Chubut Para Todos

Liberalismo conservador contra Peronismo Popular

Los nuevos (neo en griego) liberales se autoadjudican ser los únicos/últimos defensores de la libertad en el siglo XXI; pero se encargan con sumo cuidado de hablar de la libertad solo en términos generales y abstractos, pero en realidad no se refieren a ella en estos términos, si no pura y exclusivamente a la libertad económica, que en principio no suena mal, pero a ellos muy mal les suena la libertad política o cultural.

Con libertad, se refieren al liberalismo económico (que data del siglo XVIII); el cual sostiene que el Estado no debe intervenir en la economía, dado que la “ley de la oferta y la demanda”, mediante una “mano invisible” la regularía de tal forma que se fije un precio justo para las mercancías sin que haya excedentes ni desabastecimiento. De esta manera se obtendría un “libre mercado”, al cual concurrirán muchos vendedores y compradores, generando una “competencia perfecta”. Pero la realidad es que de aquel tiempo a esta parte dicho mercado de competencia perfecta nunca existió y la mano invisible menos, y en su lugar apareció un mercado de competencia imperfecta y un puñado de manos muy visibles, aunque trataron de ocultarse detrás de un discurso PRO libertad.

Diferente del liberalismo económico es el liberalismo político; el cual nace principalmente en el año 1789 con la Revolución Francesa, cuya lema fue “libertad, igual y fraternidad”; y que consistió en una ampliación de derechos individuales para todos los ciudadanos, más allá de su condición socioeconómica; y en la quita de privilegios y en la defensa de las libertades individuales de los ciudadanos frente al poder del Estado que en ese momento Estaba en poder de los reyes y de los señores feudales; a los cuales se buscó superar. Es así como surgen las constituciones nacionales y los Estados de derecho. Los países colonias, como el nuestro en ese momento, primero pelearon por su libertad y una vez obtenida por la igualdad de derechos.
Los liberales mediáticos/políticos actuales fingen confundir la igualdad de derechos con la igualdad económica, para lograr que quienes los escuchan las confundan realmente; para que así terminen confundiendo peronismo con comunismo y ampliación de derechos con disminución de libertades.

Igualdad económica es que todos tengamos los mismos ingresos, trabajemos mucho o poco, seamos muy capaces o incapaces, excelentes o mediocres; cuya oposición no es exclusiva de los liberales, ya que desde el peronismo no se está en contra de la desigualdad económica, pero si en contra de que exista pobreza, sobre todo en un país rico como el nuestro. El problema no es que haya ricos o empresarios exitosos, al contrario, el problema es que estos lo sean a costa de que existan explotados y excluidos. Los “liberales”, a esto último lo consideran como una consecuencia justa y lógica del libre mercado, en el cual la libre competencia (como si fuera un deporte) arrojará ganadores y perdedores; y como la competencia fue libre, quienes sean los ganadores lo serán por ser mejores, y los perdedores por ser peores. Pero no tienen en cuenta que para que la competencia en el libre mercado sea justa, todos los competidores deberían empezar “la competencia” pudiendo haber accedido a los mismos derechos (es decir que partamos todos de una condición de igualdad en cuanto acceso a estos); cuando, por lo general, los que resultan perdedores arrancan el juego habiendo accedido a menos derechos que los ganadores, y la consecuencia de la derrota será tener todavía menos derechos aun, llegando al límite de lo tolerable, cuya tolerancia será impuesta a través de la mano, ya no invisible si no dura (otra diferencia entre liberales y neoliberales -más allá de los siglos de distancia temporal-).

Igualdad de derechos es que, por ejemplo, todos podamos acceder a una buena educación, salud y empleo. La igualdad de derechos tiene que ver con la igualdad de oportunidades, que si bien es verdad que oportunidades tenemos todos, es mentira que sean las mismas. Desde el peronismo, consideramos que si dos personas tuvieron las mismas oportunidades, pero por talento, esfuerzo o interés, una de las dos logró mayor prosperidad, es justo y un premio merecido. El problema es cuando una persona tiene las oportunidades restringidas por motivos que son ajenos a su voluntad; aquí aparece otra diferencia entre los que buscan un Estado mínimo, como los nuevos liberales, y los peronistas, que buscan un Estado que intervengan allí en donde existan una persona con sus oportunidades reales y acceso a derechos fundamentales limitados.

Para el peronismo llevar adelante la búsqueda de la igualdad de derechos fue hacer gratuita la educación universitaria; que el trabajador también tenga derecho a vacaciones (mediante las vacaciones pagas), un salario digno (mediante el salario mínimo); la posibilidad de ahorrar y tener un sobrante para las fiestas (mediante el aguinaldo). Fueron medidas que si bien parten de una búsqueda de igualdad, la consecuencia es la libertad; la libertad de poder estudiar, tener vacaciones, ahorrar para poder tener mas libertad de compras, etc. Dichas libertades son para todos; la idea es que las tenga todo aquel que simplemente desee trabajar, estudiar, etc. Paradójicamente, a este aumento de libertades el liberalismo lo llama populismo, porque va en contra de las libertades que quiere el liberalismo, aquellas que solo obtiene el que gana: aquel que nace con tanto talento y fuerza de voluntad que es capaz de llegar a lo mas alto solo por su mérito (cuando en realidad todo mérito propio depende también de factores externos).

