Chubut Para Todos

La guerra (interna) de la triple alianza

El culebrón de la Magistratura terminó de detonar la relación Casa Rosada – UCR en el umbral de 2019. La unión transitoria Peña-Frigerio-Monzó. La bomba Carrió. El foquismo radical. Macri, en otra.

Vuelan las facturas y arden los teléfonos. Acusaciones, amenazas, disputas por el poder pero, también, diferencias políticas y choque de estrategias para llegar a la gran batalla de 2019. La discusión al interior de la alianza Cambiemos se calentó en la antesala de diciembre con un nivel de virulencia que sorprende a los extraños.

El detonante fue el asiento que perdió Mario Negri en el Consejo de la Magistratura y la siempre asimétrica relación en una coalición de gobierno que tiene a los radicales como socios menores y contemplativos. Pero la crisis, que el macrismo se apura a dar por superada, apunta al año electoral y al rol de la UCR. Eso se va a discutir en la reunión del martes próximo que -si se concreta- será a puertas cerradas, lejos del periodismo y en secreto, de ser posible.

Nadie quiere romper ni sacar los pies del plato, pero ponerse de acuerdo en el corto plazo va a ser difícil. El cruce de operaciones entre la Casa Rosada y los herederos difusos de Hipólito Yrigoyen es cada vez más intenso. Se vio en su máxima expresión el fin de semana fatídico del cambio de gabinete que no fue, a principios de septiembre, y vuelve a verse ahora en la batalla a través de los medios, desde los pliegues del off de record.

De un lado, un Macri que no quiere ni enterarse del tema, representado por Marcos Peña, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó, todos con diferencias y matices entre sí. Del otro, Negri, el senador Luis Naidenoff, el gobernador Alfredo Cornejo, Ernesto Sanz y el radicalismo sin techo de 21 distritos.

La amplísima unidad peronista para arrebatarle un sillón al oficialismo en el Consejo de la Magistratura incrementó la desconfianza y las diferencias. El voltaje de las acusaciones incluye el nombre de periodistas y medios oficialistas, to señalados como parte de operaciones o bandos en disputa. En el kirchnerismo, al menos, no se mezclaban los tantos: los buenos eran los propios y los malos, los opositores. Con esta nueva alianza, se acusan feo entre cambiemistas.

TODOS UNIDOS. El detonante de la batalla entre radicales y macristas fue la unidad peronista de Diputados para desembarcar en el órgano que selecciona a los jueces. El kirchnerismo y el massismo, con el aval de Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey, madrugaron a Negri y dejaron expuesto el choque de criterios.

Eyectado, el aliado fundamental de Elisa Carrió y postulante a pelear la gobernación de Córdoba adivinó una conspiración que nacía en Frigerio, el ministro del Interior al que los radicales consideran -desde siempre- un delegado del peronismo en el Gobierno.

Extenuado por cinco meses de una rosca infinita para aprobar el Presupuesto, en la Casa Rosada afirman que el ministro del Interior se enteró del tema el jueves pasado, a las seis de la tarde, cuando ya estaba todo cocinado.

Quedó también bajo sospecha Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados que juega tiempo de descuento y evalúa retirarse de Cambiemos.  La onda expansiva abrasó también a Peña, el polarizador Jaime Durán Barba y la mesa de operadores judiciales, contradictoria y estéril.

Frigerio y Monzó fueron apuntados por su connivencia con el peronismo, en especial el primero, que destina partidas a los gobernadores y municipios del PJ donde el radicalismo sufre el llano. Peña y Durán Barba, en cambio, por el doble error de polarizar con Cristina Kirchner y amagar ahora con convalidar el sueño del peronismo disecado que alguna vez incubó el ex intendente de Carlos Tejedor.

La crítica de Negri y los radicales a Frigerio, publicada en Clarín y La Nación, agotó la paciencia y la artillería volvió rápido a través de usinas afines. En el medio, durante un fin de semana de lo más agitado, Peña llamaba a los amigos de la UCR para evitar que se difundiera el comunicado que habló de impericia, desidia política y mala praxis. No alcanzó. Según pudo saber Letra P, ese documento -que en Balcarce 50 atribuyen al rencor del cordobés radical- fue redactado por el propio Alfredo Cornejo, un gobernador que no sabe de eufemismos en las reuniones cerradas.

Un alto dirigente radical al sitio Letra P: “Frigerio es el aliado de los gobernadores del PJ que compiten contra radicales con la guita del Gobierno”.

Las diferencias de rol y de política también existen en un radicalismo que no tiene conducción. Naidenoff le advirtió al jefe de Gabinete que la Casa Rosada se confunde cuando llama a los tres gobernadores radicales y cree que con eso abrocha a todos sus correligionarios. Gobernadores, intendentes, diputados, concejales… la mayoría vive a la intemperie del poder en 21 distritos.

El fastidio con el Gobierno acumula una legión de heridos que hoy no aparece, pero también conspira. Como le dijo a este portal un alto dirigente del radicalismo: “Frigerio es el aliado de los gobernadores del PJ que compiten contra radicales con la guita del Gobierno. Hay muchas víctimas y eso ya no se aguanta”.

