Chubut Para Todos

Los largos tentáculos del Sr. Transparencia

Rescatado del exilio, trabaja en la reforma del Estado y la Justicia, pero también arma mesas de acuerdo, es fija en reuniones clave, interviene en la relación con EE.UU. y opera como “tabique ético”.

Tiene a su cargo el diseño de la nueva estructura de Estado, la reforma de la Justicia y los organismos de inteligencia, cumple un rol preponderante en las mesas de acuerdo social, es central en la relación con Estados Unidos, convoca a empresarios, habla con la Iglesia, asiste a los ministros en temas de transparencia y tiene un lugar privilegiado al lado de Alberto Fernández. Quince años después de haber sido eyectado del gobierno de Néstor Kirchner y empujado al exilio, con bajísimo perfil mediático, Gustavo Béliz se convirtió en una figura clave de la Casa Rosada, que envía mensajes con su sola presencia en la mesa presidencial.

Fernández creó la Secretaría de Asuntos Estratégicos a su medida. Béliz tiene rango de ministro y depende directamente del Presidente. Su rol está pensado para la acción “hacia adentro” del Gobierno. Por eso, explican en Casa Rosada, Béliz no tiene vocero ni está en sus planes levantar su perfil mediático ni hacer declaraciones públicas. Su diálogo es con los ministros, secretarios y subsecretarios y su influencia abarca tantos temas como la palabra “estratégico” permite.

“Es como un Steve Jobs del Estado”, definen en una oficina del primer piso de la Casa Rosada. Esa descripción atañe a la modernización de estructuras, que el Presidente le encomendó a Béliz y que genera cierta inquietud en algunos líderes sindicales, que sin embargo mantienen con el funcionario una relación más que cordial. En el reordenamiento de estructuras, trabaja codo a codo con otra funcionaria clave para Fernández, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, los “últimos eslabones antes de Alberto”, según describen cerca de Fernández.

“Es el que tiene la tarea de maximizar la eficiencia del Estado, hacer que funcione y también evitar la existencia de cargos duplicados en diferentes ministerios”, explica un funcionario. En otro despacho le adjudican, además, el haber “filtrado” algunos nombramientos de personas cuyo perfil no le parecieron adecuadas para sus estándares de transparencia, la bandera principal que tiene bajo su cuidado. “Es como un tabique ético y moral”, dice un dirigente de diálogo directo con el Presidente.

BICHO RARO. En su despacho, ubicado en el primer piso de la Casa Rosada y al lado del Salón Eva Perón, Béliz recibe consultas de todo tipo por parte del resto de los funcionarios, que suelen destacar su trato híper cordial, su hablar pausado, su inteligencia y su capacidad de mirar mucho más allá de la coyuntura. Para aquellos que no lo conocen de épocas pasadas, Béliz se convirtió incluso como en una figura difícil de descifrar a la que se acercan con cautela y que les despierta una curiosidad inusitada hasta por su forma casi “franciscana” de vestirse, su paso cansino y su actitud siempre pensativa. Como devolución reciben un trato formal pero extremadamente amable y dispuesto.

El paquete Béliz se completa con un accionar que corre entre la eficiencia extrema y la obsesión. Es puntilloso en la presentación de ideas, organizado, metódico, “como un personaje de otra época”, por sus modos y actitud, pero dedicado a pensar el futuro. Varios funcionarios cuentan cómo las consultas que llegan a manos del funcionario no solo son siempre atendidas, sino que sus devoluciones son siempre en forma esquematizada, con archivos digitalizados y claros. “Como si hubiera trabajado todo el día para vos”, destacan.

El rol central de Béliz es dar una señal hacia adentro de la política y hacia afuera del Gobierno. Con Fernández, desembarcaron juntos en el gobierno de Kirchner, en 2003, uno como jefe de Gabinete y el otro como ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, donde presentó un plan estratégico de reforma, que incluía un proyecto de creación de una Agencia Federal de Investigaciones (AFI) y Seguridad Interior. Pero el entonces ministro duró en su cargo poco más de un año. El 25 de julio de 2004, Béliz mostró en el programa “Hora Clave”, que conducía Mariano Grondona, la foto del legajo policial de Antonio “Jaime” Stiuso, el ex director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, a quien acusó de ser “muy peligroso”. Su declaración cobró actualidad nuevamente con la serie documental de Netflix sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, que se estrenó hace pocos días. Fue el mismo Fernández quien le pidió su renuncia. Por eso su regreso, y su peso dentro del Ejecutivo, tiene una alta carga simbólica.

EL PULPO. Ya en la Casa Rosada, Béliz tomó un rol preponderante, acorde a la relación histórica que mantiene con Fernández. Como hombre religioso e íntimamente ligado a la Iglesia, su papel es clave en la organización de encuentros con la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y la Pastoral Social. Junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, trabaja en la coordinación de reuniones como la que el Presidente, los sindicatos y los empresarios tuvieron a fines de diciembre en la Casa Rosada. La primera línea del poder lo ve como una voz confiable, que tiene la gran ventaja de no estar asociado al kirchnerismo duro.

Béliz también es una voz clave en el vínculo con Estados Unidos y los organismos multilaterales de crédito. El secretario trabaja, además, en el diseño final del nuevo sistema de controles a la obra pública que anunció el Presidente ante la Asamblea Legislativa el 10 de diciembre, y que desarrolló en una primera instancia el Ministerio de Obras Públicas, que conduce Gabriel Katopodis.

Activo y pragmático, apasionado de temas relacionados con el empleo del futuro, trabaja con un equipo propio y llevó al gabinete a dos viejos conocidos de la Legislatura porteña, que comparten su perfil: Christian Asinelli, un politólogo que desarrolló proyectos de modernización y formó parte de la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, y el ex legislador porteño Jorge Srur, también politólogo y el primer legislador en certificar su gestión con la norma ISO 2001, de control de calidad.

Por Gabriela Pepe – LetraP