Chubut Para Todos

Cuatro etapas de la adicción a la comida y cómo tratarlas

Cada ser humano establece con los alimentos un vínculo absolutamente personal y exclusivo. La adicción a la comida tiene diferentes aspectos y etapas y, por lo tanto, diferentes abordajes terapéuticos. Consejos para tratarla.

Una de mis prácticas más desafiantes es invitar a los pacientes a que traigan al encuentro aquello que resulta “políticamente incorrecto” para un consultorio de nutrición: venir con un alimento superdelicioso.

Para que nadie se olvide lo escribo: “La próxima sesión empezaremos a practicar con emociones intensas. Como parte de la práctica que compartiremos les voy a pedir que cada uno traiga aquella comida que le resulte tan, pero tan irresistible como para hacerlo iniciar un atracón.”

Algunos se ríen apenas se enteran de la consigna. Otros ponen cara de preocupación. Otros prefieren no venir. Recuerdo una paciente que me pidió por favor NO querer hacer ésta práctica. Ella se refería a “ese” alimento como “mi monstruo”. Su monstruo era el pan de panadería, una flautita. Me dijo que yo no podía obligarla a hacer eso. Ella consideraba que si traía el pan al encuentro iba a mostrarse mansita y moderada, pero que el problema lo iba a tener a la vuelta, en su casa.

Cada ser humano establece con la comida un vínculo absolutamente personal y exclusivo. La representación simbólica que cada uno hace de ciertos alimentos, la conformación individual de cada cerebro, el diseño particular neuronas-neurotransmisores-receptores de membrana de cada humano, los productos refinados de la industria con tanto poder adictivo, la manera de tapar el malestar, nuestro sistema de creencias, lo prohibido, lo permitido, lo que dice la familia (por referirme a un caso) hostigando durante años a una niña para que deje de ser gorda…Nuestra mente se va tallando a la medida de las experiencias cotidianas que nos tocan vivir, que dejan marcas, y que la cienciaahora reconoce que podemos modificarlas.

Diferentes vínculos con la comida

El espacio que tengo para escribir en esta sección del diario me llena de agradecimiento. Aprecio mucho los comentarios que hicieron los lectores Daniel Rodríguez y Graciela M. en columnas mías referidas a este tema. Daniel Rodríguez escribió: “Es un paso importante empezar a considerar a la obesidad como una adicción, aunque sería interesante variar el foco de esa adicción y considerar a la obesidad no tan sólo como una adicción a la comida, sino como una adicción al exceso de comida. Entonces pasaríamos de considerarla una adicción a una sustancia (la comida) a considerarla una adicción a un acto (el exceso de comida). Ahí deberíamos realizar otro enfoque terapéutico. Hay que seguir trabajando en el tema adictivo, en ese tema está al abc del tratamiento y la posible recuperación.”

Por su parte Graciela M. escribió: “Para mí lo importante es ser consciente de que se trata de una adicción y tratarla como tal. Al principio habrá un período de abstinencia. Para mí los hidratos de carbono son adictivos, por eso los elimino. Eso de que ‘se puede comer de todo pero en pequeñas cantidades’ a mí no me funciona. Comer solamente una porción de pizza hace que en mi mente se encienda un cartel que dice ‘pizza, pizza, pizza’. Creo que es como decirle a un adicto al tabaco que va a poder dar 5 pitadas a un cigarrillo por día o a un alcohólico que va a poder tomar 1/8 de vaso por día. Si uno siente que es difícil controlarse con determinados alimentos hay que dejarlos definitivamente, como se le dice a alguien adicto a drogas.”

Cada uno a su medida. Cada persona es especialista en ella misma, cada uno ha construido un vínculo con la comida muy personal. Es aquí donde hago una invitación a hacernos cargo de nuestras propias elecciones y decisiones, un llamado a tenerRESPONSABILIDAD, que en un juego de palabras podría leerse como RESPONDER CON HABILIDAD.
¿En qué etapa te encontrás?

A lo largo de estos años me he dado cuenta de que no todas las personas tenemos la misma actitud cuando estamos delante de comida exquisita. En la clasificación de abajo presento una serie de etapas, donde me refiero al momento en que se encuentra cada persona, con algunas sugerencias:

Etapa 1. Es cuando la persona reconoce que no puede manejarse con determinados alimentos. Conoce cuáles son esos alimentos capaces de desencadenar un atracón, por lo que prefiere mantenerlos lejos hasta tener mayores recursos para manejarse con ellos; es el planteo que propone Gabriela. Mejor mantenernos alejados por un tiempode aquellos alimentos con los que no podemos controlarnos.

Etapa 2. Elijo otros alimentos tentadores que me gustan… pero no de la misma manera, para no sentirme deprivado o con prohibiciones. No es un alimento en particular el que causa problemas; es la forma en la que lo comes y la frecuencia con que lo haces lo que puede ser relevante. Con frecuencia, etiquetar algo como “malo” puede detonar pensamientos y conductas del tipo “todo-o-nada” o “si no lo hago perfecto, entonces no es dieta”. Si una persona intenta evitar un alimento que considera malo, se sentirá restringida, y esta conducta detonará comer grandes cantidades del alimento, ni bien uno se exponga a él.

Etapa 3. Voy a una confitería o heladería y pido que me sirvan una porción de ese alimento tan tentador. En esta etapa no estamos preparados para contar con el alimento en nuestra casa. La recomendación es consumirlo en un ambiente tranquilo, estando sentado, con plena atención al momento para saborearlo.

Etapa 4. Es cuando la persona puede manejarse con estos alimentos con mayores habilidades: “tengo en mi casa pequeñas cantidades de estos alimentos que tanto me gustan, y sé que los puedo comer todos los días, en muy pequeñas porciones.” Tal como dice la Lic. Alicia Crocco en este link, en la que se refiere al consumo de helado, “indicar la ración exacta privilegiando aquellos helados que se venden individualmente, y aconsejar al paciente que no compre un kilo si está solo.”

Para Daniel la clave está en plantearlo no sólo como una adicción a los componentes de esa comida en particular, sino también como una adicción al exceso de comida. Graciela se da cuenta de que es mejor no entrar en contacto con la sustancia. Sé que la práctica de la atención cambia la vida de las personas. Desarmar lo que hemos estado repitiendo durante tantos años no se hace mágicamente. Se trata de un proceso de cambio que lleva tiempo. Con paciencia y dedicación, todos, todos, podemos cambiar nuestro vínculo con la comida.

* El autor es médico clínico especialista en nutrición e instructor de mindfulness, dirige el sitio www.comerdespierto.com y dicta el entrenamiento “Comer Despierto”; comerdespierto@gmail.com.

Por Juan Martín Romano / Para Clarín Buena Vida

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