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Los llamados Territorios de Ultramar Británicos ante el Brexit

La decisión británica de abandonar la Unión Europea (UE), formalizada a partir del Acuerdo de Salida, abre la puerta desde 2021 a una experiencia política y económica de repercusiones globales, que involucra también a los remanentes del viejo imperio británico, desde Gibraltar hasta las Malvinas y el Atlántico Sur.

El Reino Unido posee 14 Territorios de Ultramar (BOT) desperdigados por el mundo, 10 de ellos bajo el proceso de descolonización instado por las Naciones Unidas. Solo uno, Gibraltar, tuvo voz y voto en el Brexit. Los otros nueve estaban directamente asociados a la UE a través de la Decisión de Asociación Ultramar (DAU) adoptada en 2013 por el Consejo Europeo.
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Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los representantes de los 14 BOT ante Londres y otros miembros de la UE, y de las promesas del primer ministro Boris Johnson de darles prioridad en la negociaciones con Bruselas, el Acuerdo de Salida alcanzado el 31 de diciembre dejó afuera expresamente a los territorios de ultramar.

En general, todos los territorios británicos de ultramar se van a ver afectados por el Brexit, por la falta de ayuda económica o por la restricción de acceso de sus productos por medio de cuotas de exportación o pago de aranceles.

En este escenario, se pondrá a prueba, como nunca antes, si el eufemismo británico de su “relación moderna” con los BOT es tal, ya que, por lo menos desde el punto de vista comercial y técnico, su subsistencia dependerá exclusivamente de la asistencia de Londres para compensar la presencia dominante de la UE.

 

Ventajas perdidas

Las disposiciones clave de la DAU de 2013 para los territorios de ultramar británicos incluían objetivos como el establecimiento de relaciones económicas más estrechas BOT-UE; mejora de la competitividad y fortalecimiento de la resiliencia de los BOT.

 

Pero también había instrumentos financieros pre Brexit cuya pérdida tendrá consecuencias directas para los BOT. La financiación bilateral total de la UE para todos los PTU a través del Fondo Europeo de Desarrollo (FED) durante el periodo 2014-2020 tuvo un presupuesto de 30.500 millones de euros. Y había fondos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del presupuesto general de la UE, para investigación, el medio ambiente, la educación, la innovación y la competitividad.

La UE se había convertido en uno de los actores clave en la relación de los BOT con el resto del mundo. Entre otras cosas, un volumen significativo de comercio exterior de la mayoría de los BOT era con la UE, en gran medida por la posibilidad del libre acceso de sus exportaciones sin pago de aranceles o cuotas.

De igual modo, el apoyo financiero de la UE ayuda a los territorios en una serie de áreas clave, incluida la creación de capacidad económica y diversificación de la matriz productiva, la adaptación y mitigación del cambio climático, y el desarrollo de energía sostenible.

Otros elementos clave eran la libre circulación de las poblaciones de estos territorios en el espacio de Schengen y la relación institucional con la propia UE, muy valioso para aquellos territorios bajo disputas internacionales.

Los beneficios de pertenecer a la UE, y las complicaciones de abandonarla, tienen un impacto mucho mayor en los BOT. Anguilla, un territorio de casi 15 mil habitantes en el Caribe, tenía en la asistencia del FED la única fuente de desarrollo de la isla. Las vecinas Islas Vírgenes Británicas, por su PBI, no pueden calificar para recibir préstamos de otros países y dependían exclusivamente de los fondos de la UE.

 

Un caso particular: Malvinas

El mayor impacto del Brexit para los BOT, en general, es de índole eminentemente económica, pero en el caso de Malvinas las implicancias del abandono británico del espacio integrado europeo son más profundas.

 

En Malvinas podemos vislumbrar dos tipos de posibles consecuencias relacionadas al Brexit: una económica y otra política.

Se estima que casi el 80% de las exportaciones totales de las islas (pescado, carne y otros productos agrícolas), por 300 millones de dólares anuales, tenían como destino la UE por sus beneficios arancelarios: casi el 75% del PIB de las islas dependían del acceso al mercado europeo.

De ese total, la pesca representa el 41% del PIB y, de ese porcentaje, el 94% se exportaba a la UE. Además, la industria pesquera isleña se beneficia de varias disposiciones de la DAU como la definición del concepto de productos originarios. La industria pesquera de las islas, por medio de la venta de licencias de pesca a 25 años en contradicción flagrante con las resoluciones de Naciones Unidas, utilizaba flotas de otros países para la explotación pesquera, especialmente de España.

Sin los beneficios de la DAU, que permite a las flotas registradas o que enarbolan el pabellón de un Estado miembro de la Unión operar en las industrias de los BOT, a las Malvinas les sería casi imposible exportar sus productos al mercado europeo.

