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Closs: “Vemos un cóctel explosivo con tasas de interés altísimas, tipo de cambio atrasado e ingresos de divisas descomunal”

El senador nacional de Misiones por la Renovación, Maurice Closs, se mostró critico a la política económica del gobierno del presidente Mauricio Macri y así lo señaló en una nota de opinión publicada en el diario local El Territorio.

La proa debe estar puesta hacia el crecimiento

En esta semana se han sancionado dos leyes más que importantes. Se debatió y sancionó la ley de leyes que es el presupuesto de la administración pública nacional. También se trató una ley de reforma tributaria.
El presupuesto, desde ya importante, es una ley que se debate todos los años y tiene vigencia por ese período. Ahora bien, una reforma tributaria no es un debate que se da todos los años. De hecho, no encarábamos una reforma integral del sistema tributario hacía más de 25 años en la República Argentina. Es por eso que profundizaré sobre esta temática.
Desde el 2011, Argentina no transita un sendero de crecimiento sostenido y una de las causas del estancamiento es la presión tributaria que ha alcanzado nuestro país.
La idea central de la reforma tributaria apunta a generar incentivos a la inversión y entiendo que contiene ideas acertadas que van en el sentido.
Es bueno que aquellos que decidan reinvertir utilidades paguen una alícuota reducida del impuesto a las ganancias de 25 por ciento, progresivamente. También es positivo que el impuesto a los créditos y débitos bancarios pueda ser tomado como pago a cuenta del Impuesto a las Ganancias, gradualmente. Asimismo, que aquellos que inviertan puedan recuperar los saldos a favor del IVA en seis meses es un buen incentivo.
Por otra parte, la creativa idea de poner un monto gradual no imponible en los salarios que llegará en unos años a 12.000 pesos no sólo bajará el costo laboral, sino que también fomentará el empleo en blanco.
Quisiera concluir esta parte del análisis destacando que el esfuerzo más grandes lo están haciendo las provincias, con fuertes bajas de impuestos. Muy especialmente la provincia de Misiones.
También es cierto que la ley tiene algunas debilidades que quiero señalar. Podría resumir diciendo que, mientras las grandes empresas se llevan y capitalizan todos los beneficios, las pymes y las economías regionales, a medida que van utilizando los beneficios de la nueva ley, van perdiendo los beneficios de regímenes anteriores.
Así, mientras una gran empresa que hoy paga la alícuota 22% de contribuciones patronales, pasará a pagar el 19,5% y las pymes que hoy pagan el 17% enfrentarán una suba y también pagarán el 19,5%, como si fueran iguales.
Además, una empresa que en Misiones hoy puede tomar alrededor de 10% de la masa salarial a cuenta de IVA irá perdiendo gradualmente este tratamiento diferencial a medida que avance la implementación del mínimo no imponible hacia los 12.000 pesos.
Párrafo aparte, aunque en la misma línea, merece la decisión del BCRA de dar de reducir gradualmente las líneas de inversión productiva, que posibilitaban a las pymes el acceso a créditos a tasas atractivas.
Es importante destacar que lejos estoy de no valorar el aporte de las grandes empresas; toda inversión es importante. Ahora bien, en todas partes del mundo las pymes tienen beneficios diferenciales, cosa que en esta reforma se elimina. En el balance, muy por el contrario, a las grandes claramente se les otorgan beneficios que antes no tenían, mientras que a las pymes se les da el mismo tratamiento que a las grandes, pero, por otro lado, se le quita beneficios que disponían.
Quiero referirme ahora a la economía real. En ese sentido, es fundamental hacerlo, puesto que el presupuesto y la reforma fiscal están elaborados sobre el supuesto de que el país recupere la senda del crecimiento. Pero hoy por hoy, Argentina vive un escenario macroeconómico complejo de estancamiento, hostil hacia las inversiones y sólo fértil para la timba financiera.
En este contexto, algunos vemos un cóctel explosivo que tiene tres elementos:
En primer lugar, tasas de intereses altísimas impulsadas por el BCRA.
En segundo lugar, un tipo de cambio atrasado.

