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Los espías argentinos ahora tienen una consultora para mejorar su imagen

Spy vs Spy: la AFI eligió a MPR para mejorar su relación con los medios y transparentar “todo lo que no sea secreto”.

Hoy se llama AFI (Agencia Federal de Inteligencia). Antes se llamaba SI (Secretaría de Inteligencia). Pero para la opinión pública argentina sigue siendo la “ex SIDE” o directamente la SIDE, como se llamaba una década atrás. Ese nombre del organismo de inteligencia argentino trae recuerdos oscuros y tiene connotaciones siniestras. De hecho funcionó durante el régimen kirchnerista casi exclusivamente como brazo político ilegal del gobierno para espiar a opositores y periodistas, usar información confidencial en su contra desde el aparato estatal y hasta para hostigar físicamente a periodistas disidentes.

La nueva AFI, conducida ahora por los macristas Gustavo Arribas, un hombre de confianza del presidente Mauricio Macri, y la ex diputada Silvia Majdalani, contrató una consultora de PR con el objetivo de mejorar la imagen del servicio de inteligencia argentino ante la sociedad y, especialmente, vincular a la AFI con los medios de comunicación.

Se trata de MPR (Molaro, Peralta Ramos) que tendría la misión de transparentar lo que se puede transparentar de un servicio secreto, aunque buena parte de su trabajo y las identidades de muchos agentes seguirán en secreto, como en todos los servicios de inteligencia del mundo.

El propio presidente Macri dijo que se hará público todo lo que no sea secreto, a la vez que todo lo que deba permanecer en secreto se haría legalmente.

Como ejemplo, recientemente el presidente Macri dio la orden de hacer públicos los archivos de información de la AFI sobre la misteriosa muerte del fiscal Nisman, en enero de 2015 y en la que se sospecha que los servicios de inteligencia pueden haber tenido un rol fundamental.

Para tener una idea de lo poco profesional que fueron las conducciones kirchneristas de los espías, a cargo de Oscar Parrilli, como último jefe K, y Héctor Icazuriaga, anteriormente, basta un ejemplo: la psicosis contra los medios críticos llevó a que el servicio de “inteligencia” e “información” comprara solo un ejemplar de los críticos Clarín y La Nación, mientras que se suscribían cientos de ejemplares de los oficialistas Página12 y Tiempo Argentino. O sea: atacaban con operaciones de desinformación y agresiones físicas (como mínimo en los casos de los periodistas Alfredo Leuco y Marcelo Longobardi) sin siquiera enterarse cabalmente de qué escribían y opinaban.

En los últimos meses, la AFI kirchnerista había contratado a cientos de militantes de la agrupación partidaria La Cámpora, sin preparación alguna, para largarlos a espiar a disidentes. Mientras tanto, el crimen y el narcotráfico se apoderaban del país y corrompían a las fuerzas policiales.

Ahora la AFI en el gobierno de Cambiemos se concentraría en mejorar la información que dispone el gobierno sobre el crimen organizado, además de ayudar al Presidente a tomar mejores decisiones políticas con información de alta calidad.

En ese nuevo contexto, la agencia dirigida por Orlando Molaro tendría la misión de iniciar una serie de reuniones con periodistas para que conozcan el funcionamiento de la nueva central de inteligencia. Incluso la otrora prestigiosa Escuela Nacional de Inteligencia, que fue considerada entre las mejores de la región, será abierta para cursos y seminarios que puedan ser de interés a periodistas.

La agencia MPR, que tiene un total de 20 cuentas activas, mandaría en casos extremos comunicados a los medios, como lo hizo cuando Macri liberó la información sobre el tema Nisman.

Por su parte, el escribano Gustavo Arribas, el número uno de la agencia, habría contratado para su asesoramiento personal al relacionista público Hernán Nisenbaum, dueño de Nisenbaum Comunicaciones.

No es la primera vez que los espías cuentan con consultores de PR. Durante la gestión de Miguel Angel Toma, bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, (2002) se creó un departamento de PR que comandaba Santiago Rossi, hoy director en la agencia de origen español Llorente & Cuenca. Durante el menemismo, la gestión de Hugo Anzorregui contrataba a su yerno como asesor de prensa, Alejandro McFarlane, que hoy es empresario en el sector de energía eléctrica.

Sin embargo, ninguno de los dos tuvo que lidiar con una carga de mala imagen tan tremenda como la que tiene la central de inteligencia luego de 13 años de régimen kirchnerista. Las guerras casi públicas entre espías, como el ex número dos Antonio Stiuso y el hasta ahora mandamás de los espías en el último tramo del régimen de Cristina Kirchner, Fernando Pocino, contribuyeron a ensuciar aún más la imagen de la agencia de inteligencia.

Molaro es un periodista que se volcó a las PR de la mano de Alberto Salem, uno de los fundadores de la profesión de la comunicación empresaria en Argentina, y dirigió los departamentos de RR.PP. de Carrefour y McDonald’s.

Actualmente su agencia tiene una veintena de clientes, entre los que se destacan la clínica Swiss Medical, Havanna, el laboratorio Alergan, la cámara de shopping centers y la brasileña alimenticia BRF.

Fuente: Urgente24 – Revista Imagen