Chubut Para Todos

Grupo A 2020

La oposición la pudre en Diputados. Los Fernández son iguales, dice. Halcones recargados y palomas seguidistas. La bomba Carrió y el riesgo Mauricio.

Va a ser difícil que el oficialismo y la oposición vuelvan a acordar un esquema de reglas para el debate en la Cámara de Diputados. Después del show de la grieta, el miércoles pasado en la comisión de Labor Parlamentaria, en el recinto y en las afueras del Congreso, el vínculo se tensó como nunca desde que Alberto Fernández se convirtió en presidente.

Lejos de preparar un entendimiento, a última hora del viernes, el bloque de Juntos por el Cambio estaba terminando la presentación judicial que piensa hacer la semana próxima -el martes, en principio- para impugnar la sesión en la que se aprobaron las leyes de turismo y pesca con los diputados del Frente de Todos conectados y los de la oposición sentados en el recinto en rebeldía. JxC se negó a loguearse a través del sistema VPN, la red privada telemática que dispuso Sergio Massa en la emergencia, con el argumento de que el protocolo firmado al inicio de la cuarentena estaba vencido desde el 31 de julio.

El enfrentamiento, que llegó a lo más alto cuando Elisa Carrió acusó de “golpista” al presidente de la Cámara de Diputados, siguió el miércoles con las amenazas en contra del exintendente y el bocinazo en Tigre. Los dialoguistas Horacio Rodríguez LarretaCristian Ritondo María Eugenia Vidal -como Mario Negri, llamaron a Massa para solidarizarse- ahora dicen que el conflicto recrudeció con la frase del Presidente, el jueves en TN: “La culpa la tiene la oposición”. Desde el oficialismo, en tanto, cuestionan el fallo exprés de la Cámara Contencioso Administrativa Federal que le dio la razón a un planteo judicial de la diputada de la CC Mónica Frade contra la vigencia del protocolo. Hoy, a un lado y al otro, afirman que las relaciones están congeladas. “Todo frío, como una morgue”, según la definición de un miembro de la alianza opositora.

ELLOS TIENEN EL PROBLEMA. En el bloque que lideran Ritondo, Negri y Maximiliano Ferraro, están convencidos de que la forma hace al fondo. La desconfianza es alta, la presión de la bancada -y la de dirigentes que pesan desde afuera- tira hacia un distanciamiento mayor y todavía vuelan las esquirlas de una sesión explosiva. Mientras esperan por un llamado de Massa y de Máximo Kirchner en busca de una nueva convocatoria, los jefes de la oposición delegan el trabajo de la impugnación de la sesión en el vicepresidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, Gustavo Menna (UCR), el secretario de la misma comisión Pablo Tonelli (PRO) y la secretaria de Peticiones, Poderes y Reglamentos, Marina Stilman (CC). A ellos les aportan también su especialista dos constitucionalistas ligados a la oposición, Juan Vicente Solá y Antonio María Hernández.

“Les dijimos que, si hacían la sesión, la ibamos a impugnar, porque, para nosotros, esa forma de sesionar no es válida. Lo tenemos recontraconfirmado. Si no hacemos nada, le estamos dando validez y nos entregamos”, dijo uno de los líderes parlamentarios de JxC y anticipó que, si algo logra coordinarse, será hacia adelante.

De Massa y Ritondo, viejos amigos, puede partir el contacto inicial para descongelar el conflicto, pero el exministro de Seguridad de Vidal sabe que no puede dar ningún paso si Negri no está de acuerdo; lo mismo el exintendente de Tigre con respecto a Máximo Kirchner. Se trata de una esgrima que puede parecer infantil, en la que nadie quiere dar el brazo a torcer y se discuten los modos de un debate para el que tampoco hay acuerdo.

Desde la oposición, repiten que, si la tensión se mantiene, el más complicado será el Gobierno, que necesita leyes fundamentales como el Presupuesto 2021, el impuesto a la riqueza, el ajuste en el cálculo de la movilidad jubilatoria y, también, la reforma judicial. “Tienen que convocar ellos y decir qué es lo que quieren. Están en un problema y son los que necesitan sacar leyes fuera de la emergencia y la pandemia”, razonan en el anticristinismo legislativo.

