Chubut Para Todos

Macri o nada

La orden de la Rosada a los gobernadores es clara: no hay Cambiemos si no hay reelección presidencial. El plan de reanimación oficial, la resignación de Vidal y las dudas de Cornejo y Morales.

La consigna nace de la Casa Rosada, se extiende hasta el radicalismo y tiene como trasfondo la debilidad del Presidente: “Hay que ayudar a Mauricio”. En una batalla electoral a matar o morir, el macrismo decidió ir a pelear en todos los distritos al mismo tiempo con el argumento de ahorrar dinero y una razón difícil de convertir en eslogan de campaña. Hoy Macri necesita el auxilio de los que crecieron cuando él tenía el envión de lo nuevo y gobernaba la zona franca de la Ciudad. Ahora, los candidatos del PRO y el radicalismo son invitados a una contribución forzosa para salvar al proyecto, que es Macri. Lesionado por el ajuste y la recesión, el Presidente precisa muletas para ir a pelear por su reelección. Aunque todos sienten el impacto de la crisis en sus propias chances, miden más en sus distritos que el ingeniero, pierden intención de voto en la misma boleta. todos parecen obligados a arriesgar. Algunos más y otros menos.

La primera en sacrificarse fue María Eugenia Vidal, la espada de Cambiemos que había estudiado a fondo la posibilidad de adelantar las elecciones en la provincia de Buenos Aires y decidió enterrar sus aspiraciones, ante la negativa del núcleo duro de Macri. Enseguida le siguió Horacio Rodríguez Larreta, un jugador que hoy se para desde una fortaleza -al interior de la alianza gobernante- que no tenía hace un año, cuando lo recibieron con caras largas en Cumelén.

PONER LA CARA. La gobernadora cedió ante el cerrado rechazo que, en provincia, atribuyen más a Marcos Peña que al Presidente. El regreso desde La Angostura acortó los tiempos. Hasta hace 10 días, la idea era dejar correr las especulaciones con la intención de adueñarse de la iniciativa y mantener al peronismo pendiente de la decisión. Así lo habían acordado el jefe de Gabinete de Macri y la mano derecha de Vidal, Federico Salvai. Antes de que Peña se fuera de vacaciones, y después de más de dos meses de especulaciones, el tema decidió abortarse.

Parado en la cuna y zona franca del PRO, el jefe de gobierno porteño no precisa despegarse del Presidente para evitar una derrota en su distrito. Sin embargo, mira encuestas y también lo ve: Macri tira para atrás hasta en la Ciudad que lo proyectó a lo más alto.

Después de haber sido traccionado por el ingeniero en 2015, cuando hacía su tránsito liviano del segundo mandato municipal y no se pensaba que pudiera ganar la elección, ahora Larreta es de los que repiten la filosofía amarilla: hay que ayudar. El subibaja de uno y otro se explica, sobre todo, por el fracaso a gran escala del team leader de Cambiemos.

No tanto como a Vidal, pero también le convendría ir a competir despegado del presente de la Casa Rosada, no verse obligado a unificar comicios por primera vez desde que la Ciudad es autónoma y, lo principal, no quedar atado a la crisis económica, el ajuste y la recesión. Otros, dentro del propio espacio del PRO, ven que al alcalde le sirve ir junto a Macri, pese a todo, por el beneficio que le trae para atar de pies y manos una hipotética candidatura de Martín Lousteau.

FUTURO RETRO. La crisis de la economía real, la caída de consumo, la pérdida de puestos de trabajo, el aumento de la pobreza, la liquidación del crédito por tasas de interés recesivas; todo eso se vive de sur a norte y pega en los cinco distritos que gobierna Cambiemos. Dejar el testimonio de una lista unificada con la cara del gobernador y del Presidente no hace más que recordar el lazo de sociedad con Macri. Una evidencia innecesaria a la hora de entrar al cuarto oscuro. En eso también coinciden los radicales Gerardo Morales y Alfredo Cornejo, aunque con distinta urgencia.

Sin reelección en Mendoza, el gobernador y titular del partido necesita desdoblar, por presión de los intendentes del radicalismo. Sin embargo, el intento es no anticiparse. Al lado de Morales y Cornejo dijeron que el anuncio se hará en marzo. Para los dos, y aunque critiquen su decisión intempestiva, es un alivio que Vidal haya cedido ante la Casa Rosada.

