Chubut Para Todos

Juan Grabois: “Los pobres tienen un solo modo de acceso a la tierra, que es la ocupación”

El dirigente popular participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de Periodismo de Perfil. Preocupación porque los índices de pobreza seguirán aumentando y porque la toma de Guernica “no es un caso aislado”. Críticas al Poder Judicial.

—Se estima que la cantidad de personas que asisten a comedores y merenderos pasó de 8 a 11 millones en la pandemia. ¿Hay proyecciones para los próximos años?

—La respuesta es difícil de estimar. Hoy tenemos más de 18 millones de compatriotas bajo la línea de pobreza. Entre los movimientos sociales, Cáritas y los Curas Villeros se calcula que hay, aproximadamente, 15 mil comedores en el país. Por lo tanto, si no hay una fuerte intervención del Estado, la necesidad de alimentos se va a incrementar y el tejido social se degradará aún más. Es una situación que ya veníamos sufriendo y que se llevó la vida de muchos niños, sobre todo en el Chaco salteño donde hay una combinación criminal entre miseria y agronegocio contaminante. Por suerte hay un ejército invisible, como dice el Papa Francisco, que en esta guerra mundial contra el virus está ahí, con poco reconocimiento pero son esas decenas de miles de mujeres de las barriadas populares que están cocinando con poco para todo un barrio.

—Al referirse al nuevo índice de pobreza, el secretario de Economía Social, Emilio Pérsico, expresó que todavía no hemos llegado al fondo de la situación. ¿Usted está de acuerdo con esa reflexión?

Hoy la situación es peor a lo que reflejan los índices, que retrasan un semestre. Y todo indica que va a empeorar aún más y después va a haber un rebote. Coincido con Emilio que no hemos tocado fondo todavía, pero nuestro piso está muy abajo y tenemos que levantarlo. Eso va a requerir de un gran esfuerzo del Estado y también de los sectores dominantes que siempre ganan, aún con las pandemias, para poder garantizar que esta crisis no la paguen ni los pobres, ni la clase media. Sucede que el país vive en un espiral descendente donde cada crisis nos lleva unos metros más abajo. Después, con esfuerzo y algunas políticas acertadas, remontamos pero nuestro piso es cada vez más bajo. La última crisis rozamos el 50% de pobreza y después de muchos años se llegó al 19%, creo que fue el número más bajo. Hoy anhelaríamos tener esos niveles de pobreza.

—Funcionarios que concurrieron a la toma de Guernica para entregar víveres denunciaron que organizaciones sociales no los dejaron entrar al predio. ¿Qué opinión le merece esa situación?

—Me parece que es un error atribuir a organizaciones sociales la responsabilidad de la situación. Primero, hay un tremendo fracaso del Estado en garantizar un derecho humano como es un lote para construir una vivienda. No me refiero a que lo regalen sino a poder acceder pagándolo. En Argentina, y América Latina, los pobres tienen un solo modo de acceso a la tierra, que es la ocupación. En el mundo hay más de 2 mil millones de personas que viven en asentamientos informales. En el país hace muchos años que no hay una política de acceso al suelo. Lo que sucede en Guernica forma parte de una tendencia histórica que se agrava con la pandemia porque en las barriadas los alquileres no tienen contrato y cuando no pueden pagar los echan. El grueso de la gente que está en las ocupaciones son personas que sufrieron esa situación. Por lo tanto, no hay que responsabilizar ni a los ocupantes ni a las organizaciones sociales. Hay una sola salida posible y justa a esta crisis habitacional que es garantizar un lote para cada familia.

—¿Guernica puede funcionar como disparador para otras toma de predios o es un caso aislado?

—En Argentina hay 4400 barrios populares que se crearon en los últimos veinte y pico de años, un promedio mayor a 150 anuales. Ese es el número histórico de ocupaciones. Por lo tanto no es un caso aislado, es un problema permanente. Pasa lo mismo en Chile, en Perú, Bolivia, Paraguay, y ni hablar en Brasil donde todos los días se amplían las favelas. Eso es producto de una idolatría del mercado que supone que una mano invisible va a resolver el problema. Eso no es cierto. Debe haber una planificación estatal, una intervención en términos de desarrollo territorial, y una nueva demografía federal y comunitaria para dejar de ser un país sobre urbanizado, con el 93% de la población en centros urbanos. En eso Argentina bate récord, es el octavo país más grande del mundo pero es uno de los 4 ó 5 países con mayor nivel de urbanización.

—¿Cree que la información sobre la autopsia de Facundo Astudillo Castro amerita que haya un cambio en la estructura política y de seguridad de la provincia de Buenos Aires?

