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Cristina-Macri: de los soldados de Ernesto Laclau a los gerentes de Peter Drucker

Hay algo que queda claro cuando uno escucha a los funcionarios o legisladores kirchneristas o macristas, sean nacionales o provinciales, y es que no hablan desde una lectura política, sino que lo hacen desde un libreto armado, y eso es consecuencia de que a ninguno de los dos esquemas les interesó tener cuadros políticos ideológicamente formados.

Esto tiene su correlato en el término “militante”, tan bastardeado hoy en día, al que por culpa del kirchnerismo, el común de la gente asocia con la categoría de “ñoqui” con funciones específicas dadas a partir de contratos en alguna dependencia del Estado en la que a fin de mes de manera indefectible, tiene garantizado el cobro de un sueldo que le pagamos entre todos.

Pero el problema es todavía más grave y tiene otro trasfondo, referido a la carencia de cuadros políticos que le discuta el poder a las cabezas de estos esquemas, o al menos les cuestione sus políticas si no están de acuerdo, situación que hace que el armado político se estanque y no se desarrolle, aunque esa es la idea del núcleo que maneja estos armados.

A pesar de que durante los últimos tiempos, el kirchnerismo se camufló detrás de la sigla del PJ, autodefiniéndose como peronista, su fuente de inspiración no fue Juan Domingo Perón, fue y es la figura y el pensamiento de Ernesto Laclau, un politólogo, filósofo, escritor y teórico del postmarxismo que vivía en Londres, quien entre sus libros más conocidos cuenta con “Hegemonía y estrategia socialista” y “La razón populista”; al punto de que su idea base se convirtió en la frase de cabecera de Cristina Kirchner y los suyos: la idea del “amigo-enemigo” o “estas con nosotros o contra nosotros”.

El PRO tampoco es ajeno a esta realidad, lo único que cambiaría en su caso es que las huestes macristas hablan de un desarrollismo moderno, una escisión del radicalismo en una de sus versiones más contradictorias, deudora de una teoría que se puso de moda en los 90 referida a la del gerente o gestor, y que cuenta entre sus principales teóricos a Peter Drucker, considerado el mayor filósofo de la administración (también conocida como management) del siglo XX, a partir de sus obras “Gestionar en tiempos turbulentos”, “Gestionando la organización sin ánimo de lucro”, “El management del futuro”, “La sociedad poscapitalista” y “Desafíos de la gerencia en el siglo XXI”, desde las que marca el lineamiento de los futuros dirigentes políticos de un esquema administrativo y no de uno partidario, donde predice y plantea que los partidos políticos tienen que ser reemplazados por ONGs (Organizaciones no Gubernamentales) y si se presta atención, el PRO tiene su germen como una fundación, se jacta de eso y hasta el slogan “si se puede” más que una arenga militante y una convicción parece el grito de una iglesia de autoayuda, de un cierre de acciones en la bolsa de comercio o el impulso a vendedores de seguros en una cena anual.

Pero el kirchnerismo y el macrismo no tienen la culpa de esta realidad nefasta, sino que son la consecuencia de que por varias razones, durante los últimos 15 años, ni al peronismo ni al radicalismo les interesó formar cuadros. La mayoría de dirigentes peronistas y radicales ya no creen en el trasvasamiento generacional porque para ellos es una especie de jubilación, pensamiento equivocado porque la experiencia junto con la fuerza y la voluntad de la juventud nos daría políticos más serios y comprometidos, no lo que hoy en su mayoría vemos.

No fue casualidad que en estas elecciones los candidatos no contarán en su mayoría con formación política-militante y proviniesen de otros ámbitos; pero más que indignarse o agarrarse la cabeza por ello, el gran desafío a partir de este nuevo gobierno, apunta a que tanto el peronismo como el radicalismo, o al menos un sector de ellos, abra los ojos y proponga volver a las propias doctrinas y formación de cuadros, por supuesto con la actualización política correspondiente a los tiempos actuales; porque como diría Joan Manuel Serrat en una de sus canciones, y tomándonos una licencia, en la práctica política de gobierno, tanto Laclau y Drucker “están muertos y enterrados…”.

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