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Bilardo-Menotti: un mitológico choque de estilos que dominó la escena

El enfrentamiento entre escuelas de estilos de juego vino a poner en primer plano un debate solapado en el fútbol argentino desde el desastre de Suecia 1958. No se trató de una disputa moral entre el mal y el bien, como muchos de sus contendientes han querido enmascararlo, pero sí de una discusión continua sobre filosofías en un deporte cuya masividad y popularidad habilitan la existencia de múltiples interpretaciones sobre su práctica.

No es que ese debate no existiera ya. El Huracán de 1973 le dio chapa a su entrenador, César Luis Menotti, al rescatar un principio -el resultado como consecuencia del juego- caído en desgracia 15 años antes. Ganó el Metropolitano de aquel año, pero a continuación fue el Central de Carlos Timoteo Griguol el que se quedó con el Nacional de 1973. Siendo las redes sociales más que una quimera por entonces, la polémica de estilos la implantaron los medios. El Menotti vs. Griguol acabó una noche de 1974, cuando Huracán goleó 4-0 a Central en el estadio de Vélez, en un desempate para definir el Grupo 1 de la Copa Libertadores. Huracán no pasó luego la segunda fase y, con 35 años, Menotti fue contratado para la selección.

Se le encontró más o menos rápido otro adversario. Mientras el juego de la selección no terminaba de conformar en la serie internacional de 1977, en la cancha de Boca y contra selecciones europeas, y a Menotti se le criticaba básicamente que el equipo no hacía lo que pregonaba, el Boca de Juan Carlos Lorenzo ganaba la Libertadores con pragmatismo y eficacia. El Menotti vs. Lorenzo resultó más efímero: acabó con el título mundial de 1978, en junio, conquistado sin futbolistas de Boca en el plantel; la Intercontinental que Boca ganó en Alemania 40 días más tarde apagó el fuego.

Mientras tanto, la relación esporádica de Menotti y Bilardo era normal. Cuando el rosarino tomó la conducción de Huracán en agosto de 1971, contó con la información sobre el plantel que le transmitió el doctor porteño, que había sido ayudante de Osvaldo Zubeldía en el club de Parque Patricios hasta ese momento. Menotti cenó dos veces en casa de Bilardo ya como DT del seleccionado.

La tormenta se desató en 1983. En la segunda mitad del año anterior, tras la desilusión en el Mundial de España, la selección de Menotti no volvió a jugar, pero el Estudiantes de Ponce, Trobbiani y Sabella dirigido por Bilardo le ganaba el título por apenas dos puntos al Independiente de Giusti, Marangoni, Burruchaga y Morete que conducía Nito Veiga. Cuando Julio Grondona desplazó a Menotti de la selección, a fines de 1982, tenía claro quién sería el sucesor.

Eso no impidió que siguieran dialogando. Con Menotti conduciendo al Barcelona, tuvieron una larga charla, el 8 de marzo de 1983 en el hotel Arena de la ciudad catalana, para hablar sobre jugadores. El rosarino le pasó una serie de indicaciones que Bilardo ignoró, y luego hizo públicas sus molestias por ello; más tarde, el DT de la selección citó a Diego Maradona (por entonces jugador del Barcelona) para un amistoso contra Paraguay, lo que molestó a Menotti: “En estos momentos, Bilardo tiene que aprovechar para probar jugadores y no precisar de Diego para ganar, a él lo conoce bien”. Maradona no jugó ese partido.

El seleccionado de Bilardo no arrancó bien, y el Sub 23, que fue a Europa a jugar el torneo de Toulon tuvo una experiencia fallida en Valladolid. En ese equipo jugaban entre otros Pumpido, Ruggeri, Martino y Gareca. En una nota que le dio a Clarín Deportivo, Menotti criticó lo que a su criterio era escasa seriedad para encarar la excursión.

Allí estalló la pirotecnia, toda a través de la prensa, nunca en forma directa, exacerbada por los defensores de ambos bandos (incluidos periodistas que habían sido amigos de Menotti hasta el proceso que condujo al título del 78 y luego cambiaron de bando), contando con la tambaleante marcha de la selección en las eliminatorias del 85 y hasta el arranque del Mundial 1986 como combustible poco espiritual. Las diferencias entre ambas periferias se volvieron irreconciliables con los años; llegaron a bastardearse hasta las conquistas de los títulos mundiales: uno porque fue conseguido como local, otro porque con Maradona era robo.

La discusión se agotó. Las dos filosofías han ganado títulos pero, al cabo, una es mundialmente más reconocida que su adversaria.

Por Pablo Vignone