Chubut Para Todos

Massa para la Victoria

Es el presidenciable que más mide en el PJ Federal pero el kirchnerismo lo tienta para que sea su candidato a gobernador. Los mensajeros, campaña veraniega y los consejos del ex asesor catalán de CFK.

Es raro el verano de Sergio Massa. El líder del Frente Renovador, que soñó temprano con llegar a Presidente, también abandonó la avenida del medio y hoy recorre el país en auto, en busca de una nueva ruta. Tiene que decidir si jugar en las elecciones de este año y tiene que decidir dónde: en qué espacio y en qué distrito.

Massa está parado como el presidenciable más importante de un equipo que va tercero en las encuestas, el del peronismo del medio, el espacio poskirchnerista que lleva tres años esperando nacer. Pero la crisis económica, el blindaje del Fondo y la dificultad para quebrar la polarización, lo pusieron en otro lugar. Más opositor, sin hablar casi del pasado, menos ambicioso en lo personal, más dispuesto a dar un paso al costado y con la prioridad declarada de evitar que Mauricio Macri se quede a gobernar por otros cuatro largos años. Es la forma de clausurar un camino zigzagueante, que lo transfiguró de temprano escolta presidencial en Davos a opositor duro contra el Impuesto a las Ganancias. La coincidencia contiene una autocrítica no dicha: la grieta más honda se tragó al más rápido en una baldosa y llegó la hora de dar vuelta la página.

Desde siempre, Massa busca compensar la debilidad de los errores propios en un contexto híperpolarizado con la fortaleza de su hiperactividad y su dedicación full time a la política. Pero ahora, dicen a su lado, se ve mejor enfocado. Dueño de algún encanto especial, el consultor catalán Antoni Gutierrez Rubí lo convenció -a él y su grupo de incondicionales- de dos o tres cosas, en un momento de incertidumbre: salir del centro para ser opositor a Macri, no darle centralidad en la crítica a Cristina Kirchner y esperar hasta que termine el verano sin apurarse a definir los próximos pasos.

Sin embargo, Massa depende, como todos, de lo que haga CFK. Si la ex presidenta se decide a ser candidata, obtura la posibilidad de la gran PASO con todos los candidatos del PJ que se anoten, desde Agustín Rossi hasta Juan Manuel Urtubey. Y complica las chances del propio Massa, ya relegado en 2015 y en 2017 al tercer lugar. Lejos del kirchnerismo y el macrismo, pero con votos propios muy superiores a cualquier otro candidato del PJ, excepción hecha de un Roberto Lavagna que posa y amaga, pero aún no define y es una incógnita electoral.

La tentación kirchnerista

El escenario más probable para todos es que la senadora vuelva a pelear por el título principal. En ese marco, es que el ex intendente de Tigre logró en el último tiempo que le empiecen a llover ofertas que antes rechazaba sin dudar. Le piden que sea candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires, el territorio en el que arrasó en 2013 y en el que todavía mantiene la base de la fortaleza que le queda. Ahí está el centro de los 10 puntos nacionales que coinciden en otorgarle casi todas las encuestas.

Con ese apoyo, todos le reclaman a Massa que vaya a pelear en la provincia contra María Eugenia Vidal. No sólo los gobernadores del peronismo, los que lo quieren y los que no lo quieren. No sólo Miguel Ángel Pichetto. También se lo pide ahora CFK o, lo que es muy parecido, sus nuevos y viejo leales. Una posibilidad que hace dos años parecía completamente imposible para todos, salvo quizás para el macrismo, que ya anunciaba la profecía.

Después de haber probado con todos, Alberto Fernández sostiene la tesis de que Cristina y Sergio tienen en sus manos la posibilidad de sumar los votos necesarios para ganarle a Macri o a Cambiemos. Es el que más fuerte y más claro plantea la necesidad de que se junten esos dos actores con los que trabajó en distintos momentos. El cachetazo simbólico de Graciela Camaño contra Fernández, diciendo que quiere ser el “mejor alumno de Cristina” y que el kirchnerismo está en las “antípodas” del massismo, es leído cerca del candidato más bien como una respuesta personal al ex jefe de Gabinete. De hecho, la pulseada por los lugares en el Consejo de la Magistratura confirmó que massismo, kirchnerismo y peronismo podían ponerse de acuerdo para amargar al macrismo.

