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Pac-man: el avance voraz del Primer Ministro

El jefe de Gabinete tiene hombres y mujeres de su máxima confianza en casi todos los ministerios, los “in house” peñistas que reportan con lealtad al más poderoso funcionario del gobierno macrista.

Desde diciembre pasado, el jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun, buscó un reemplazante para el renunciante Alberto Abad, que finalmente dejará la dirección de la AFIP dentro de 20 días. Antes de fin de año, el recaudador de cinco presidentes convino con Mauricio Macri su partida. Había cumplido su compromiso de acompañar la gestión fiscal de Cambiemos en los dos primeros años y quería recibir los 75 lejos del acicate del funcionariado. Cuando Abad le anticipó su partida a Macri, Peña quedó a un paso de lograr el control del ente recaudador. Lo concretó con la designación de Leandro Cuccioli, secretario de Servicios Financieros del ministro Luis Caputo.

Dentro de la Casa Rosada algunos funcionarios adjudican su llegada al vicejefe de Gabinete Mario Quintana y otros a su par, Gustavo Lopetegui: los dos brazos ejecutores de la mesa de control que monitorea Peña, responde a Macri y cataliza la gestión del gabinete en las mesas diarias de coordinación. De ellas participan el Presidente, los dos controllers, su jefe Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. La implementación de ese mecanismo para escrutar la marcha de 21 ministerios, con una treintena de segundas y terceras líneas cada uno, comenzó a mediados de 2016. Un año y medio después, ya consolidó la preponderancia de Peña al frente de la burocracia política del oficialismo. La misma tribuna que suele reunir en el CCK para las reuniones ampliadas, donde Macri baja línea para defender su gestión.

 

 

Peña también dirige el aparato electoral que los llevó al poder. Lo regimenta mediante un “hub”, que combina al consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba con empresarios y creativos publicitarios como Juan Manuel “Papón” Ricciarelli. Entre el discurso y la estética in vitro, la gestión del aparato se expande sobre los distritos estratégicos a través de funcionarios que, sin pertenecer al Gobierno, le responden dentro de otras jurisdicciones. Es el caso del ministro de Asuntos Públicos de la provincia de Buenos Aires, Federico Suárez. Un In House de la Casa Rosada en la mesa chica de la gobernadora María Eugenia Vidal, poseedora de un sillón de la mesa chica que encabeza el Presidente y donde también está Peña.

En la Ciudad de Buenos Aires, como matriz originaria del macrismo, también hay fronteras entre la creciente estrella de Peña y sus discretos contendientes. El alcalde Horacio Rodríguez Larreta tiene peso propio en la mesa chica del poder macrista, pero su legislativo está comandado por Francisco Quintana, estrecho colaborador de Peña desde sus primeros pasos por la Legislatura porteña, hace más de 15 años.

En la geografía de la Jefatura de Gabinete, su elenco está protagonizado por virtuales ministros sin cartera, como es el caso del sabueso Abad, que tendrá un reemplazante también cercano al ministro coordinador. Además de los dos controllers, como son Quintana y Lopetegui, está el secretario de Comunicación Pública, Jorge Grecco, que es considerado el único funcionario de su rango que participa de las reuniones de gabinete. Un poder llamativo para un hombre que llegó al entorno de Macri durante su segundo mandato como alcalde porteño y que hoy integra la confianza de Rodríguez Larreta, de Peña y de Macri.

A su lado, en la grilla de ministros sin cartera, está el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, que acompaña a Macri en materia de relaciones exteriores desde 2008. El decreto 174/2018 que redujo una primera tanda de 974 cargos del Ejecutivo también formalizó una serie de tareas que Pompeo ya desempeñaba en las sombras. Tiene áreas que son una virtual diplomacia paralela que superpone funciones con la Cancillería, actualmente a cargo de Jorge Faurie, un embajador de carrera que fue promovido a propuesta de Pompeo y Peña.

El decreto 174 consolidó el perfil de Pompeo como asesor de seguridad nacional, porque le confirió potestades para intervenir en situaciones de crisis y en la gestión de temas vinculados a los ministerios de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, y de Defensa, en manos del radical Oscar Aguad.

