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Brexit, capítulo final

La oscilante relación entre el Reino Unido y la actual Unión Europea (UE) entra en 2021 en una nueva etapa histórica, esta vez de total ruptura, por mandato del referéndum que aprobó el Brexit en 2016 y con un final que transformará política, económica y socialmente a las dos partes, con resultado incierto para ambos.

Las últimas semanas de 2020 fueron una síntesis del complicado divorcio que cerró el círculo abierto hace 45 años por otro referéndum, el de 1975, que había avalado el ingreso del Reino Unido a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), gestionado en 1973 por los conservadores y confirmado después bajo los laboristas.
 

El Brexit ha quedado finalmente sellado con un Acuerdo de Salida, pactado días antes del final del Periodo de Transición, el 31 de diciembre de 2020, y sujeto a la ratificación de los 27 y del Parlamento británico.

El primer ministro conservador Boris Johnson, fiel expresión de los nacionalismos hoy en auge, desanda así el camino iniciado por su predecesor laborista Harold Wilson en 1975, cuando los británicos votaron (67,5%) por “entrar a Europa”. Hoy, Johnson cumple su promesa de recuperar para el Reino Unido “el control sobre sus leyes y su destino”, con un #Brexit pactado pero en una variante dura.

La UE se asegura un marco legal para la primera deserción de la historia del bloque, aunque deja en suspenso un acuerdo por el sector financiero, que representa entre 7% y hasta 12% del PIB británico (según los servicios que se incluyan), entre uno y dos millones de empleos directos y 80 mil millones de euros de recaudación. La “City” británica competirá ahora con plazas como Dublín o Frankfurt.

A continuación, un repaso del proceso que llevó a la ruptura definitiva del Reino Unido -sexta potencia económica mundial- con el bloque de países europeos cuyo histórico proyecto común la mantiene pese a todo como el tercer poder global más relevante, detrás del tándem China-Estados Unidos.

 
¿Cómo nació el Brexit?

Presionado por sectores anti europeístas del Partido Conservador desde la crisis económica global de 2008, el primer ministro David Cameron se comprometió en 2015 a convocar a un referéndum sobre la salida de la UE si ganaba las elecciones de mayo de ese año, y a respetar su resultado.

En un recordado discurso previo de enero de 2013, Cameron postuló: “El interés nacional del Reino Unido está mejor cubierto en una Unión Europea flexible, adaptable y abierta y esa Unión Europea es mejor con el Reino Unido dentro”.

¿Cómo se había unido Londres a Bruselas?

La Comunidad Económica Europea (CEE), embrión de la actual UE, nació en 1957 con el Tratado de Roma que creó el mercado común, al que el Reino Unido trató de incorporarse con posterioridad en 1963 y 1967, sin éxito por la negativa de entonces líder francés, el presidente Charles De Gaulle. Por fin, la CEE integró al Reino Unido en 1973 y el ingreso fue aprobado en un primer referéndum en 1975.

¿Qué ventajas extras obtuvo Londres?

El Reino Unido siempre buscó maximizar su autonomía dentro de las instituciones comunitarias. El movimiento “brexiteer” tiene sus antecedentes más inmediatos en las minorías conservadoras que exigían una ruptura con el bloque europeo desde las épocas de la premier Margaret Thatcher, cuya influencia determinó que el RU siguiera dentro de la UE pero sin adoptar el euro (1999).

En sus negociaciones, Thatcher obtuvo en 1984 el “cheque británico” (rebate), una compensación por las subvenciones agrícolas a países como Alemania y Francia.

“I want my money back” (Quiero mi dinero de vuelta) fue la frase con la que popularizó esa demanda. Londres obtiene así cada año el reembolso de una parte de su contribución al presupuesto de la UE, unos 3.000 millones de euros.

El PIB por habitante del Reino Unido desde su adhesión al bloque comunitario (1973) hasta hoy se ha duplicado. Además, supo convertirse en el “corazón financiero” de la Unión Europea, totalizando más de un tercio del mercado de capitales del bloque -superior a la suma de Francia y Alemania combinadas-.

¿Qué otros modelos aceptó la UE?

El más ilustrativo es el de Noruega, que rechazó incorporarse al bloque comunitario en dos referéndums (1972 y 1994), ambos por poco margen. En los 80, los miembros del Área Europea de Libre Comercio o EFTA (Finlandia, Suecia, Austria, Suiza, Islandia y la propia Noruega) negociaron con la Comunidad Europea la creación en 1992 del Área Económica Europea (EEE), un gran mercado único.

Algunos miembros fundadores del EFTA se hicieron luego miembros plenos de la UE (Portugal y Reino Unido primero; Austria, Finlandia y Suecia más tarde) pero Noruega votó en el referéndum de 1995 seguir fuera. Como parte de la EEE, Oslo no participa en la toma de decisiones de Bruselas, pero cumple sus decisiones (incorporó tres cuartas partes de sus leyes), con acceso al mercado único y libre circulación de personas, bienes, servicios y capital.

