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Jorge Argüello: “El G20 no tiene que ser una oportunidad solo para seguir colocando la soja en Asia”

Que la Argentina este a cargo de la presidencia del G20 (Grupo de los 20), el primer país sudamericano en tener esa función, parece no conmover demasiado a la opinión pública. El ciudadano argentino común no percibe, y con razón, que algo vaya a cambiar en su vida si es que vienen a debatir los líderes de las principales naciones industrializadas y emergentes, que representan dos tercios de la población mundial, el 80% del comercio global y el 85% del producto bruto planetario. 

Sin embargo, ser sede del G20, un hecho de por sí de trascendencia histórica, puede ser una gran oportunidad para que se ponga en marcha una agenda de desarrollo del país y de la región, con el visto bueno de las potencias del mundo.
Así lo consideró el diplomático Jorge Argüello, exembajador en Estados Unidos, quien participó el martes pasado del Foro de Líderes Empresariales que organizó en Salta la Unión Industrial Argentina (UIA), para acordar temas que el sector privado propondrá al G20.

¿Qué puede cambiar con el G20 en Argentina?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que Argentina está ante una gran oportunidad, que podrá utilizar o no. Eso va a depender, en todo caso, de quienes tienen la alta responsabilidad política de conducir la República, pero lo cierto que es una oportunidad porque ser sede del G20 y ejercer la presidencia del mismo supone no solamente la posibilidad de darle visibilidad al país sino también de que quien ejerce la presidencia de alguna manera influya en la agenda de los temas que hacen al debate de una mesa que tiene 20 sillas y son los 20 jefes de Estado de las 20 principales economías del planeta. Es decir, está claramente planteado el G20 en Argentina como una oportunidad para el país y para la región. América Latina tiene tres miembros en el G20 (México, Brasil y Argentina), esperemos que a lo largo de este año y antes de la cumbre de jefes de Estado de noviembre se lleve adelante un buen ejercicio de coordinación, para que entonces la región como tal salga potenciada en lo que a sus intereses específicos se refiere.

La UIA, la organizadora del evento de empresarios en Salta, es muy crítica con las políticas industriales del Gobierno nacional, ¿cómo se compatibiliza eso frente a la agenda productiva que tiene que presentar el Gobierno argentino en el G20?
La corrección de las políticas que en materia industrial viene reclamando el aparato productivo, expresado institucionalmente en la UIA, está siendo objeto de debate, evidentemente la política industrial de la Argentina no es uno de los temas de debate del G20, pero si nosotros decimos que la cumbre del G20 en Argentina es una oportunidad, entonces la próxima pregunta tendría que ser: ¿es una oportunidad para qué? Si es solo para seguir colocando la soja en los mercados del Asia o debe ser una herramienta que nos permita darle valor agregado a los productos primarios de la Argentina y ahí, entonces, entramos a hablar del desarrollo industrial, a mayor intensidad de valor agregado, mayor desarrollo industrial. Para mí, está fuera de discusión que la Argentina tiene la obligación de lograr el máximo desarrollo industrial posible, porque eso es lo que le da en definitiva mayor independencia y capacidad de relacionarse en este mundo crecientemente interdependiente.

Al G20 también se lo plantea como una nueva oportunidad para que finalmente llegue la anunciada “lluvia de inversiones”,¿vamos camino a eso?

No sé dar una respuesta a esa pregunta, porque la verdad es que mucha gente creyó en la inminencia de “la lluvia de inversiones”, y estoy haciendo una cita textual de la palabras del presidente durante su campaña electoral, y esta lluvia no se ha verificado. Hay razones para ello, seguramente el cambio en el contexto internacional tiene que ver con ese resultado, pero también me parece que la aplicación o la implementación de políticas incorrectas también tiene que ver con ese resultado. Eso está ahora en discusión, está sobre la mesa y me parece que son precisamente los actores institucionalmente representados, como la UIA, los que tienen hacer oír su voz.

¿La Argentina puede generar la confianza que espera el Gobierno para que lleguen las inversiones extranjeras?
Por las actividades que desarrollo al frente de la fundación Embajada Abierta, que se especializa en política internacional, mi trabajo consiste en viajar mucho y tomar contacto con muchas realidades distintas de la nuestra. La verdad es que lo que aprecio en los medios y en la prensa internacional es una opinión muy positiva del Gobierno argentino, pero que no se corresponde con la actitud posterior que se toma fuera del país con relación a la Argentina. El presidente se ocupa en cada reunión que tiene con cualquier tipo de dirigente o mandatario extranjero de procurar la llegada de inversiones, que finalmente no llegan, entonces llega un punto en el cual a quien gobierna se lo mide por los resultados.

¿Cuál es su opinión sobre la polémica que se armó sobre si corresponde cobrar la atención médica a ciudadanos extranjeros en el país?
Celebro la decisión y el acuerdo impulsado por la provincia de Salta con relación a Bolivia. Creo que no es cerrando la frontera, negando auxilio y levantado muros como los problemas del mundo se van a resolver. En todo caso lo que habrá que plantear es una negociación correcta, en los términos correctos, en donde los intereses de las dos partes estén representadas, pero los muros y los impedimentos para acceder a los servicios no son la respuesta.

¿Ese debate se forzó en la agenda o es algo que se tenía que tratar?
Creo que hay que afinar el lápiz en ese sentido, hay seguramente aspectos que corregir, que mejorar y discutir. En este caso la inacción y el silencio son la peor solución, porque solamente agravan un problema que puede empezar siendo pequeño y crece como bola de nieve. Me parece positivo que esté instalada la discusión y que en ambos países se esté planteando correctivos a los términos en los que se posicionaron inicialmente frente al tema. Esperemos que evolucione bien.

Por Pablo Ferrer – El Tribuno