Chubut Para Todos

El peor momento de Marcelo Gallardo en River

Hay crisis. La había en el cierre del año pasado, se acentuó en los primeros flashes del incipiente 2018 y hoy no parece tener una solución rápida. Aunque los protagonistas esquiven la palabra y suene demasiado cruda, River afronta el momento más crítico del ciclo Gallardo : le cuesta una enormidad asomar la cabeza y salir de un pozo que parece no tener final. Cada fin de semana, las fallas estructurales y futbolísticas quedan expuestas: ni los rendimientos ni los resultados son los esperados.

No hay conspiración, arbitraje, fantasma o conflicto de intereses que pueda tapar el presente. Basta con ver cómo funciona el equipo dentro del terreno de juego como para tener un expeditivo y concluyente panorama de los problemas de creación ofensiva y orden defensivo que tiene el Millonario. ¿A qué juega River o a qué quiere jugar?, es la pregunta central que nadie puede responder, la que preocupa (principalmente) a los hinchas. La identidad y la idea que supo sostener en el tiempo ya se diluyó por completo.

Lejos de tener tiempo para analizar y cambiar, el calendario lo apremia: el miércoles debutará en la Copa Libertadores ante Flamengo en Río de Janeiro.

Por lo pronto, el técnico reconoce la preocupación, aunque también deja en claro la dificultad de encontrar respuestas para el momento del equipo. Un fiel reflejo de lo que ocurre en el césped: los futbolistas, los recién llegados o los de mayor trayectoria en el club, los jóvenes o experimentados, no tienen reacción ni rebeldía. Nadie emerge como el conductor del barco. Y ya no hay un Ignacio Scocco que rescate al equipo con algún fugaz destello individual. El contagio es generalizado.

“Hay que ponerle el pecho al viento que se nos viene contra. Es difícil encontrar las respuestas a este momento. Soy el responsable de que el equipo funcione. Pero necesitamos un partido que nos permita recuperar la confianza, de soltarnos futbolísticamente. Es una realidad que estoy preocupado. No hay nada que ocultar, no hay que mentirle a la gente. Tenemos que seguir trabajando. Hay que redoblar esfuerzos, tenemos que cambiar y encontrar las respuestas”, reflexionó Gallardo tras la derrota 1-0 frente a Vélez. “Estamos con mucha bronca y amargura. Debemos intentar salir de esta racha negativa y hay que intentar sacar las malas energías. Tenemos que cambiar. Soy el máximo responsable”.

La caída en Liniers desnudó flaquezas que ya venían apareciendo desde noviembre de 2017, mes en el que comenzó la caída libre tras la derrota con Lanús en las semifinales de la Copa Libertadores, pese a coronarse luego en la Copa Argentina.

Las serias dificultades en la distribución de la pelota, con pocas opciones claras de pase y malas decisiones, la falta de ideas para romper líneas y generar una ocasión de gol, la acefalía en la conducción del juego (por momentos Pity Martínez parece ser el elegido, pero sin continuidad) y el desordenado y peligroso retroceso para marcar cuando pierde la posesión son algunos de los conflictos que hoy River debe resolver.

Lejos de tener tiempo para analizar y cambiar, el calendario lo apremia: el miércoles debutará en la Copa Libertadores ante Flamengo en Río de Janeiro. Un partido en el que puede seguir hundiéndose o lograr reaccionar con una actuación bisagra, algo similar a lo que ocurrió en Colombia en el debut de la última edición: le ganó 3-1 al DIM y comenzó a funcionar, tras un cierre más que irregular en el 2016.

Los refuerzos, la deuda interna

Para eso, necesitará la aparición de las figuras que todavía no le dan ese plus necesario. Porque si meses atrás el problema era la falta de recambio o los pocos recursos que contaba el plantel, hoy eso ya no debería suceder: se gastaron alrededor de 43 millones de dólares por once jugadores en los últimos dos mercados de pases para reforzar el plantel con dos arqueros, dos defensores, cuatro volantes y tres delanteros.

