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Los cimientos del Justicialismo, un sistema de reflexión Por Heriberto Deibe

“Quien quiera ser dirigente y no domine el arte de la conducción, no va a llegar nunca lejos. Para conducir es preciso someterse a un estudio con disciplina científica, que de los principales conocimientos para abarcar la totalidad del panorama. Es decir, abarcar el panorama implica contemplarlo con una sensibilidad e imaginación sin las cuales no tiene sentido observar las cosas. Así, con sensibilidad e imaginación: ver, base para apreciar; apreciar, base para resolver y resolver, base para actuar.”

De esta manera sintetizaba el Gral. Perón la forma desde la cual se debe escrutar la realidad. Es decir, a través de un sistema político-intelectual como referencia de análisis. Este es uno de los principales legados que Juan Perón nos dejó: determinadas categorías de observación.

El Justicialismo debe pujar por implantar en la cultura política, al menos dentro de la propia, una formación de dirigentes con visión de estadistas. Que contemplen la totalidad de la nación, el contexto internacional en el que está inserta – pensar el mundo para pensar la Argentina -, su historia, su coyuntura y sus recursos, y a partir de allí trazar directrices de acción, en el plano táctico y en el estratégico. Siempre teniendo la realidad como punto de partida, pero entendiendo que la coyuntura no determina los parámetros intelectuales, sino que estos son el instrumento para modificarla. Por tanto, la ideología política exige que cada dirigente aporte a la actualización permanente de la doctrina. Esta es una necesidad prioritaria, que coloca a la búsqueda de los cargos públicos en un nivel totalmente secundario, puesto que son accesorios al fin que aquellos lineamientos doctrinarios requieran.

Esa base doctrinaria es lo que da lugar a la aplicación de la ideología política. Y es a partir de este sistema de reflexión que quienes se referencian en este sistema político convergen ordenadamente.

Sólo de una usina de esta naturaleza es posible concebir un verdadero plan de gobierno estratégico para determinar el curso que debe adquirir el país. Porque gobernar no implica una mera administración técnica de recursos sino la conducción sociocultural de la nación.

Este ejercicio sistemático se ha perdido. El justicialismo ha dejado de pensar la realidad nacional, del pueblo y con ello su sufrimiento, sus problemas y soluciones. Produciendo la atrofia y fragmentación del movimiento y la necrosis del partido.

Entonces, una sólida y actualizada doctrina constituye un elemento determinante para poder incidir en la realidad de nuestro país desde la propia identidad, sin que la misma se diluya en la dinámica de la coyuntura que la cultura de turno imponga.

El Justicialismo es, antes que una organización institucional, una cosmovisión de la vida individual y colectiva y en consecuencia, de la actividad Política y de la Sociedad. Esto determina su inherente responsabilidad de repensar constantemente la realidad argentina y contribuir significativamente a su proceso de pleno desarrollo.