El liberalismo quiere un Estado mínimo, que no solo no intervenga en la economía, sino que tampoco lo haga en la salud y en la educación; cuestión que solo acceda a ella aquel que la pueda pagar; y siendo que la mayoría no podría, esta quedaría afuera, por lo cual, el acceso a la educación seria solo para una minoría, y como el saber es poder, este también quedaría en manos de unos pocos. Y quien tiene el poder, dicta las leyes para conservarlo, y la manera de hacerlo es que estas sean duras; y es por eso que los neoliberales ya no hablan mas de mano invisible como sus antecesores, si no de mano dura, que no obstante, intentan invisibilizar detrás de un supuesto amor ciego por la libertad, que los lleva a decir que solo con esta basta para que todo tipo de progreso individual (que según ellos traerá necesariamente aparejado el progreso colectivo) sea posible, en donde la mera libertad sumada al esfuerzo, talento y/o suerte puede sacar de la mas extrema pobreza a cualquiera, por lo cual, el que es pobre es pobre porque quiere, o porque es vago o tonto; y el que logró riqueza fue porque es disciplinado, talentoso y/o afortunado (que en realidad muchas veces es por herencia y otras no pocas a través de acciones ilegales o “legales”). No obstante, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz nos dice que “el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras que el 90% de los que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que hagan o no mérito para ello”.

Muestras históricas nacionales del que el liberalismo económico no favorece a la mayoría es que en Argentina nunca contó con la cantidad de votantes suficientes para lograr imponerse en elecciones limpias; por lo cual ha apelado al voto cantado a fines del siglo XIX y principios del XX, al fraude “patriótico” en la década del 30; a la proscripción y dictaduras fusiladoras del 55 al 73; y a una dictadura violadora sistemática de Derechos Humanos del 76 al 83, que condicionó a los gobiernos siguientes con la deuda externa que dejaron, mediante levantamientos carapintadas en los 80’y con su ministro neoliberal Cavallo en los 90’, cuyo plan de convertibilidad y corralito nos hizo llegar a la crisis del 2001.

En el medio de estos liberalismos (cuyo modelo económico fue el agroexportador) que supuestamente buscaron la libertad, pero a través de los golpes de Estados, el fraude, la proscripción, la mano dura y la supresión de derechos; hubo dos grandes “populismos” (cuyo modelo económico fue el industrial), que lograron llegar al poder mediante la ampliación del voto y de derechos para las mayorías. El primero fue el radicalismo, cuyo candidato Yrigoyen fue el primer presidente en llegar al poder mediante el voto, universal, secreto y obligatorio; ganándole a los liberales-conservadores (liberales en lo económico y conservadores en lo político-cualquier semejanza con la actualidad no es pura coincidencia-) en el año 1916, quienes habían tenido el poder durante décadas a través del voto cantado y fraude. El radicalismo les ganaría todas las siguientes elecciones, hasta el año 1930, en el cual lo sacan de la presidencia por medio de un golpe de Estado cívico-militar. Los liberales no siempre están tan a favor de la libre competencia, si no mas bien que lo están cuando esta les favorece.

Las siguientes elecciones totalmente limpian volverían a producirse recién para el año 1946, que las volvió a ganar otro “populista”: Juan Domingo Perón. El motivo principal de su triunfo fue debido a la cantidad de derechos laborales que le amplió a la clase trabajadora, que como demostraron las urnas son la mayoría, mayoría a la cual les fue otorgado el derecho a la educación universitaria gratuita una vez que Perón asumió la presidencia. Para las elecciones siguientes se le ampliaron los derechos políticos a la mitad de la población que estaba excluida de estos mediante el voto femenino. El segundo presidente popular (Perón), aborrecido por liberales-conservadores; fue reelegido por la mayoría al igual que el primero (Yrigoyen)-tampoco querido y también llamado dictador y encarcelado por los mismos sectores antiperonistas-, pero también al igual que este no pudo terminar su mandato porque en nombre de la libertad, no respetaron la libertad que ejerció la mayoría al elegirlo, y decidieron deponerlo (bombardeo a la Plaza de mayo mediante) y proscribirlo por 18 años.

No queda duda de que si separamos al liberalismo político del económico, nos damos cuenta que más liberales que los “liberales” fueron los “populistas”. No obstante, en lo económico también, debido a que el populismo, al aumentar las oportunidades, también aumentó la libertad para progresar, en muchos aspectos, incluidos el económico, tanto individual como colectivo. Tampoco quedan dudas de que el sistema de los “liberales”, que en realidad es conservador (en lo político y también en lo cultural) y conservador para unos pocos, solo puede ser impuesto por la fuerza, el fraude o el engaño; y una vez obtenido solo puede ser mantenido por estos mismos medios; dado que es el ejercicio del poder por una minoría para favorecer a la misma minoría, excluyendo a la restante mayoría de bienes y derechos, llevando a una desigualdad incompatible con los principios de la democracia moderna y el Estado de derecho.

El liberalismo nunca trajo más libertad y siempre amplió desigualdades; el peronismo, amplió libertades y derechos, y disminuyó desigualdades profundas pero sin imponer nunca una igualdad absoluta, porque si bien quiere la justicia social, no la quiere sin libertad, pero tampoco quiere libertad sin justicia social (como los liberales), porque esta no es libertad si no pseudo libertad, y el peronismo busca un balance entre libertad e igualdad; ambas cuestiones indispensable para un verdadero Estado de derecho que sea realmente democrático.

Por Juan Pablo López – Ser