Iglesia de la Virgen de la Paloma, que es el nombre popular que recibe la parroquia de San Pedro Real, un templo situado cerca de la Puerta de Toledo, en la calle de la Paloma N° 21.

La tercera, que sería la verídica, conforme a la investigación realizada por Diego Ceferino Mazzieri publicada en su reciente libro: “María Estela Martínez, por siempre de Perón”, es que se casaron en privado en el domicilio particular del Dr. Francisco José Flórez Tascón (1926-2014), un médico endocrinólogo que fue de cabecera de Perón, sito en la madrileña calle de Cea Bermúdez N°53-55, el día 15 de noviembre de 1961. El acta de la unión fue confeccionada por el notario público don Blas Piñar y López, que por entonces ocupaba el cargo de director del Instituto de Cultura Hispánica.

El cura que bendijo la ceremonia fue el sacerdote español Luis Moré Serra, de la Orden de los Clérigos Regulares, conocidos como Teatinos (un cura que Perón había conocido en 1946 en Buenos Aires, que fue un espontáneo defensor de los conflictos que tuvo con la Iglesia en 1955), y también fue de la partida, el mercedario fray Elías Gómez y Domínguez. Los testigos de la boda fueron el doctor Flórez Tascón y su esposa María Dolores “Lola” Sixto Sanz.

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Fotografía tomada el día 15 de noviembre de 1961, después de la celebración de la boda en el domicilio del Dr. Flórez Tascón. En la misma aparecen, de izquierda a derecha: Fr. Elías Gómez y Domínguez, María Dolores Sixto Sanz de Flórez Tascón, Isabelita, el sacerdote Luis Moré Serra y Perón. Crédito: Diego Mazzieri.

El enlace habría sido registrado en el Libro de Matrimonios de la Basílica Hispanoamericana Nuestra Señora de la Merced, situada en calle Edgard Neville N°23 (ex General Moscardó N° 55).

A los pocos días, el 8 de diciembre de 1961, Perón e Isabel participaron de una misa en la misma Iglesia de la Merced, donde recibieron una nueva bendición de su matrimonio de manos del religioso mercedario Elías Gómez y Domínguez.

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Fotografía de Perón e Isabel del día 8 de diciembre de 1961, en la Misa de bendición de su matrimonio presidida por Fr. Elías Gómez y Domínguez, en la Iglesia de la Merced. Crédito: Diego Mazzieri.

Lo cierto es que Pilar Franco Bahamonde (hermana del jefe de Estado y muy amiga de Isabelita) conoció los detalles de las versiones: la auténtica y las que se hicieron trascender al periodismo, con omisiones de fechas y nombres cambiados, con el fin de proteger a los religiosos, funcionarios y amigos, quienes gracias a su intervención la boda pudo celebrarse, sorteando algunos impedimentos legales.

La actriz Ava Gardner entra en escena… arde Madrid

La diva Ava Gardner había llegado por primera vez a la Costa Brava en 1950 para filmar “Pandora y el holandés errante”. Tan cómoda se sintió en España, que luego regresó y se quedó en Madrid por 13 años (desde 1955 a 1968), atraída sobre todo por las juergas, los amantes y el alcohol.

Hollywood la bautizó como “El animal más bello del mundo“; no había hombre que se le resistiera. A ella le fascinaba la figura del “macho español”, del matador, y la de los toreros. Tuvo tres maridos. Murió de neumonía a los 67 años en Londres.

Frank Sinatra (su tercer marido) y Luis Miguel Dominguín, fueron algunos de los protagonistas de sus amoríos y fiestas etílicas en Madrid. Noches interminables en lugares como Chicote, Zambra, La Mallorquina, El Corral de la Morería, Los Gabrieles, Torres Bermejas o Riscal que dieron lugar a la exagerada frase: “No hay en Madrid un bar en el que no haya bebido Hemingway ni hombre que no se haya acostado con Ava Gardner”.

Mas allá de la leyenda, lo cierto es que fue una persona muy desinhibida, bebedora incansable (petaca en mano) y una mujer icónica sexual, que generó durante años muchísimas anécdotas. Una de ellas, sucedió en el lujoso hotel Ritz, donde la expulsaron después de que ella respondiera con una portentosa meada en la alfombra, a la negativa del recepcionista a dejarla entrar borracha.

Se caracterizó por hacer una “vida disipada” y mantener reuniones con comunistas. Era una provocadora serial. Se la consideraba una beoda y una mesalina. Las drogas no le gustaban, ni tampoco que se drogasen delante de ella.

El régimen franquista sin quererlo la benefició, por la censura en los medios, donde esos escándalos no se publicaban, se mantenían ocultos. La verdad es que desconfiaban de ella, por lo que fue espiada por una de sus sirvientas, que pertenecía a la rama femenina de la Falange.

En ese largo tiempo que permaneció en España, la actriz tuvo tres domicilios. Uno en las afueras y los otros dos en la capital. El último fue en la tercera planta de la calle Arce N° 11. Y es exactamente en esta última de las residencias donde le tocó ser vecina con el general Juan Domingo Perón y su flamante esposa. Gardner quedó impactada y muy sorprendida cuando lo conoció a Perón. Hay quienes dicen que lo pretendió y lo sedujo, sin éxito.