¿Cómo fue el referéndum de 2016?

Los resultados finales del referéndum del 23 de junio de 2016, con una participación del récord de 72% del electorado, arrojó un triunfo del “No” a continuar en la Unión Europea del 51,9% contra el 48,1% que votó por el “Sí” a permanecer en ella.

Por países del reino, Inglaterra y Gales votaron a favor del Brexit (53% y 52,5%, respectivamente), con un fuerte contraste entre zonas rurales y urbanas (las ciudades de Londres, Liverpool y Manchester votaron a favor de seguir en la UE).

En cambio, Escocia (62%) e Irlanda del Norte lo hicieron a favor de seguir en la UE.

El de Irlanda del Norte, con 55,8% a favor de mantenerse en la UE, fue un dato relevante, considerando que la situación de la frontera con la República de Irlanda se convertiría en un obstáculo mayor para un Acuerdo de Salida.

¿Cuáles fueron los argumentos?

Quienes están a favor de abandonar la UE argumentan que el bloque se ha transformado notablemente en las últimas cuatro décadas en cuanto a las dimensiones y el alcance de su burocracia, lo que ha afectado la influencia y la soberanía británicas, tanto política (cuestiones migratorias) como económica (regulaciones administrativas y acuerdos de comercio extra zona).

Quienes desean permanecer en la UE dicen que una potencia de segundo orden como el Reino Unido necesita ser parte de un bloque más grande de países de mentalidad similar para tener influencia real y seguridad en el mundo, y que abandonar la UE sería muy costoso.

¿Cómo llegó Boris Johnson al poder?

Las tres votaciones de su propuesta de acuerdo que la primera ministra Theresa May -sucesora de Cameron- perdió en el Parlamento británico determinaron su renuncia en 2019, aunque la UE aceptó antes una nueva prórroga para negociar la salida, del 12 de abril al 31 de octubre siguiente.

Esa prórroga permitió al Reino Unido participar de las elecciones europeas de mayo, en las que el recién formado Partido del Brexit, liderado por el veterano independentista Nigel Farage, triunfó con el 30,5%, sobre los liberal-demócratas (21,9%), laboristas (15,2%), ecologistas (12%) y, últimos, los conservadores de May (9%). Sumando a todos los partidos, las fuerzas pro Brexit superaron el 40%.

El 23 de julio de 2019, al cabo de una proceso electoral interno del Partido Conservador, fuerza mayoritaria del Parlamento con derecho a gobernar, el exalcalde londinense Boris Johnson, un fervoroso defensor del Brexit, se convirtió en primer ministro.

¿Cuándo salió oficialmente el RU de la UE?

En octubre de 2019, Londres y la UE alcanzaron un nuevo Acuerdo de Brexit. Tras marchas y contramarchas, en las que Johnson perdió varias votaciones y hasta expulsó a una veintena de legisladores de su partido, el primer ministro confirmó su mandato en elecciones generales y, enseguida, el Parlamento británico aprobó en diciembre de 2019 el Acuerdo de Brexit con la UE, por 358 a favor y 234 en contra.

La ley autorizó la salida británica de la UE, oficialmente a partir del 31 de enero de 2020 aunque extendió el plazo máximo de una Transición hasta el 31 de diciembre del 2020, para negociar un acuerdo de libre comercio que rigiera sus relaciones a partir del 1 de enero de 2021 e impedir el caos de una ruptura brutal..

¿Por qué Irlanda fue el primer gran obstáculo?

Un Brexit “duro” volvería a dejar separada por una frontera física de la República Irlanda (parte de la UE), lo que pondría en riesgo los Acuerdos de Paz del Viernes Santo (1998) que alientan la integración de todos los habitantes de la isla irlandesa.

Pero Londres y Bruselas acordaron finalmente la implementación del “Protocolo de Irlanda del Norte”, que mantiene abierta la frontera entre Irlanda y el Ulster,con puestos de control fronterizo, puntos de entrada específicos para animales, plantas y productos derivados, medicamentos, carnes refrigeradas y productos alimenticios.

¿Qué demoró finalmente un acuerdo?

Hubo dos grandes diferencias: la recuperación de la soberanía británica sobre sus recursos pesqueros -representan apenas 0,1% de su PIB pero son explotados mayormente por países como Francia y Bélgica- y un acceso a los mercados sin aranceles ni cuotas pero con estándares, en la futura competencia comercial con una potencia vecina de 66,5 millones de habitantes y gran centro financiero mundial.

Londres pretendía acceso exclusivo a la zona de 6 a 12 millas náuticas de la costa británica, cerrar eventualmente el ingreso a flotas comunitarias sin un preaviso de tres meses y repatriar el valor del 60% de la captura actual de la UE en sus aguas (740 millones de dólares), pero Bruselas ofrecía compensar no más de 18%.

