La actriz hollywoodense Charlize Theron denuncia la brecha salarial entre hombres y mujeres y se planta ante los directores exigiendo igualdad de género. Valentía y belleza juntas: sus 41 años y con la fama alcanzada, no tiene qué perder.
Se crió en una granja en Sudáfrica y con tan solo 15 años asistió al asesinato de su padre por parte de su madre. Había sido en defensa propia. Él era alcohólico y las maltrataba a ambas. Escena primera que encontramos en la vida de la actriz que habría marcado un origen, ¿feminista? Desde chica estudió ballet en Johannesburgo, pero una lesión en la rodilla la hizo cambiar de rumbo. En 1996 fue la cara de un spot televisivo de la bebida Martini.
Luego vino el cine. Ya viviendo en Los Ángeles debutó en “Dos Días En El Valle” (1996) y tuvo un papel como actriz secundaria en “The Wonders” (1996) de Tom Hanks. Pero el salto cinematográfico lo dio cuando protagonizó “Las Normas De La Casa De La Sidra” (1999) de Lasse Hallstrom, un drama protagonizado por Tobey Maguire y Michael Caine. Ganó un Globo de Oro con “Monster” (2003), como mejor actriz dramática, y el premio Oscar en la categoría de mejor actriz.
Pero además de estos triunfos, su historia paralela es la de luchadora social. Africa Outreach Project es una ONG creada por Charlize con varios objetivos: reducir la violencia, los casos de sida, los abusos sexuales y la desigualdad entre hombres y mujeres.
En el año 2015 se filtró que Jennifer Lawrence había cobrado menos que sus compañeros de reparto en La gran estafa americana (David O. Russell, 2013), Theron exigió el mismo sueldo que Chris Hemsworth, con quien compartía protagonismo en El cazador y la reina de hielo (Cedric Nicolas-Troyan, 2016). “La productora no rechistó, accedió. A lo mejor ese es el mensaje: las mujeres debemos exigir. Es el momento de alcanzar la igualdad. Las niñas deben saber que no hay nada malo en ser feminista; al contrario. Es una actitud que no conlleva odiar a los hombres. Significa igualdad de derechos. Si el trabajo es idéntico, la remuneración también debe serlo”, afirmó en junio del año pasado en la revista Elle.
En las recientes declaraciones para El País, la actriz le sigue dando vueltas a la misma idea: “Es complicado. Yo soy una privilegiada. Me puedo permitir el lujo de plantarle cara a un estudio. Puedo decirles: ‘Páguenme lo mismo que a ellos, o no aceptaré el papel’. Soy tan privilegiada que hasta me hacen caso. Muchas mujeres no disfrutan de esa libertad. Comportarse como yo lo hice conlleva un riesgo. Significa jugarse el empleo. No me gustaría que se me malinterpretara, que me tacharan de poco empática. Cada cual tiene su propia lucha; existen prioridades, como poner comida encima de la mesa”.
Y agrega: “Cuanto más hablemos del tema, mejor. Es sano insistir sobre lo difícil que resulta para nosotras reivindicar estas cuestiones. Hacer ruido es vital, porque la sociedad debe cambiar todavía mucho. Pedir el mismo salario debería ser algo natural”.