La lista es larga. El empresario radical Eduardo Costa, esposo de la lilita mediática Mariana Zuvic, que votó contra el Presupuesto, de imprevisto, y fue declarado hereje por el macrismo duro. A él se suman, en voz baja, Julio Martínez en La Rioja, Gustavo Menna en Chubut y Atilio Benedetti en Entre Ríos. Ese malestar también impregnó, según dicen, dos encuentros de senadores radicales en las últimas horas, uno por separado y otro con el interbloque de Cambiemos, con asado incluido.

¿QUIÉN CONDUCE? La falta de conducción, precisamente, es lo que Cornejo atribuye a los altísimos mandos del macrismo. Unos y otros se acusan de lo mismo. Mientras el centenario partido no logra reportar a un único jefe que los exprese a todos por igual y los contenga, el PRO tenía como meta principal el Presupuesto del ajuste comprometido con el Fondo por 475.000 millones de pesos. El sillón que perdió Negri en el Consejo de la Magistratura ni figuraba entre los objetivos de Macri, un presidente que no da abasto entre la organización del G20 y los nervios por la final de la Copa Libertadores, donde River y su club definirán la gloria.

Cuentan en la Casa Rosada que el Presidente no quiere ni saber de estas peleas. Quizás lo que más le preocupe no sea el órgano que selecciona a los jueces ni la relación con el radicalismo, que no tiene a dónde ir, sino la estrategia más segura para ganar la fundamental Córdoba el año próximo.

Macri suspendió el viaje a Río Cuarto que tenía previsto este viernes para mostrarse otra vez con el amigo Schiaretti. Si lo hizo por lo que considera una traición del ex secretario de Industria de Domingo Cavallo o lo hizo para no alborotar más la interna en la provincia, está por verse. Pero Cambiemos cuenta con cuatro candidatos que corren de atrás al gobernador en los sondeos: Negri y Ramón Mestre hijo -reconciliados hace poco-, Héctor Baldassi y Luis Juez; todo un revoltijo que resolvería la reelección del Gringo, el peronista que siempre le cumplió al Presidente en los temas esenciales. Schiaretti le sumaría un aditamento a la complicación de Macri si -como insinúa Carlos Caserio– adelanta también los comicios para abril o mayo.

LILITA OBSERVA. Cuando el que se queja es Negri, el problema tiene un potencial explosivo siempre mayor por ser el socio dilecto de Carrió. La jefa de la Coalición Cívica prefirió bajar el perfil después de haber advertido, hace apenas un mes, que había perdido la confianza en el Presidente. Es de esperar, por bien de la alianza, que alguien esté a cargo del operativo para contener a la aliada bomba del hijo de Franco antes de que exprese su solidaridad con Negri.

Para la cúpula de la UCR, el peronismo se viene comiendo crudo al oficialismo y no tendrá reparos en firmar un pacto de amnistías mutuas para volver al Gobierno.

Según se pudo saber, el desplazado cordobés conversó en dos oportunidades en las últimas horas con Carrió sobre el Consejo y el futuro. Desde la CC, afirmaron a este portal que la diputada “está observando todo”, aunque por ahora -por ahora- no piensa hablar. Carrió considera que lo del viernes fue el segundo capítulo de una alianza avanzada entre las distintas tribus del peronismo, después del freno a su designación en la comisión de control del Ministerio Público Fiscal, cargo que quedó para Graciela Camaño.

Mientras al diputado radical le facturan en Balcarce 50 no haber juntado un solo voto para su propio sillón y haber impugnado con Lilita el acuerdo con el zigzagueante santiagueño Gerardo Zamora -que costó seis votos-, el radicalismo culpa a Schiaretti y también a Urtubey, que habilitó a Pablo Kosiner para que el pampeano Sergio Ziliotto avalara el entendimiento que llevó a Camaño y al camporista Eduardo De Pedro al Consejo. “Urtubey jugó con Cristina por omisión”, dicen los radicales que ven a todo el PJ en el mismo barco hacia 2019. Ésa es la discusión que buscarán dar en la cena, con el trasfondo de la Magistratura pero con eje en la reparto de poder hacia las presidenciales.

Para la cúpula de la UCR, el peronismo se viene comiendo crudo al oficialismo y no tendrá reparos en firmar un pacto de amnistías mutuas para volver al Gobierno. Esa característica esencial de la oposición todavía fragmentada es la que, para los radicales, se minimiza en las adyacencias de Durán Barba.

En la alianza gobernante, unos y otros están unidos por el espanto ante un regreso de Cristina Kirchner al poder y por la posibilidad de esa confluencia grande del PJ. Nadie piensa en romper, pero quizás la operación de Enrique Nosiglia para llevar a Martín Lousteau a pelear una interna nacional termine ganando adherentes si Macri, Peña y Frigerio cierran todas las puertas.

Por Diego Genoud – LetraP