 

 

La presencia de Pompeo en el área de Defensa ya suma dos años y puede constatarse hasta en el protocolo oficial, desde que el primer titular de la cartera -también radical-, Julio Martínez, encabezó las ceremonias formales con las tres fuerzas armadas desde enero de 2016. En todos los casos, perenne como un jarrón chino, aparece Pompeo, un par de pasos detrás del Presidente, con una liturgia similar a la que disfrutan los asesores de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en Estados Unidos.

En la versión criolla, dentro de los contornos del aparato castrense local, la omnipresencia de Pompeo en Defensa y Cancillería confirma que Peña decidió poner a un controller como Quintana y Lopetegui detrás de dos ministerios que el radicalismo busca regentear con dispar suerte.

 

“El gabinete actual es chato y horizontal, salvo la presencia de Marcos, que aumenta con la gestión desde la mesa de coordinación que propuso para terminar las contramarchas de los primeros seis meses”, define un funcionario de la Casa Rosada mientras enumera los In House que tiene Peña en cada ministerio. Algunos son públicos, especialmente en la Cancillería, y otros no tanto, como sucede en la ANSES y en los ministerios de Energía, Agroindustria, Turismo, Modernización, Producción, Finanzas, Ambiente y Trabajo, entre otros, donde hay un controller peñista de temas clave, que van desde la gestión presupuestaria hasta la comunicación, como lo hace “Fede” Suárez en diálogo directo con Vidal, con un cargo parecido al que detenta Tomás Kroyer en el Ministerio de Relaciones Exteriores, al frente de la Secretaría de Diplomacia Pública, creada hace menos de un año.

 

 

Dentro de su ministerio, Peña tiene un solo “externo”, cuyo sitial concedió para resolver una interna que amenazaba su permanencia en el poder. Se trata de Fernando Sánchez, secretario de Fortalecimiento Institucional de la Jefatura de Gabinete y confidente de la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, que edulcoró sus críticas contra la comunicación oficial y el sobrepeso de Peña cuando el cuestionado e influyente funcionario aceptó sumar a un lilito dentro su staff inmediato.

El mismo empeño que puso Peña para catalizar los dardos de Carrió lo puso para mandar a la embajada ante la OEA a Paula Bertol, su ex secretaria de Relaciones Parlamentarias. La ex diputada fue reemplazada por Lucía Abboud, de estrecha confianza de Peña, y será la encargada de la nueva etapa de la relación con el Congreso, luego de las asperezas vividas en diciembre pasado, con la accidentada sanción de la reforma previsional. Su estreno fue para participar del diseño del último discurso que ofreció Macri ante senadores y diputados.

 

Peña almorzará el 3 de abril en la Rosada con los principales referentes parlamentarios para descongelar la relación e insistir en la agenda legislativa que Macri enumeró durante su discurso ante la Asamblea Legislativa y pedirles que debatan la legalización del aborto. A diferencia de los ásperos informes que ofreció ante la Cámara baja en los últimos dos años, es posible que Peña adopte un tono tan conciliador como el que adoptó Macri el 1 de marzo, con una agenda legislativa que buscará emparchar el desdén presidencial al Congreso. No sólo es un cambio de estrategia: es el pedido de un sector de Cambiemos para que remiende los daños en la relación con la oposición sufridos durante diciembre.

El hilo conductor del próximo informe de Peña ante la Cámara de Diputados, previsto para esta semana, estará dominado por temas como el aborto, una pelea elegida por la Casa Rosada para interpelar sus fronteras electorales, pero también para tomar distancia de la Iglesia Católica y del papa Francisco, el pontífice argentino que este lunes cumplirá cinco años de papado. Le tocará conmemorarlos con su terruño atravesado por el debate sobre la interrupción del embarazo, un malestar que ya resonó en funcionarios como el subsecretario de Cultos, Alfredo Albriani, otro hombre que reporta a Peña desde  hace una década, pero que ahora cumple funciones dentro del Palacio San Martín para administrar la relación con Bergoglio. Con la misma cercanía con la que ejerce el secretario de Comercio, Miguel Braun, familiar de Peña por parte de su madre y monitor sobre la cartera de Producción, que encabeza el mendocino Francisco Cabrera.

Por Claudio Mardones – LetraP