Chubut Para Todos

Holan, en la alegría o la tristeza, siempre supo dónde quería ir

El técnico tomó un fierro caliente tras la salida de Milito y con su método de trabajo generó un contagio en el plantel y los hinchas.

Ariel Holan libró una batalla quijotesca que va mucho más allá de los resultados. En diciembre de 2016, cuando los dirigentes lo eligieron por sobre otros candidatos más reconocidos, el entrenador de 57 años supo que por delante tenía el desafío de su vida. Que no iba a tener red: si fallaba, abajo estaba el vacío. La situación era incendiaria: Gabriel Milito se había ido reprobado por la gente y pocos querían hacerse cargo. Incómodo por las recurrentes preguntas que lo ponían primero como hincha y luego como DT, Holan, en una de sus primeras conferencias, para evitar malentendidos, salió al cruce. “Independiente -dijo- contrató a un entrenador, no a un hincha. Yo acá vengo a trabajar”. Y trabajó. Soportó burlas al principio por la utilización de drones en los entrenamientos y recibió miradas de desconfianza cuando se filtró una conversación telefónica antes de que asumiera en la que detallaba lo que necesitaba el equipo y la necesidad de “limpiar” a dos o tres nombres importantes. Su diagnóstico no estaba equivocado, más allá de la impertinencia de quien hizo trascender en las redes sociales una charla privada.

Holan le devolvió la esperanza a un club entero. Pero de manera literal. Independiente, en los últimos años, se había acostumbrado a equivocarse. Se había formado un círculo pesimista del que no podía salir. El Rojo se reciclaba todos los campeonatos y todos los campeonatos tropezaba. Holan marcó el camino. “Nosotros tenemos que jugar bien para que la gente no se impaciente. Con ese apoyo, el equipo va a mejorar. De esa manera se genera un circuito en el que todas las partes se van nutriendo”.

El funcionamiento llegó, el equipo empezó a ganar y el resto es conocido. Se recuperó el saludo histórico, una forma de respetar la historia. Distintas áreas que estaban descuidadas se reactivaron. El presente, a pesar de que en 2018 tuvo altibajos, genera contagio. Holan, sobre todo, es responsable de construir los primeros pasos hacia la recuperación definitiva. Es el padre de la criatura.

Trabajo sí, magia no

“Si buscaban a Copperfield, yo no lo soy. No soy un mago ni un mesías. No hay fórmulas mágicas”. Lo dijo el mismo día en el que firmó su contrato con Independiente. Fue el 30 de diciembre de 2016. Pasaron 418 días y Holan logró instalar su proyecto, incluso con algunos directivos en su contra. La obtención de la Copa Sudamericana influyó, pero la recuperación del ADN, la piedra angular de su método, había comenzado mucho antes.

Sus jugadores dicen que todo lo que les pasa es producto de un diseño de entrenamiento científico y ajustado a las necesidades de cada uno. El DT lo define como “una línea de trabajo que busca darle herramientas para que los futbolistas decidan”. Puede ganar operder, como anoche, pero de lo que nadie duda es de que Holan siempre supo hacia dónde había que ir.