Morales lo planteó hace dos semanas en La Angostura, en el arranque del almuerzo que compartieron con Larreta, Cornejo y Diego Santilli. El jujeño sorprendió a Macri cuando dijo que no le servía ser gobernador con un hipotético regreso de Cristina Kirchner al poder. “Mauricio, acá la prioridad sos vos. Tenemos que ver cómo hacemos para ayudar. Yo no puedo ser gobernador con Cristina presidenta. Con Milagro Sala en la provincia, termino preso yo”, dijo, según le confiaron al sitio Letra P dos de los presentes en el almuerzo en Cumelén. De todas formas, dicen desde el oficialismo, la intención era analizar el caso de Mendoza y la provincia de Buenos Aires, como dos situaciones especiales.

La semana pasada, Morales le dijo a Luis Novaresio en La Red algo similar: “Estamos en condiciones de ir en cualquier momento, de ir en octubre como de adelantar. Estamos preparados para cualquier escenario. Sí creo que no debe ser una decisión unilateral. Lo que no puede pasar es que cada uno se largue por su lado, esto debe ser resuelto en la mesa nacional de Cambiemos”.

Dueño de un revanchismo inigualable, el cálculo temeroso del duro Morales puede trasladarse al resto de los gobernadores. Al lado de Vidal, también suelen afirmar que no quisieran seguir a cargo de la provincia con Cristina en el rol de verdugo nacional. Sin embargo, la gobernadora tiene puentes con toda la oposición: desde Sergio Massa como primer socio para la gobernabilidad hasta Martín Insaurralde e incluso el kirchnerismo, que designa funcionarios en el Banco Provincia. Para Larreta, tal vez, sería lo menos problemático, en el juego de las especulaciones, gobernar la Ciudad con el cristinismo en el poder: ya lo hizo su antecesor sin mayores trastornos.

Vidal y Salvai acompañan a Macri, son parte del PRO y no hay duda de que son lo mismo. Mismo proyecto, visión similar de la política, mismo horizonte. Pero miran distinto: el optimismo irreductible de Balcarce 50 no se respira en La Plata. Peor que eso: en la gobernación, no dejan de asombrarse ante la convicción del séquito presidencial en un futuro tan luminoso como inevitable.

PURA OSADÍA. Pese al derrumbe que marcan las encuestas desde que se desató la crisis, el oficialismo decidió subordinarse por completo a Macri. Durante enero, la imagen del Presidente no sólo cayó en la provincia de Buenos Aires sino incluso en la Ciudad.

Compartida por gran parte del radicalismo -que se sabe sin chances de encabezar nada-, la razón del macrismo indica que la tarea es reanimar al paciente. Aunque resulte un collar de melones para los que pelean la reelección en varios distritos, baja desde Peña hacia el resto de los integrantes de la alianza el dogma de que sólo puede existir un experimento que tenga a Macri al frente.

Los accionistas del PRO dicen que las vacaciones recurrentes del ingeniero y -sobre todo- el veranito en los mercados, mejoraron su semblante: lo notan más descansado y confiado. Si sale bien, Cambiemos habrá dado una prueba de vida fundamental. Pero si sale mal, la alianza habrá desperdiciado la oportunidad de trascender al peor Macri.

Como el Círculo Rojo, también en las filas del oficialismo saben que Vidal sería mejor candidata nacional para enfrentar, en las presidenciales, a Cristina o a cualquier nombre que surja del peronismo. Sin embargo, la ratificación de Macri como candidato muestra los límites de la coalición amplia, diversa y pragmática que suele promocionarse. Llevar como oferta electoral al Presidente después de cuatro años que sólo tendrán uno de crecimiento, con la inflación más alta del último cuarto de siglo y más, con el regreso del Fondo, el ajuste y la devaluación, es una osadía significativa. Atar a todos los candidatos al destino del CEO de Cambiemos asoma temerario. Sin embargo, en Balcarce 50 se muestran cada vez más confiados. No lo pueden decir, pero esperan una recuperación en la economía para el segundo semestre.

De fondo, está la simbiosis entre la coalición del PRO, la UCR y la Coalición Cívica con la figura del ex presidente de Boca. Como si sólo él pudiera expresar con precisión el sentido y el mensaje del oficialismo. Como si la amplitud y las distintas miradas que conviven en tensión dentro de Cambiemos, fueran parte de un remedo o una nota al pie de un mensaje principal: aún maltrecho y derrotado por la realidad, el primer empresario que llegó a Presidente, por fuera de los partidos tradicionales, es la esencia del gobierno. No hay nada más y cualquier otra variante es, de por si, admitir el fracaso desde la boleta electoral.

Por Diego Genoud – LetraP