—El caso debe ser investigado con seriedad, hasta las últimas consecuencias, y sin la participación de la bonaerense o de las fuerzas que podrían eventualmente estar involucradas en el hecho. La degradación y corrupción de la Policía Bonaerense viene desde hace muchos años y nadie le ha podido poner el cascabel al gato. Creo que requiere una reforma profunda, prácticamente disolverla y armarla nueva, de cero, pero eso tiene sus complejidades. No es casual que paralelamente a los dichos de Duhalde la policía rodeó con armas y patrulleros donde vive el Presidente, una acción ilegal y desafiante del orden constitucional. Creo que nuestra sociedad necesita dos cosas, primero justicia, en todos sus sentidos, y fundamentalmente justicia social, y a su vez necesita autoridad política, que es lo contrario a la arbitrariedad de los poderosos.

—Quedó firme el procesamiento contra la vicepresidenta por presunta asociación ilícita en la causa de los cuadernos. ¿Qué opina al respecto?

—Hay un proceso judicial en marcha donde no hay sentencia firme, además al Poder Judicial hay que cuestionarlo como al resto de los poderes. El Poder Judicial está subordinado al poder económico. Te cuento algo, en el barrio de Constitución, en Lima al 1200, hay un predio de 8 mil metros cuadrados que la dictadura militar le dio al Grupo Clarín. Hubo una concesión, ilegítima por el origen dictatorial, durante 30 años. Esta se venció y dejaron de pagar el canon, estando de manera irregular durante años y aunque está dictaminada judicialmente la usurpación que realiza el Grupo sobre ese terreno, lejos de restituirse a la Ciudad de Buenos Aires lo han subastado a un precio vil de 30 pesos el metro cuadrado para concesionarlo por otros 30 años. Con un amparo logramos frenar esa situación porque una jueza reconoce que la subasta fue ilegítima y que el lugar estuvo sin concesión durante años. Firmaron. Cuando le pedimos que le exija que dejen de utilizar el predio como una base operativa y de estacionamiento para sus ejecutivos, lo rechaza y cambia absolutamente su argumento de la semana anterior. ¿Por qué? Porque los grupos empresarios, particularmente el Grupo Clarín, tienen un poder formidable sobre las instituciones democráticas.

—En un contexto donde la frontera agrícola sigue expandiéndose y cada vez hay más incendios ¿el Gobierno tiene la intención y la capacidad para frenar el agronegocio?

—Hay una preocupación ambiental y un Ministro de Ambiente que intenta poner el tema en agenda. Pero enfrentar el problema en su verdadera dimensión implica enfrentarse a un modelo extractivista, donde está el agronegocio transgénico y la megaminería. Sin embargo parece que en la política, incluido el Frente de Todos, no hay conciencia de la gravedad de la crisis climática y ambiental, y hay todavía una especie de fe supersticiosa en el extractivismo como una solución a los problemas. No veo una definición clara sobre este tema, veo intenciones. Si observamos el nivel de deforestación y desmonte que hubo en el país, incluso durante la pandemia, y los incendios intencionales de pastizales para utilizar ese territorio para el agronegocio, uno se da cuenta el nivel de inconsciencia empresaria, pero también de la falta de coraje de la política para ponerle coto a esta voracidad devastadora de un sector que tampoco distribuye beneficios al conjunto.

—En su artículo “Unidad para qué”, publicado en La vida en suspenso, usted habla de la “astuta diplomacia británica”. En ese sentido, ¿es posible decir que hoy hay una “astuta diplomacia china” con respecto a la Argentina?

Estamos entrando en una etapa donde cada vez más se ve la multipolaridad. Si Argentina y América Latina no logran ser un polo, siempre serán objeto de la astucia diplomática, o de cualquier recurso de dominación, de las grandes potencias, sean estas de oriente y de occidente. Hay cuestiones del modelo chino que me producen admiración, por ejemplo su capacidad de planificación, con independencia de las críticas que uno, del punto de vista occidental, pueda tener del régimen político. Ellos han tenido una capacidad de planificación que les permitió reducir la pobreza al 4% y que prácticamente no haya déficit habitacional, e incluso hacen una planificación de las reducciones de las emisiones de carbono a un ritmo más acelerado que el mundo occidental. Nosotros debemos consolidar un polo geopolítico en América Latina y saber tomar lo mejor del capitalismo liberal y de los sistemas de planificación para poder desarrollar el país sin perder los derechos individuales, las libertades y la herencia democrática. En Argentina hay libertades: de expresión, de prensa e individuales, siempre la hubo, menos para los que están por debajo de la línea de indigencia, ellos no tienen libertad de nada.