La semana pasada, en los dos medios gráficos más poderosos de la Argentina se publicaron dos artículos indignantes, de una bajeza pocas veces vista y que nos muestran un oscuro camino que debemos repudiar.
Por un lado, la línea editorial de uno de estos medios publicó acerca de las “niñas madres con mayúsculas”. Una aberración que justifica la maternidad infantil como hecho natural. Un texto nefasto que justifica el abuso, la pedofilia y pone a las mujeres en un lugar de objeto, en donde lo “natural” es que sean madres, porque así son “instintivamente”. Aleja a la mujer de su condición de animal racional y la ubica abiertamente en una posición de animal instintivo, donde poco vale su elección a ser madre, ya que según ese editorial es “natural” que quieran serlo.
Sin dudas, una bajada de línea que atrasa y que intenta instalar un debate en la sociedad que resulta altamente destructivo. Ya que las niñas son niñas, no madres.
Otro de los medios más poderosos del país, publicó la opinión de un periodista acerca de las “pasiones argentinas”, de la “decencia de los que buscan en la basura”, del “abominable hombre de la mugre” y demás descalificaciones hacia las personas que se cayeron del sistema. Hacia quienes tienen hambre por culpa de una Argentina cada vez más injusta, cada vez más dependiente y menos soberana. Modelo político y económico del cual estos medios poderosos son la piedra angular.
Este creciente romanticismo de la indigencia, esta militancia mediática mercenaria, esta constante lucha por hacernos creer que nos merecemos vivir mal, avanza a pasos agigantados. Esto nos obliga a quienes abrazamos la causa de los que más sufren, a repudiar fuertemente esta clase de acciones y recordar que donde hay una necesidad, nace un derecho.
Estos intentos de formar opiniones y estructuras de pensamiento que denigran al ser humano en diferentes aspectos, es grave. Y la gravedad mantenida constantemente no es más que la máscara de la mediocridad.
*Dirigente de Ser Federal