¿Cómo se salvó el acuerdo?

El acuerdo impuso una transición de cinco años y medio par los pesqueros europeos y un recorte del 25% de sus capturas. Después, negociaciones anuales. A partir de 2021, el Reino Unido abandonará también la Política Pesquera Común (PPC), por la que los países de la UE tienen acceso total a las aguas de los demás.

La captura de las flotas de la UE en aguas británicas representa 740 millones de dólares al año, pero la británica en aguas comunitarias sólo 120 millones. La economía pesquera de varios países (Francia, España, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca e Irlanda) depende del acceso a caladeros y puertos del Reino Unido.

La UE exigía además garantías jurídicas de que Londres mantendría los estándares ambientales, sociales y laborales del bloque en su comercio, y las adecuaría ante cada cambio (evolution clause), para evitar una competencia ventajosa (dumping) y desleal en el acceso al mercado único de los 27 países comunitarios, también temerosos de futuros subsidios estatales británicos a sus productos.

Londres trató de imponer por ley su facultad de establecer los estándares en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, su “mercado interno”, para alentar el intercambio comercial dentro del Reino Unido, pero ello violaba el Acuerdo del Brexit de 2019. Por fin, la derogó tras el rechazo de la Cámara de los Lores y para favorecer las negociaciones sobre la futura gobernanza de un acuerdo bilateral.

El acuerdo introduce una ‘cláusula de no regresión’, por la cual ambas partes se comprometen a no rebajar sus actuales estándares sociales, laborales y medioambientales, así como a mantener bajo control los subsidios públicos. Y añade una ‘cláusula de evolución’: si Reino Unido ignora mejoras normativas de la UE, Bruselas podrá restringir el acceso de productos británicos a su mercado.

Desde ahora, se reintroducen los controles aduaneros y sanitarios y fitosanitarios además de otras trabas burocráticas.Reino Unido es el segundo mercado exportador para los 27, sólo por detrás de Estados Unidos. Para los británicos, la Unión es su principal socio comercial. El acuerdo tampoco cubre los servicios financieros, particularmente importantes para la City de Londres, la más importante de Europa, que pierde su condición europea.

¿Qué negoció ya Londres sin la UE?

Mientras tanto, Reino Unido y Japón firmaron en 2020 un acuerdo comercial bilateral, el primer gran tratado de este tipo posbrexit para Londres, que abarca finanzas, nuevas tecnologías, industria alimentaria, textil y automotriz, y reproduce en gran parte el acuerdo ya existente entre la UE y Japón.

El comercio entre Reino Unido y Japón alcanzó los 39.000 millones de dólares en 2019 ( 2% del total del comercio exterior británico). Londres y la UE comerciaron ese mismo año, antes del Brexit, 877.000 millones de dólares.

¿Qué consecuencias económicas puede tener el Brexit?

El Reino Unido es la sexta economía del mundo, pero el 65% de su comercio está vinculado al de la UE, su principal socio, y del que ha sacado ventaja de sus más de 70 acuerdos comerciales como bloque. Le envía en 45% de sus exportaciones.

Reino Unido y la UE intercambiaron en 2019 unos 525.000 millones de euros, casi la mitad del total del volumen de comercio de bienes de Reino Unido (el primer socio comercial individual siendo EEUU). Siete de los 10 principales socios comerciales británicos son comunitarios.

El propio Tesoro británico estimó antes del referéndum que una posible salida de la UE contraería el PIB británico entre el 3,6% y el 6%, mientras Bruselas hacía lo propio con índices de entre 0,2% y 0,5% para la comunidad. El contexto de la pandemia ha relativizado esos pronósticos, para peor.

Si bien el Reino Unido se ahorraría de aportar anualmente a la UE el 0,25% de su PIB (5.142 millones de euros), además de imponer sus leyes migratorias, los compromisos previos de aportes asumidos legalmente con Bruselas obligarían a Londres a desembolsar hasta 100 mil millones de euros, o al menos a deberlos.

En 2020, el contexto de una contracción cercana al 20% en la economía británica debido a la pandemia, el impacto de un Brexit sin acuerdo, que dejara las relaciones comerciales bilaterales bajo los términos de la OMC, fue estimado por Morgan Stanley en 1 ó 2% del PIB británico, durante el año siguiente.

¿Qué pasa con el Espacio Schengen?

El Brexit supone automáticamente el fin del libre movimiento de personas entre el territorio británico y el bloque. Según el acuerdo firmado en 2019, los ciudadanos europeos consiguieron el derecho a quedarse en suelo británico si llegan antes del 31 de diciembre de 2020. Londres aplicará un sistema migratorio por puntos en el que los ciudadanos comunitarios ya no tendrán prioridad respecto a los del resto del mundo, aunque para estadías de menos de 90 días no se necesitará visado.