Al principio, la relación fue cordial, Perón e Isabel la convidaban con empanadas criollas, la trataban con mucha amabilidad. Esa aparente cordialidad de los primeros días no tardó en deteriorarse, primero cuando Perón no le dio corte, y luego cuando comenzaron las legendarias fiestas nocturnas de Gardner.

Lo cierto del caso, es que la relación vecinal no fue buena, se fue degradando, se puso tensa y más bien hubo entre ellos problemas de mala vecindad.

“¡Perón, Perón, maricón!”

Cada madrugada, el paso de Ava Gardner por la escalera del edificio de Arce N° 11, era como un volcán en erupción, donde no dejaba indiferente a ninguno de sus vecinos.

Si bien Madrid bajo el régimen de Franco era una ciudad pacífica, sin mucha vida nocturna, ello no significó para la norteamericana un obstáculo, todo lo contrario. Dormía la ciudad, y la bella actriz continuaba la juerga en su apartamento, con sus memorables fiestas donde llegaron a participar famosos toreros, militares estadounidenses, cantautores de flamenco, productores de cine, y algunos artistas como Carmen Sevilla, Lola Flores, Sophia Loren y Charlton Heston. Todas esas reuniones estuvieron caracterizadas por el desenfreno y siempre con la sensación de ser apoteóticas.

Los problemas con Perón no se hicieron esperar. Como bien lo señaló la escritora Alejandra Herranz Araujo (una platense que hace años reside en Madrid) en una breve nota titulada: “Unos Singulares Vecinos de Alquiler”, tenían horarios y costumbres opuestas, “ante el ritmo diurno del uno y la vida nocturna de la otra”. Esa situación produjo algunos chispazos.

La costumbre de Perón era acostarse antes de la medianoche, y se levantaba a las 6 de la mañana. En cambio Gardner mantenía una intensa vida nocturna, volvía a su departamento a eso de las 2 o 3 de la mañana, siempre acompañada por amigos festivos. Prácticamente sucedía muy a menudo. Música, bullicios, gente ruidosa, un gran descontrol. La situación era inmanejable.

Por ese motivo, Perón tuvo que llamar algunas veces al cuartel de la Guardia Civil para pedir su intervención. Franco si bien estaba al tanto de la conducta bochornosa de la actriz y de sus permanentes escándalos, no se sabe porque no actuó con el rigor de la ley.

Esas imposturas de la afamada artista no solo afectaban a Perón, sino a todo el vecindario. Otra de sus víctimas fue el notario Blas Piñar, Procurador de las Cortes Españolas, que también vivía en el mismo edificio, que llegó a denunciarla penalmente.

A lo largo del tiempo, los gritos y las discusiones con Perón se hicieron habituales. Según cuentan algunos testigos, Ava Gardner estando alcoholizada lo insultaba en un castellano impecable llamándole “cabrón”, tal cual lo menciona en su autobiografía: “Gardner en su propia voz”. De vez en cuando se asomaba a la ventana y le gritaba al expresidente argentino: “¡Perón, Perón, maricón!”.

Otra de las escenas que se habrían producido, que demuestra la absoluta falta de respeto y de autocontrol de Gardner, es que cuando Perón o Piñar se presentaban en la puerta de su vecina para pedir cordura, que bajara la música y cesaran los jolgorios, la estrella de Hollywood los recibía desnuda y notablemente borracha, echándolos con insultos ofensivos y cerrándoles la puerta en la cara.

Perón no era un mojigato, más bien un hombre de mundo. No sólo había estado casado con Eva Duarte (que fue actriz), sino que además tuvo siempre muy buenas relaciones con afamados artistas y personajes destacados del mundo de la cultura.

La forma de comportarse de Ava Gardner, es común en algunas personas que no han recibido una buena educación (creció en el ambiente rústico del campo en Carolina del Norte, en el seno de una familia muy pobre de cultivadores de tabaco y algodón, junto con sus seis hermanos, de los cuales ella era la menor), y lo corriente es que cuando alcanzan la fama se creen el ombligo del mundo. Su belleza, sus éxitos, fueron dominados por el excesivo consumo de alcohol y por las permanentes imposturas, que la llevaron a provocar escándalos.

Parece ser que no fue consciente de quién era su vecino. Ella, una famosa estrella de cine. Él, un líder reconocido mundialmente, que llegó a ser tres veces presidente de la República, y fundador de un movimiento político que al día de hoy sigue manejando los hilos de la política nacional.

Por los tristes hechos ocurridos, esta diosa hetaira lo subestimó sin importarle en lo más mínimo qué representaba y quién era Perón.

La hostilidad entre ambos alcanzó un grado considerable, culminante, insoportable. Ni bien pudo, el general Perón en abril de 1964, compró una residencia en el barrio madrileño de Puerta de Hierro, con fondos que provinieron -entre otras fuentes- de aportes de la CGT, de dirigentes políticos y de amigos españoles. La residencia se llamó “Quinta 17 de Octubre”, que fue su morada definitiva antes de regresar al país.

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Ava Gadner y Frank Sinatra

Por Ignacio Cloppet – Miembro de la Academia Argentina de Historia