Y por último, ingresos de divisas descomunal para la timba financiera y el endeudamiento.
Las Lebac del BCRA pagan cerca del 30 por ciento, las Letes del Tesoro, en una loca competencia intra sector público, pagan una cifra semejante. Con estas tasas, quien tiene plata jamás se va a arriesgar a invertir, si tiene renta garantizada y en el corto plazo apostando a la bicicleta financiera. Como contrapartida, el que necesita crédito para invertir, me pregunto cómo pagará estas tasas.
Que el tipo de cambio está atrasado nadie lo puede negar. Basta mirar el déficit de la balanza comercial de este año y pensar que ni siquiera podemos exportar lácteos o maderas, que debemos ver cómo Brasil se lleva nuestro cuero para exportar zapatos, para darnos cuenta que hemos perdido competitividad para ganar mercados. Un país que no aspira al mercado exterior lejos está de ser atractivo para realizar inversiones.
Tampoco veo que se pueda crecer al 3,5 por ciento, como dice el presupuesto en base al mercado interno. Sólo un par de razones me permiten tomar esta posición. En primer lugar, el ajuste en jubilados y AUH atentan contra el consumo. Cabe tener en cuenta que más de 2,5 millones de beneficiarios han tomado créditos este año de Anses, que tendrán que devolverlos en 2018.
La caída de las líneas de inversión productiva también es algo recesivo. Además, 2018 no es un año electoral, lo cual en Argentina es sinónimo de reducción del gasto público. Por último, la quita de subsidios al transporte y a servicios públicos también afectarán el consumo interno y el nivel de actividad.
Estas observaciones las hago convencido de que estamos a tiempo para corregir algunas cosas y poner la proa hacia el objetivo de crecimiento.
Si el país no crece, no se cumplirán las metas presupuestarias, crecerá el déficit y la deuda, la reforma tributaria no habrá servido para nada y las provincias se verán en figuritas para compensar los ingresos que les faltaran por la baja de impuestos.
No quiero terminar sin hacer una referencia particular al caso de Misiones. Nuestra provincia adoptó un modelo propio que nos permitió vivir con lo nuestro, aún cuando nadie puede dudar que tenemos una coparticipación sumamente injusta.
Es cierto que, como provincia, tenemos una política fiscal dura, pero también es cierto que gracias a esa política fiscal nos supimos sostener, nos desendeudamos y pudimos crecer y mejorar la infraestructura, pudimos desarrollarnos y también pudimos superar tiempos difíciles, como los actuales.
La única manera de compensar la significativa disminución de impuestos que aplicará Misiones es con el crecimiento de la economía.
Duele volver a sentir que los esfuerzos y reclamos no son valorados de la misma manera. Todos sabemos que gran parte del ajuste a jubilados y AUH ha sido para resolver el reclamo, quizá justo, de Buenos Aires. Ahora, esa misma injusticia afecta a otras provincias que tenemos baja coparticipación y, mientras a Buenos Aires se le resuelve el problema, a las otras provincias se les lleva con la zanahoria de una futura discusión más allá de 2022.
Quiero concluir asumiendo tres compromisos de tarea:
En primer lugar, seguir luchando para que la implementación de la reforma tributaria no deje sin efecto actuales beneficios de pymes y economía regionales.
Segundo, seguir insistiendo que se deben hacer las correcciones para que la economía favorezca la producción y el crecimiento.
Por último, llevar la voz de Misiones reclamando justicia y equidad en la distribución de fondos, en el lugar que sea y que me toque estar.
Cabe reconocer que algunas decisiones tomadas con posterioridad a la sesión del miércoles, van en el sentido que reclamamos.
Somos conscientes que algunas de estas medidas tendrán efectos secundarios, pero también creemos que configuran un mejor escenario para la inversión y el crecimiento.