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10 tips del orgasmo masculino

Porque no sólo nos hacemos cargo de nuestro propio orgasmo, investigamos las claves del orgasmo masculino. Exigencias, poder, placer, juego, contacto, sentimientos, todo esto se juega al momento del clímax y más. 

El orgasmo puede definirse como una descarga de tensión física acompañada de una intensa sensación de placer (clímax). En el hombre la respuesta orgásmica consiste en dos fases, en la primera se contraen los músculos internos que llevan el líquido seminal y prostático hacia la uretra posterior (fase de emisión) e inmediatamente después se percibe que el orgasmo es inevitable, expulsando el semen por el orificio uretral (fase eyaculatoria).

Sin embargo, la fisiología del orgasmo se acompaña de una respuesta emocional y social: une el cuerpo a la capacidad de gozar y de compartir la experiencia sexual. Por lo tanto, cuánto más se prolonga el encuentro erótico, las sensaciones irán en aumento, desafiando al hombre a controlar la respuesta eyaculatoria en pos de seguir disfrutando. Convencerse de que la penetración es la meta necesaria en toda relación sexual es subestimar la riqueza que aporta el juego previo.

Si él insiste en penetrar (su objetivo prioritario) es porque antes ha sido “penetrado” previamente por la pauta social imperante, aquella que exalta la virilidad de todo macho potente, preparado para probar su orgullo cada vez que se acopla. Y de esta manera, el mito de la masculinidad a ultranza les juega en contra al no poder controlar la eyaculación, o al ver cómo sus penes se vuelven fláccidos apenas se aprestan a penetrar.

La exigencia por tener el pene erecto y complacer a las mujeres no favorece en nada a la performance masculina. No obstante, muchas mujeres demandan ser penetradas como condición erótica indispensable para valorar la relación sexual como “completa” o plena. Considerar que la relación no tiene una meta preestablecida más que el disfrute mutuo ayuda a despejar las normativas del “cómo, cuánto y cuándo”. Es posible que no se disponga en la semana del tiempo y la predisposición anímica y corporal para tener un juego erótico más largo, pero ente los “rapiditos” se puede alternar un “prolongado”, incluso los encuentros breves pueden servir como caldeamiento que prepara los cuerpos para un despliegue más extenso.

1) Los estímulos visuales provocan sensaciones erógenas muy excitantes para los hombres, sobre todo si ven a sus parejas desvestirse con sensualidad o sugiriendo antes que mostrar. Algunas mujeres se sienten inhibidas a mostrar su cuerpo por pudor o inhibiciones: “me siento poco atractiva”, “estoy gorda”, o “ya no tengo el cuerpo que tenía antes”. Insinuar, proponer, incitar al juego erótico son conductas efectivas, en vez de estar pensando que por el “rollito”, la “arruga” o “las estrías” el hombre dejará de excitarse.

2) Otra manera es “mostrar sin dar permiso para tocar”. La mujer puede desnudarse sensualmente sin permitir que el hombre la toque, o puede acercar la mano del hombre a las zonas más erógenas pero sin llegar a tocarlas.

3) Desvestirse lentamente y luego frotar los cuerpos desnudos ayuda al hombre a relajarse y a conectarse con el cuerpo antes que con la preocupación de tener el pene erecto.

4) Ella puede montarse sobre él, besarlo, recorrer con la lengua su cara, cuello, tórax, abdomen, mientras sus dedos acarician los muslos hasta acercarse a los testículos y al pene. Los hombres también tienen una alta sensibilidad en los pezones, en las axilas, la cara interna de los muslos, etc. Es importante detenerse en esas zonas corporales y variar la presión y el ritmo para provocar distintas sensaciones.

5) Pasar la mano lubricada con un gel al agua, incluso masturbarlo con movimientos suaves, ayuda a aumentar el placer al reproducir el calor y la humedad vaginal.

6) El sexo oral debe alternar movimientos suaves con otros más enérgicos.

7) Si la estimulación oral o manual del pene está por detonar el orgasmo (aumento de la frecuencia respiratoria y de los movimientos pelvianos) presionando la base del glande (sin provocar dolor) se corta el reflejo eyaculatorio.

8) Más allá de la felatio y el recorrido genital, el intermedio entre los testículos y el ano puede generar mucho placer. Para algunos hombres el ano es zona vedada por la connotación homosexual que aún posee. Si la mujer se aventura en esos terrenos y el hombre permite tan grata intromisión, el placer que resulta puede ser superior a otras prácticas. Se llama Punto G masculino (o punto prostático) a la zona que se encuentra en el recto aproximadamente a 5 centímetros del ano y corresponde a la cara posterior de la próstata que limita con la mucosa rectal.

9) Sugerir un cambio de poses cuando el hombre está cerca del orgasmo ayuda a redoblar la excitación.

10) Finalmente, luego del orgasmo, mantenerse abrazados un tiempo ayuda a sentir cómo los cuerpos se van relajando y van apareciendo otras sensaciones: bienestar, calma, afecto, confianza, contención, y por qué no, puede ser un breve momento de transición hasta que se reinicia el deseo.

Por Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.