Chubut Para Todos

Chile: bajo crecimiento y alta concentración

Siguiendo con la idea de estudiar el “ejemplo económico chileno, este informe avanzará sobre el análisis de evolución y la composición del producto en los últimos años, qué sectores aportan más, cuáles son más productivos, cuáles son las empresas que alcanzaron el éxito, su relación con las medidas tomadas por los gobiernos y el impacto en las condiciones sociales.

CRECIMIENTO DEL PIB

Si consideramos que el crecimiento de la producción de Chile en 2018 fue de 4%, el crecimiento promedio del producto entre 2013-2018 alcanza el 2%. A pesar del repunte del último año, este nivel de crecimiento promedio es bajo si se compara con períodos anteriores. Como se mencionó en un artículo anterior, antes de aplicar las medidas de liberalización del comercio y el tipo de cambio, Chile crecía en promedio al 8,5% entre 1991-1996. Entre 1997 y 2002, con crisis de por medio, lo hizo 3,2% y entre 2004 y 2010, con el impacto de la crisis internacional, al 4%.

En el gráfico siguiente puede observarse cómo, para el período 2013-2017, mientras el producto a precios corrientes crece marcadamente, a precios constantes el crecimiento es casi imperceptible. Esta diferencia se explica por el aumento del precio del cobre, sobre todo desde 2017.

Chile- bajo crecimiento y alta concentración-01

A la mayor parte del producto la aportan los servicios financieros y empresariales, inmobiliarios y de alquiler con un 24,1%. En segundo lugar, con 13%, los servicios personales privados, comercio al por mayor y menor, reparación de bienes, hoteles y restaurantes aportan 12,4%; industrias manufactureras 11,2%, y minería 11%. El 28,3% restante se divide entre transporte, almacenamiento y comunicaciones, construcción, administración pública, agricultura, ganadería y pesca y suministro de electricidad, gas y agua (gráfico 2).

Como puede verse, la mayor parte del producto son servicios, mientras que la producción y extracción de bienes suma solo un 22,2% entre producción manufacturera y minería.

Si bien la tendencia dominante de los servicios en la producción es cada vez más amplia y, en algunos casos, puede sumar un importante valor agregado, la mayor parte de la oferta de servicios no lo posee. Por otra parte, en cuanto a la producción de bienes, como se mencionó anteriormente, una parte importante es extracción de recursos naturales y la otra tiene un alto contenido de manufactura primaria.

Al mismo tiempo, es importante resaltar que el sector que se registra con mayor participación en el PIB, tiene un alto contenido de especulación financiera que puede implicar una fuerte volatilidad en momentos de crisis.

PRODUCTIVIDAD

Para evaluar el nivel de desarrollo de los países, uno de los indicadores que se mide es la evolución de la productividad de los factores y cómo impactan en el crecimiento. Estos indicadores permiten analizar dónde es conveniente invertir, y de qué forma.

Según el Informe Anual 2018 de la Comisión Nacional de la Productividad, la productividad total de los factores (PTF) fue de 3,6% entre 1990 y 1995, 1,1% entre 1995 y 2005, y negativa entre 2005 y 2017. Para 2018 se calcula que alcanzó el 1,3%, en gran parte debido al aporte que realizaron los inmigrantes, que cuentan con un mayor nivel educativo que los nacionales y mayor participación en el mercado laboral.

Asimismo, mientras entre 1990 y 1995 la PTF era positiva en todos los sectores, en 2016 todos los sectores menos transporte y comunicación y otros servicios, tenían productividad negativa. Para 2017 la industria remontó a 0,6%, comercio, hoteles y restaurantes a 2,8%, y transportes y comunicaciones a 1,4%,  mientras la productividad de otros servicios cayó en esta última cuantía.

Según el mismo informe la productividad minera fue negativa entre 2000 y 2015 por alrededor de 8%, reduciéndose para 2016 y 2017 en -3,6% y -2,6%, respectivamente.

Sin embargo, dada la importancia de la minería para el equilibrio del sector externo y la posibilidad de adquirir divisas para las empresas extranjeras, este sector sigue siendo el que más inversión recibe.

EMPRESAS

Según la Encuesta Longitudinal de Empresas[6], en Chile las grandes empresas representan el 3,2% del total de empresas. Sin embargo, ellas concentraron el 81,6% de las ventas en 2015 y emplean al 53,6% del total de trabajadores. De estas empresas, el 75% son de exclusiva propiedad extranjera.

Las grandes empresas se reparten 33,2% en comercio, 17,1% en industrias manufactureras, 10,3% en construcción, 8,7% en actividades de servicios, 7,6% en transporte y almacenamiento, y el resto en agricultura, actividades profesionales, actividad financiera y de seguros, etc.

De estas grandes empresas, 18 chilenas están dentro de las 100 más grandes de la región[7], y se ubican de la siguiente forma en el mercado interno:

Chile- bajo crecimiento y alta concentración-04

[8]

Sin embargo, en 2018, a pesar del mayor crecimiento registrado, la liquidación de empresas aumentó un 56% comparado con 2017[9] y las grandes industrias anunciaron el cierre definitivo de sus negocios, debido a la imposibilidad de refinanciar sus deudas en divisas y de competir.

REFLEXIONES FINALES

La economía chilena pasa por uno de los peores momentos desde la vuelta de la democracia. Tanto su sector externo como el productivo no han recuperado el ritmo de crecimiento de años previos.

Su productividad cayó en picada en los últimos años, y recién en 2018 volvió a mostrar rasgos de crecimiento; ello debido a una fuerte oleada de inmigrantes que no logran integrarse eficientemente. La educación, la salud y el sistema de pensiones mantienen, con algunas modificaciones, la concepción de un servicio privado, y así se refleja en su aporte a la economía. Pero, por otro lado, genera una población de bajo nivel educativo y menos aporte al producto.

Una de las principales fuentes de riqueza y de dólares del país, la minería, resulta ser una de las actividades con más inversión pero con menores niveles de productividad; sin embargo, el principal esfuerzo de los gobiernos se mantiene en sostener esta dirección.

Asimismo, resulta innegable que el nivel de estabilidad que ha logrado la economía chilena, la apertura y la apuesta por un Estado que estimule el negocio privado, logró consolidar el 18% de las empresas más grandes de la región a pesar de contar con un PIB de 5% de la misma[10].

Sin embargo, el nivel de concentración[11] alcanzado implica una gran dificultad para el desarrollo de las PyMES (pequeñas y medianas empresas) y, especialmente, del sector productivo ya que el tipo de cambio se mueve con el precio del cobre y no permite la competencia con las empresas importadoras o las grandes empresas locales. Esto trae consecuencias directas sobre la capacidad de generar empleo.

A Sebastián Piñera le sorprende que la gente no se sienta mejor con la economía creciendo al 4% y un récord en venta de automóviles; sin embargo, la respuesta está en el problema de la distribución equitativa de los ingresos[12] (algo irónico siendo el presidente accionista de las empresas más grandes en diversos rubros, y la 7ma persona más rica de Chile).