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El obispo Di Monte tenía ocho cuentas bancarias y una fundación fantasma

Un convento que no es convento, unas monjas que no son tales y cargan bolsos con millones de dólares negros, y una feligresa usurera que da créditos hipotecarios cuyo origen no puede justificar son algunos de los condimentos conocidos hasta ahora en la historia de la caída de José López –el ex secretario de Obras Públicas del ex ministro Julio De Vido–, preso en el penal de Ezeiza desde que fue encontrado in fraganti con el dinero y un arma, comiendo scones en la cocina de lo que era hasta hace tres meses el hogar del fallecido monseñor Rubén Di Monte, obispo emérito de Luján.

Pero ahora se agrega un capítulo más a la oscura trama de corrupción que mantiene en vilo a los argentinos: los extraños manejos de dinero en torno al obispo y sus dos grandes amigos: Julio De Vido y su mano derecha, Josecito. Es que, a un mes de la detención de López, son cada vez más las sospechas sobre el papel que en verdad juegan en esta historia el convento y quienes habitaban –y habitan- en él.

Según Ana Pronesti -la colaboradora del monasterio que se presentó a sí misma como gestora pero que Infobae descubrió que es prestamista y que mejoró su nivel de vida luego de su relación con el obispo-, todos los gastos del convento, incluidas las remodelaciones de la gran vivienda y la construcción de las bóvedas, la compra e instalación de las cámaras de seguridad, el nuevo alambrado que rodea la manzana que ocupa el monasterio y hasta el “Fatimovil” -la camioneta que usaban para peregrinaciones de la virgen de Fátima- habían sido provistos por “la familia misionera”, un grupo de fieles autoconvocados que realizan retiros espirituales y actividades religiosas en esta orden semi oficial creada y comandada por Di Monte y la madre Alba. Sin embargo, en dichos gastos estuvieron detrás las manos de De Vido y de López, a través del ministerio de Infraestructura. Esta semana se conocieron documentos que muestran que, en 2007, el kirchnerismo gestionó recursos para financiar la vivienda en la que pasó sus últimos años el obispo y donde aún habitan las religiosas –laicas consagradas- que recibieron a López en la madrugada del 14 de junio.

¿Por dónde canalizaba el obispo emérito las presuntas donaciones y la ayuda oficial? A través de ocho cuentas en distintos bancos, entre los que se encuentran Galicia, Nación, Provincia, Frances, Supervielle, Santander Rio, Bisel y Macro. En estos dos últimos bancos, Di Monte poseía cuentas corrientes para personas jurídicas, esto es, cuentas corrientes de personas que poseen algún tipo de empresa o entidad. Estas entidades son dos fundaciones, registradas ante la AFIP y con número de CUIT, pero sin ninguna cara visible, autoridades, ni tesoreros. Se tratan de la Fundación Virgen Santa María de Luján y la Asociación Misioneras de Nuestra Señora de Fátima. De esta última depende el Monasterio de Nuestra Señora del Rosario de Fátima Monjas Orantes y Penitentes de General Rodríguez, en donde López fue detenido con nueve millones de dólares y un fusil.

La Fundación Virgen Santa María de Luján tiene un número de teléfono fuera de servicio y su domicilio fiscal es el estudio de abogados Petracchi. Alberto Petracchi, su titular, es un ex juez y director del Banco Central, primo del ex presidente de la Corte Suprema de Justicia durante los primeros años del kirchnerismo, Enrique Petracchi, y defensor del empresario Raúl Moneta, sospechado por ser uno de los financistas de la ex Ciccone Calcográfica de la mano de The Old Fund, relacionada al ex vicepresidente Amado Boudou.

La relación de Di Monte con Moneta data de los ’90, años en los que trabó aceitados contactos con el menemismo. Esos contactos se tradujeron también en generosos ATN (Aportes del Tesoro Nacional). No faltan quienes comentan que el obispo ayudó a su amigo Moneta cuando éste estuvo prófugo de la Justicia durante cinco meses en 1999, luego de la caída del Banco Mendoza.

Petracchi presidió la Corte Suprema hasta 2007, año en que el fallecido obispo se benefició por su amistad con los Kirchner con la remodelación de la Basílica de Luján, a un costo de 5 millones de pesos para reparar la fachada, las torres y el balcón, obra sospechada de sobreprecios, al igual que la remodelación del edificio de Desarrollo Social y los murales de Evita, ambas obras realizadas por la empresa Teximco S.A. que, casualmente, también ganó la licitación para la remodelación de la cárcel de Mercedes, perteneciente a la misma arquidiócesis Mercedes-Luján a cargo de Di Monte.

La otra fundación, la mencionada Familia Misionera Nuestra Señora del Rosario de Fátima, tiene como domicilio fiscal la dirección del monasterio y se autodefine, en un comunicado difundido a través de las redes sociales el 23 de junio como una “Asociación privada de fieles formada por Sacerdotes diocesanos, Hermanas Religiosas de vida activa (con sede en Luján), Monjas Orantes y Penitentes (Gral. Rodríguez), laicos de consagración especial, Cooperadores Misioneros, aspirantes y tercera edad, con sus respectivas constituciones, distribuidos en 10 zonas del país, más Uruguay” (SIC).

Fue fundada por el obispo Di Monte y la madre Alba hace 30 años, y aunque hoy no hay una cara visible, sus actividades y misiones se organizan desde el monasterio. La más usual, que se repite desde hace décadas, es la peregrinación a Pinamar. La misión, que se realiza todos los veranos, es predicar entre los turistas de la costa atlántica, tarea para la cual transportan a la virgen de Fátima en el “Fatimóvil” y reparten material de lectura. Ese “Fatimóvil” es una camioneta –Mercedes Benz Exprinter patente KLO 802– que Pronesti, el hombre que maneja las cuentas del convento, dijo en declaraciones a la prensa que había sido donada por la “familia misionera” cuando, en realidad, habría sido entregada por De Vido y López, pero comprada con fondos del ministerio de Desarrollo Social dirigido por Alicia Kirchner, otra habitué del misterioso monasterio.

Todos ellos estuvieron invitados el día de la inauguración del monasterio.