El bloque oficialista, en cambio, sostiene que, si no hay consenso entre las partes, llegará al cuórum propio y seguirá avanzando por su cuenta con la agenda legislativa. Sin embargo, el hilo de Twitter que hizo ayer Roberto Lavagna entusiasma a los halcones de la oposición con la posibilidad de inclinar al centro peronista en contra de los Fernández.

¿VUELVE EL GRUPO A? Por ser desde el inicio el ámbito más esquivo para el FDT en el Congreso, la cámara de Diputados moldeó de entrada a las autoridades del oficialismo. Obligó a Massa, como a cualquier presidente, a hacer los mayores esfuerzos para lograr un entendimiento con la oposición y contorneó también el perfil dialoguista -hasta entonces desconocido- de Kirchner hijo. Los llamados y mensajes del jefe de la bancada peronista al radical Negri fueron una de las sorpresas que marcaron los primeros meses de gobierno de Fernández. Pero el tiempo pasó, los efectos de la pandemia se agravaron, la cuarentena se estiró, la crisis se profundizó y el ala dura de JxC ganó la calle y la iniciativa. El Presidente dejó de ser el “comandante” del que había hablado Negri y, para los duros, pasó a apellidarse también “Fernández de Kirchner”.

Al revés, se debilitó como nunca el ala dialoguista que lidera Rodríguez Larreta. La visita de Martín Lousteau Enrique Nosiglia a la residencia de Olivos, hace dos semanas, no pudo ser menos oportuna y el intento de explorar una vía de negociación duró apenas unas horas. Consultadas para esta nota, la mayor parte de las palomas de la oposición prefirió refugiarse en el silencio, lo que delata que se queman los papeles de los evangelizadores del consenso. Por convicción, por presión del núcleo duro PRO, por antiperonismo o por seguidismo de la línea de confrontación que plantean las empresas de comunicación que apostaron a Macri en el gobierno, crece la oposición parlamentaria que ve al Profesor de Derecho Penal como un titere de Cristina. Cada ley que se padece en el Senado es vengada después en Diputados.

A la lucha antipopulista que vuelve a liderar el egresado del Cardenal Newman, se suma la volatilidad de Carrió, que duró apenas una semana como aliada para la gobernabilidad que predica Larreta. Con audios de WhatsApps, la jefa de la CC pidió en la pantalla de TN no “radicalizarse” para no ser funcional a CFK y siete días después volvió a la señal del Grupo para expulsar a Massa de los marcos de la democracia. Así, fortaleció a Macri y le partió el corazón al jefe de Gobierno porteño, que tiene entre sus contados amigos al exintendente de Tigre.

a línea dura no se restringe a Diputados, sino que se replica en Senado, en el Consejo de la Magistratura y en la Auditoría General de la Nación. Sólo Larreta y los gobernadores radicales mantienen un dialogo cordial con Fernandez, que el lunes visitará a Rodolfo Suárez en Mendoza.

Para la comandancia de la oposición, en todos lados funciona la misma matriz. “No veo retorno. El albertismo es como un náufrago que mira desde la isla cómo se aleja el barco y, cada vez que hay alguna posibilidad de acercamiento, la topadora CFK voltea todo”,  dijo un hombre del radicalismo que dice tener en el cuerpo las marcas de haber padecido al kirchnerismo 12 años. La UCR sufrió a Macri y no tiene un jefe único, pero sus principales dirigentes coinciden en que hay que enfrentar con todo al cristinismo. Piensan que la posibilidad de avanzar con un acuerdo entre coaliciones para dejar atrás el desastre económico del ingeniero ya se perdió y ven que la vicepresidenta volvió peor, “con rencor” y voracidad por “acumular” un poder que no le va a servir para nada ante la crisis.

Negri, Luis NaidenoffAlfredo Cornejo Ernesto Sanz vuelven a hablar el mismo lenguaje del último tramo de CFK en el gobierno. Fue justo hace diez años, poco después de la muerte de Néstor Kirchner, cuando el llamado Grupo A se paró en la oposición más dura y decidió no votar el Presupuesto 2011. Al año siguiente, Cristina obtuvo su excepcional 54% de los votos y le sacó 37 puntos de diferencia al segundo. Hoy, las distintas facciones de la oposición están unidas y coinciden en que sólo tienen destino unidas ante el peronismo, pero la polarización y el choque frontal con el Gobierno las pone ante un riesgo inocultable: que Macri y su núcleo duro vuelvan a conducir a JxC en el proceso que viene.

Por Diego Genoud- Letra P