El ilegítimo gobierno de las islas sugirió durante las negociaciones del Brexit al parlamento británico que “cualquier cambio importante que tenga como resultado un acceso a las importaciones/exportaciones menos beneficioso podría ser potencialmente catastrófico para la economía y la población de las Islas Malvinas” .

A partir del 1 de enero del 2021 las exportaciones de las Islas quedan sujetas a los aranceles de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre 6% y 18% para los productos pesqueros y 42% para la carne, representando una caída de más de 10 millones de libras anuales en ingresos. “Un golpe económico catastrófico”, como lo definió el ilegítimo gobierno isleño.

A su vez, las Islas Malvinas quedan fuera del Fondo de Desarrollo Económico Europeo (FED), una ayuda destinada a incentivar el crecimiento financiero y social a los países y territorios de ultramar, donde las islas recibieron 5,9 millones de euros como apoyo presupuestario. Esto contribuyó al ‘Plan de las Islas, 2014-2018’, con el objetivo de diversificar la economía, particularmente en relación con la disminución de la dependencia de la industria pesquera.

 

El costado político

Ahora bien, en materia política la mayor preocupación del ilegítimo gobierno británico en las islas es que el Brexit eliminaría las obligaciones de otros Estados miembros de reconocer y aceptar que los Territorios de Ultramar son parte del Reino Unido y que, en consecuencia, podrían perder el apoyo del resto de Europa, y que esto genere un mayor apoyo a la Argentina en la disputa de soberanía.

Desde el inicio del proceso del Brexit, la influencia británica y el apoyo de sus ex socios europeos ha disminuido considerablemente. Algunos ejemplos:

. la pérdida del juez británico en la Corte Internacional de Justicia (la primera vez en la historia que un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU no cuenta con un magistrado de su nacionalidad en la Corte de la Haya).

. la falta de apoyo de los países europeos en todo el proceso de Opinión Consultiva ante la Corte Internacional de Justicia realizada por la República de Mauricio en relación al accionar británico respecto al archipiélago de Chagos.

. la facultad de veto que le otorgó Bruselas a España en toda decisión respecto de Gibraltar, mientras negociaba un acuerdo con el Reino Unido.

Como dijo el excanciller británico William Hague: “Nos arriesgamos a perder la solidaridad garantizada de 28 naciones con respecto a la soberanía británica sobre las Malvinas, incluidas aquellas con fuertes lazos con América Latina, como España e Italia”. O el exembajador ante la ONU y Bruselas, Lord Hannay, sobre la solicitud de la Opinión Consultiva por Mauricio: “Podríamos tener el mismo fenómeno si y cuando las Malvinas lleguen ante la ONU en algún momento en el futuro”.

El Brexit despliega un nuevo abanico de posibilidades para la Cuestión Malvinas, con consecuencias aún desconocidas en el comercio y la diplomacia, que podrían permitirían nuevas oportunidades para la Argentina con miras a la solución definitiva de la disputa de soberanía.

La UE es el principal destino de las exportaciones de las islas. Con la imposición de barreras arancelarias o cuotas para sus productos, el mercado latinoamericano se ofrece como una atractiva posibilidad. Pero para acceder a ellos se requiere la anuencia de la Argentina, dada la disputa de soberanía y el apoyo regional a la posición nacional.

El aspecto de la soberanía es más sensible. Los países europeos hasta ahora habían acompañado tímidamente la posición británica, porque las islas eran reconocidas como territorio de ultramar del Reino Unido en el Tratado de Lisboa. Tras el Brexit, este apoyo podría debilitarse dado que no existiría dicha obligación nacida del pacto constitutivo europeo.

El portavoz jefe para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE, Peter Stano, anunció que no habría cambios en el reconocimiento de la soberanía británica sobre los territorios de ultramar. Es decir, se mantendrá -únicamente para la UE como bloque- la misma postura: el no pronunciamiento sobre controversias de soberanía mientras subsistan sin resolución.

De todos modos, tanto fuera como dentro de la UE, el Reino Unido aún mantiene una importante gravitación en el concierto internacional y la situación demanda una precisa evaluación de la situación. El objetivo central e irrenunciable de Argentina es recuperar el ejercicio de la soberanía de las Islas Malvinas: ello conlleva una dimensión estratégica que condiciona cualquier decisión.

Por ahora, el accionar del Reino Unido respecto de sus denominados BOT y su total falta de esfuerzo por incluirlos en el acuerdo con la UE sugiere que la “libre determinación” es solo una excusa para intentar mantener los últimos remanentes del viejo Imperio Británico y que los intereses de las poblaciones de eso territorios no son prioritarios para la Londres.