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¿A Macri le conviene escuchar más a Durán Barba o a Cavallo?

La apuesta es muy fuerte a la polarización con Cristina Fernández de Kirchner para que Mauricio Macri obtenga su reelección en un eventual ballotage en noviembre: casi todas las encuestas indican hoy que la ex Presidenta no podría ganar una segunda vuelta por su alta imagen negativa. Pero esa posibilidad de reelección estará disponible para el Presidente argentino solo si su contrincante ideal no se baja a último momento.

En los laboratorios electorales oficialistas liderados por Jaime Durán Barba esgrimen cataratas de argumentos para explicar por qué Cristina Kirchner no se bajará y, como resultado, Macri conseguirá su segundo mandato. Esto sucederá, siempre y cuando las encuestas de hoy sigan válidas dentro de 11 meses. Y a tanta distancia nadie pronosticó ni el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, ni el de Jair Bolsonaro en Brasil, ni el Brexit en Gran Bretaña.

¿Pero qué pasaría si esos laboratorios se equivocan y Cristina decide bajarse y darle lugar a otro peronista? Hoy las chances de Mauricio Macri de ganarle a un candidato no kirchnerista lucen mucho más lejanas: en un ballotage, ese contrincante podría sumar los votos peronistas, los kirchneristas y los de la izquierda: todos unidos contra Macri. A menos que la economía mejore lo suficiente como para que pueda recuperar más velozmente sus índices de aprobación de gestión, que se derrumbaron a raíz de la crisis económica.

Para decirlo de otro modo: sin una recuperación contundente de la economía, el Presidente está a merced de la ex Presidenta para obtener su segundo mandato. Sin una recuperación económica, la artillería electoral del gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba tendría la pólvora mojada, porque el eje del debate se correría del planteo con el que el Gobierno se siente más cómodo hoy: lucha contra el narcotráfico y la corrupción, hacia el planteo que haría cualquier opositor: la economía.

De hecho, trascendió que Durán Barba estaría recomendando para la campaña “ni hablar de economía”. ¿Pero es posible seguir ese consejo en una contienda electoral en la que todos los opositores hablarán de economía? Además, todas las encuestas están mostrando que las preocupaciones económicas superan ampliamente cualquier otro tema en la sociedad, incluso la inseguridad: la gente habla de economía en momentos de crisis. No hay vueltas.

La semana pasada el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, publicó en su influyente blog que, al contrario de la presunta directiva de campaña, Mauricio Macri debiera “presentar un plan económico realista y sincero para el próximo período que inspire confianza en los inversores extranjeros y argentinos y logre bajar el riesgo país”, porque, de lo contrario, “corre el riesgo de perder la elección, por más campaña 4.0 que proponga Durán Barba”.

Sería desobedecer al gurú electoral que ayudó a Macri a ganar más de una docena de elecciones desde que está a su lado, en 2005: invicto absoluto.

Durán Barba recomienda “no hablar de economía”, porque el Gobierno no tiene resultados para mostrar. Suena lógico, pero no tiene en cuenta que la economía como issue de campaña ya está instalada. Imaginemos los debates, de los que Macri seguro no se va a escapar, como Daniel Scioli en 2015: de lo único que querrá hablar la oposición es de economía.

¿Escuchar a Cavallo o a Durán Barba? Esa es la cuestión.

Mi recomendación: si el contrincante es Cristina Fernández de Kirchner, adelante con Jaime Durán Barba. Pero, si no lo fuera, a Mauricio Macri le convendría escuchar a Domingo Felipe Cavallo. Porque solo un repunte económico contundente le devolvería al Presidente los valores de imagen, aprobación de gestión y expectativas favorables como para ganar en un ballotage o, quién dice, directamente en primera vuelta.

Y hoy la clave de esa recuperación económica está en manos de las expectativas futuras que tengan la sociedad y los inversores de que Macri pueda ganar, pero que además tenga un plan diferente al que aplicó en su primer período, que incluya las reformas que le faltaron: achicar mucho más el peso del Estado sobre la economía, ir a una reforma laboral profunda —más parecida a la que hizo Brasil el año pasado que la que está hoy durmiendo en el Congreso—, una reforma previsional en serio y bajar la altísima carga impositiva.

Esta receta sería mucho más efectiva que la de Durán Barba en el caso de que la ex Presidenta pacte con el peronismo bajarse de su candidatura. Y en el peronismo están conversando ese tema.

Le ganaría por 2 a 0 a la propuesta de Durán Barba: generaría expectativas positivas ante las dudas de los mercados de que Cambiemos tiene algo más para ofrecer en materia económica que lo que se vio hasta ahora (punto para los inversores), y a la vez aceleraría la recuperación económica (punto para el electorado en general).

Solo le agregaría sumar un elemento más, totalmente innovador en campaña electoral, pero que sería imprescindible para garantizar el éxito de esa campaña: introducir el tema de la comunicación. Suena delirante debatir algo tan técnico como la comunicación. Pero el tan subestimado “Círculo Rojo” de inversores y líderes de opinión a esta altura va a necesitar saber si Cambiemos tendrá un plan de comunicación para conseguir los consensos que se necesitarán para aplicar, en definitiva, el plan económico que debía haber aplicado de entrada.

De hecho, el argumento que dan los líderes de Cambiemos de por qué no quisieron hacer lo que propuso la semana pasada el presidente brasileño Jair Bolsonaro: el ajuste —del Estado— todo de golpe y de entrada es que “nos hubiese barrido el peronismo con un golpe de Estado en la calle porque habíamos ganado por menos de tres puntos y no teníamos mayoría propia en el Congreso”.

Ese argumento fue el gran error de Cambiemos. Y lo más probable es que en su segundo período Cambiemos tampoco tenga mayoría en el Congreso. Explicar su plan de comunicación tranquilizaría al Círculo Rojo, que vota todos los días con sus decisiones de “compro o vendo”, y que podría convertirse en el aliado clave para darle a Macri un triunfo aun sin Cristina Kirchner como sparring.

Jair Bolsonaro, en Brasil, tampoco tiene mayoría propia. Si bien ganó el ballotage por casi once puntos de diferencia sobre su rival de izquierda, en el Congreso tiene una bancada propia diminuta. El discurso de asunción de Bolsonaro duró menos de diez minutos. En cambio, su superministro de Economía, el “Chicago boy” Paulo Guedes, se tomó 40 minutos. El economista no solo delineó cómo pensaban abrir la economía y reducir el peso del Estado de una forma para nada gradual, sino que explicó reiteradas veces cuál iba a ser su plan de comunicación para obtener el consenso de la opinión pública y así presionar al Congreso a que acompañe ese plan.

Bolsonaro tiene dos puntos a favor que Macri no tiene. Su “herencia” es complicada, pero definitivamente mucho más leve que la que recibió Cambiemos: el peso del Estado sobre la economía brasileña es de 36%, y lo pretende reducir a 20. El que heredó Macri del kirchnerismo es de 45%, y llegar a 36 para Argentina sería un logro titánico.

Pero Bolsonaro tiene un desafío que Macri no tiene: el presidente brasileño tiene una pésima relación con los medios tradicionales de Brasil, quizás peor que Trump con los diarios tradicionales y la CNN. Macri está en condiciones no solo de presentar ese plan, sino también de comunicarlo con mucha efectividad.

Por Diego Dillenberger -Director de la revista Imagen y conductor del porgrama La Hora de Maquiavelo – Infobae