Chubut Para Todos

Martino, entre elogios a Messi y la explicación de los goles extraviados por la selección

Tata Martino no cae en la trampa: sabe que ni siquiera una goleada a favor de Argentina cambiará nada. Por importante que parezca el partido de esta noche en el estadio Nacional, no resiste comparación con una final. Lo que lo vuelve familiar, en todo caso, es el orgullo local: las imágenes de lo que pasó aquí mismo el 4 de julio pasado se repiten en una especie de cadena nacional televisiva que no distingue canales de TV.

Pero el campeón de América no pondrá en juego su corona frente a la selección visitante: es por eso que el entrenador argentino repitió ayer, todavía en Ezeiza, que este partido “no tiene nada que ver” con aquel. La palabra “revancha”, tan en boca del público local, suena más a ironía que a sentimiento real de los que ganaron ese partido histórico. Un paneo en la puerta del hotel al que llegaron anoche a las 20.15 Messi y compañía alimentaba todavía más el juego de las siete diferencias: un puñado de hinchas locales, algún grito reprobatorio y poco más, al margen de la espectacularidad que la TV siempre pretende impostar.

Pero la asimetría entre lo pasado y lo presente no le quita el peso específico que tiene esta doble jornada de Eliminatorias para la selección: “Sería muy importante conseguir los seis puntos. Hoy la tabla muestra que estamos fuera de la Copa del Mundo, así que nuestra responsabilidad es ganar los dos partidos para meternos dentro del grupo de los que se estarían clasificando”, remarcó Martino.

Si el entorno es diferente al de la final, las condiciones también lo son. Eso también lo tiene claro el entrenador: “En Chile hay un entrenador nuevo y tenemos que analizarlo a él para saber cómo juegan sus equipos. Lo conocemos; en la conferencia Juan (Pizzi) dijo que tendrán un poco menos de vértigo, un poco más de elaboración y sostendrán la presión”.

El dato objetivo señala que -si utiliza la formación que planteó Martino en las últimas prácticas- Argentina repetirá siete jugadores de los que tuvo como titulares en la derrota por penales de julio. Tres son delanteros: Messi, Agüero y Di María. El 10, curiosamente, debutará recién ahora en estas Eliminatorias: “Que esté Messi para mí y para todos es tranquilizador y necesario. Su presencia es motivadora. Junto con Mascherano son los dos referentes que tiene la selección argentina”, comentó el DT. Con Mascherano, suspendido, no podrá contar. O sí: el subcapitán se subió ayer al mismo avión que sus compañeros, por más que hoy no vaya a ponerse los botines. Su presencia aquí se explica fácil: busca lo que los españoles llaman “hacer piña”, ayudar a generar buen clima en el grupo.

Martino resolvió con elegancia la pregunta sobre la elección del 9 del equipo: “Agüero e Higuaín están en un nivel altísimo. Cualquiera que juegue estará bien, cualquiera que no juegue estará mal. Están entre los cinco mejores centrodelanteros del mundo y por la forma de jugar de la selección, a uno le toca jugar y a otro no”, argumentó. Pero esa diplomacia no es lo mismo que dudas: está clara la preferencia de Tata por Agüero; si Higuaín no consigue la titularidad ahora, que está en el mejor momento de su carrera, es porque al técnico lo seduce más el delantero de Manchester City, un socio con mayor feeling con Messi que el atacante de Napoli.

Esos apellidos relucientes no alcanzan, de todos modos, para hacer de la Argentina un equipo al que el gol le salga fácil: apenas marcó dos en los cuatro partidos de las Eliminatorias, uno por Biglia y otro por Lavezzi. Pero el técnico cree que lo que genera ese déficit de a poco se va solucionando: “Contra Ecuador tuvimos problemas en la generación de juego. Contra Paraguay no generamos bien pero tuvimos situaciones para definir el partido. Y contra Brasil y Colombia fue buena la generación y fallamos en la definición. El hecho de fallar bastante es algo que nos ha pasado mucho también en la Copa América”. El dato es elocuente: en ese torneo, en cuatro de los seis partidos marcó un gol o menos.

Será un buen síntoma que esa deuda pueda empezar a achicarse hoy. Para romper la otra, que lleva casi 23 años, habrá que situarse en otra final. Y ganarla.

Por Andrés Eliceche