Chubut Para Todos

Máximo, el aliado impensado

Se fracturó el bloque K en Diputados y se abrió el juego a favor del oficialismo.

Sin urnas, Mauricio Macri suma en el verano las voluntades que no recibió en el invierno y la primavera pasadas. El PJ ya le aporta los votos que no pudo recolectar en las elecciones. La previsible ruptura de la oposición kirchnerista alimenta el poder presidencial. El jefe de Estado cuenta con un aliado impensado: Máximo Kirchner y La Cámpora, principales artífices de la implosión peronista.

Cristina Kirchner había convertido al PJ en una olla a presión. Después de una década de sometimiento, a fuerza de premios y castigos presupuestarios, un importante sector de gobernadores y dirigentes justicialistas decidió recuperar libertad política con la intención de pelear fondos para sus distritos y pensar en un recambio partidario que los tenga como protagonistas.

Muchos llegaron a ser ultra cristinistas, pero para ellos la ex Presidenta es hoy un lastre. Desde Salta, Misiones, San Juan, Formosa, Tucumán y el Conurbano el PJ comenzó a construir un futuro sin pingüinos.

La insistencia de Máximo Kirchner y sus amigos de La Cámpora de retener el poder aceleró una ruptura que en lo inmediato tiene un único beneficiario: Macri. Antes de que se inicie el período de sesiones ordinarias el 1 de marzo, el frente Cambiemos está muy cerca de constituirse en la primera minoría de la Cámara de Diputados, algo que las urnas le negaron.

Del mismo modo que la atomización opositora posibilitó la hegemonía kirchnerista durante la “década ganada”, hoy el oficialismo suma poder gracias a la fragmentación de sus adversarios.

Desde ahora, en Diputados habrá peronistas kirchneristas, peronistas disidentes, peronistas massistas y peronistas filomacristas.

Los camporistas, interesados en sostener el liderazgo de Cristina Kirchner con la ilusión de renovar sus bancas en dos años y regresar a la Casa Rosada en 2019, relegaron al resto de los espacios en el reparto de poder parlamentario.

La pulseada llegó a la conducción del PJ, donde la mayoría de los gobernadores rechaza el proyecto de conducción colegiada en una mesa de unidad que mantenga el protagonismo K. Habrá elecciones en mayo. La campaña interna, con sus tironeos y cruces, será una fuente de poder adicional para Macri.

Para la competencia por la conducción del peronismo suenan muchos nombres: Juan Manuel Urtubey, Daniel Scioli, José Manuel de la Sota, Jorge Capitanich. Pero por ahora son solo nombres que circulan. Con todo el mandato de Cambiemos por delante, en el PJ nadie está dispuesto hoy a erigir una figura que lidere. Esa discusión quedará para más adelante.

Máximo Kirchner y el deseo de mantener viva la influencia de su madre, será clave para impedir que el PJ se encolumne detrás de una figura que no lleve su apellido y que pretenda competir contra Macri.

Después de tropezarse con el cordón de sus propios zapatos, con los episodios de los candidatos para la Corte y el decretazo por la coparticipación para Buenos Aires, Macri se anotó una victoria política que le sumó puntos al ministerio del Interior que comandan Rogelio Frigerio y Sebastián García de Luca y al presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó.

En la Casa Rosada creen que el costo de haber optado por la vía del decreto en lugar de convocar a sesiones extraordinarias valió la pena: en Cambiemos confían con que el 1 de marzo Macri inaugurará el período parlamentario con quórum propio, o casi.

Macri necesita esos votos para la agenda que planteará ese día: un paquete social que contemple la universalización de la asignación por hijo, la rebaja o eliminación del IVA para los productos que componen la canasta básica, la elevación del mínimo no Imponible de Ganancias con un sistema de actualización automática.

Pero tal vez el proyecto que mayor consenso requiera sea la eliminación de la ley cerrojo que impide ofrecer a los holdouts un acuerdo diferente al que se realizó para los canjes de deuda de 2005 y 2010. La negociación con los fondos buitre tendrá novedades esta misma semana. Pero sin el Congreso, ese capítulo no se podrá cerrar.

Nadie espera el aporte de votos del Frente para la Victoria, pero la mayoría de los gobernadores peronistas ya le dieron el visto bueno al Presidente. La que se resiste es Alicia Kirchner que llama diariamente a la Casa Rosada para reclamar dinero. Siempre recibe la misma respuesta: “Haga como la provincia de Buenos Aires, que salió a emitir deuda”. Ella aporta siempre el mismo argumento: las banderas K de soberanía financiera se lo impiden. El “relato” está al borde de llevar a Santa Cruz a una delicada crisis social y económica.

El resto de los gobernadores se anota en el pacto de gobernabilidad que ofrece Macri con la ilusión de negociar pronto una nueva ley de Coparticipación, o al menos un esquema que permita despejar las inequidades históricas que profundizó la discrecionalidad K.

Esa es la clave que le facilitará a Macri el apoyo que necesita en el Senado, donde reina el PJ.

Pese a que su provincia fue la más privilegiada durante la última década, Alicia Kirchner pretende el mismo trato presupuestario que distritos como La Pampa, que fueron obscenamente excluidos del reparto de fondos.

La gobernadora reclama la restitución del 15% de la coparticipación al igual que el pampeano Carlos Verna. Ellos se cruzaron a los gritos en la Casa Rosada con sus colegas y Frigerio como testigos. En esa disputa, la liga de gobernadores peronistas alejados del kirchnerismo se aliará con Macri para “reparar” las injusticias de la década ganada. Otra vez La Cámpora será el garante del poder presidencial

¿Hasta cuándo durará el pacto de gobernabilidad entre Macri y los gobernadores? La salud de ese acuerdo también depende del kirchnerismo. “Cuando el PJ se decida a apoyar a otro candidato, cuando La Cámpora se quede sin nada, ahí va a comenzar la pelea con Cambiemos”, confiesa un diputado que rompió con el Frente para la Victoria. Mientras tanto, hoy todos trabajan para Macri.