Otra vez muy cerca de CFK, Alberto no es el único que envía señales hacia Tigre. En menos de una semana, Rossi, Pablo Moyano y también Felipe Solá le tiraron un centro. Más importante todavía son los contactos permanentes entre dirigentes de uno y otro sector. Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” De Pedro y los dirigentes de La Cámpora, que hace unos años tanto lo denostaban, ahora ven a Massa como una pieza necesaria para la nueva etapa. Entre el kirchnerismo y el massismo, ubican a la localidad de Mercedes como uno de los puntos de encuentro con el ex jefe de Gabinete que asumió después del conflicto con el campo.

A la camada de ex massistas que partieron hacia el pankirchnerismo como Solá, Daniel Arroyo y Facundo Moyano, se suman otros que permanecen en el Frente Renovador. En Diputados, José Ignacio De Mendiguren tiene un diálogo permanente con el hijo de la ex presidenta, con De Pedro y, sobre todo, con Axel Kicillof, con el que coinciden en forma permanente. El ex ministro preside la comisión de Economía y el ex titular de la UIA, la de Industria. Aunque espera todavía por Lavagna candidato, el “Vasco” defiende ante su entorno el rol de Kicillof como ministro, en el peor momento del ciclo kirchnerista y, en la crítica al macrismo, sobran coincidencias.

Volver a provincia

El lugar reservado para Massa en una hipotético acuerdo con el kirchnerismo es el de la provincia de Buenos Aires, el territorio donde el PJ federal no logra penetrar y donde Cristina tiene sus números más altos, con base en el conurbano bonaerense. En el comando de campaña, hablan de sondeos que muestran a la ex presidenta con más de 60 puntos en partidos como Moreno o Merlo y 42 puntos en otros como Hurlingham, donde gobierna el ex randazzista Juanchi Zabaleta y pesa más la clase media. Si la alquimia de sumar votos entre massismo y kirchnerismo fuera posible, Massa tendría enormes chances de ser el próximo gobernador con cuatro años para crecer en todo sentido. Así lo entienden a un lado y al otro de los espacios que se distanciaron en 2013. De no ser así, el cristinismo iría a pelear con Kicillof, Verónica Magario y/o Martín Insaurralde.

Según pudo saber Letra P de fuentes de su entorno, por primera vez el ex jefe de Gabinete no descarta la posibilidad de ser candidato en tierra de María Eugenia Vidal. Algunos le facturan a Sergio Bendixen, el fallecido consultor peruano, la decisión de haber ido a pelear -en desventaja- las presidenciales en 2015. Sin embargo, era el propio Massa el que había largado antes que nadie con la campaña presidencial, como lo recuerdan aquellos carteles de “Faltan 500 días”. Es historia.

El ex intendente no se va anticipar y puede que tenga todavía que convencerse, por distintos motivos. “La provincia es muy hija de puta”, le dijo hace no tanto a uno de los políticos con los que dialoga de manera recurrente. Se refería a la dificultad para gobernar una provincia que considera inviable en las actuales condiciones. No sólo está la dificultad: también está la manera de presentar un repliegue sobre un territorio vital pero más reducido que el de las candidaturas nacionales que viene protagonizando Massa.

Si el fundador del Frente Renovador se larga finalmente en Buenos Aires, con algún tipo de acuerdo más o menos explícito con el kirchnerismo, es probable que se encuentre con una situación impensada y que le lluevan apoyos de todo el peronismo. Si las ofertas que le hacen desde el ex Frente para la Victoria no lo demandan como artista exclusivo, podría ser el candidato de la unidad en el territorio madre de todas las batallas. Así lo piensan al lado suyo.

Mientras tanto, Massa anda por las rutas con su playlist, en lo que parece un eco lejano de Beto O’ Rourke, un político estadounidense que tiene la edad de Massa y quiere ser candidato a presidente  por el Partido Demócrata en las próximas elecciones. Nacido en Texas, hizo toda su campaña en la ruta, cautivó el voto latino y en noviembre pasado estuvo a punto de ganarle a los republicanos en una de sus fortalezas. Arriba de un auto, se convirtió en una celebridad. Quizás alguien, tal vez el veloz Rubí, le haya enseñado al ex intendente ese ejemplo. Según dicen en el massimo, el consultor catalán se quedó con el monopolio de la campaña, después de años en los que el candidato hacía chocar distintas visiones y egos, que se superponían con una eficacia discutible. Tiene su mérito Rubí: asesoró a una CFK derrotada y vivió para contarlo. Si es capaz de reconciliar a Massa con la victoria, no habrá pesos suficientes para pagarle.

Por Diego Genoud – Letra P