Salvo Franco Armani, quien consiguió transmitir seguridad en un puesto tan problemático como es el arco, los refuerzos aún no despegan. Los presentes de Javier Pinola, Enzo Pérez y Lucas Pratto, como principales referentes incorporados, distan mucho de sus mejores versiones. No responden a los niveles que fomentaron sus búsquedas.

Así, con el emblemático caso de Pérez, quien llegó como estrella y aún no se destaca, surgió un gran interrogante: ¿hizo bien Gallardo en romper lo que funcionaba para hacerlo ingresar? Aquel medio campo que logró fluidez con Nacho Fernández, Ponzio, Rojas y Pity Martínez se perdió por completo, aunque también -vale aclarar- el DT debió rearmarse por las partidas de Driussi y Alario.

Exceptuando a Scocco, quien igualmente tuvo un mal partido frente a Vélez, el resto de los futbolistas que llegaron en los últimos dos mercados de pases no hacen la diferencia: Rafael Borré, Nicolás De La Cruz, Marcelo Saracchi, Bruno Zuculini y Juan Quintero, con sus diferencias, siguen buscando su lugar.

Sin un esquema de juego definido (en Liniers jugó 4-3-1-2, aunque también puede hacerlo con un 4-4-2, un 4-1-3-2 o un 4-2-2-2), el equipo de Núñez se ubica en el puesto 20 de la tabla de posiciones con 19 puntos, producto de cinco victorias, cuatro empates y ocho derrotas. Con 20 goles a favor y 23 en contra, hasta ahora es la peor campaña de Gallardo en un campeonato local y se expone a un riesgo que puede pagar muy caro: quedarse sin competencia internacional en 2019.

Muy lejos del líder Boca (24 puntos), el objetivo en el cierre de la Superliga será intentar finalizar entre los cinco primeros para clasificarse a la Libertadores o entre el sexto y el undécimo para jugar la Sudamericana. Hoy está a nueve unidades de Racing y Huracán (quinto y sexto, respectivamente) y a ocho de Colón (undécimo).

En dos días comenzará la Libertadores y River buscará frenar la agonía en un destino que casi siempre le fue esquivo como Brasil. En sus manos estará la oportunidad de mostrar signos vitales que le permitan creer en la recuperación o seguir a la deriva y sin reacción. Hay crisis. Y lo mejor que pueden hacer Gallardo y sus dirigidos es asumirla.

Otras situaciones complejas

1| el grupo en la copa 2015

Tras ganar la Sudamericana, ser subcampeón del Torneo Transición y mostrar un alto nivel de juego durante 2014, River comenzó con el pie izquierdo la Libertadores: ganó solo el último partido y se clasificó de forma increíble en el puesto 16 (empató cuatro y perdió uno). Pero eliminó a Boca en octavos luego corrigió el camino.

2| la previa a Japón

Fue el primer momento de gran confusión del ciclo. Luego de conquistar la Suruga Bank, River llegó en un mal momento futbolístico a jugar frente al Barcelona, en Japón. Así, ganó seis, empató cuatro y perdió 10 partidos en el cierre de aquel inolvidable 2015.

3| Transición y Copa 2016

El arranque del año no fue el esperado y River estuvo lejos de pelear el campeonato corto que coronó a Lanús. Finalizó en el 9° puesto de la Zona 1, con cuatro victorias, seis empates y seis derrotas. Además, fue eliminado por Independiente del Valle en los octavos de final de la Libertadores y estuvo seis juegos en fila sin ganar, la peor racha del ciclo: Boca (0-0), San Pablo (1-1), Colón (1-4), The Strongest (1-1), Banfield (1-1) y Patronato (1-2).

4| el traspié ante Boca

La derrota 4-2 ante Boca, en el Monumental, fue uno de los golpes más duros de aquel año, porque dejó a River en el 11° puesto, a nueve puntos de la cima, que la capturó el Xeneize. Y fue la confirmación de la irregularidad: el Millonario ganó cinco, empató cuatro y perdió cuatro en aquel inicio de campeonato. Pero la conquista de la Copa Argentina y la clasificación a la Libertadores 2017 trajo paz.